Libro de notas

Edición LdN
Fantasmas y Trasgos Unidos por Glòria Langreo

Siendo socios de honor en La Sociedad de Amigos y Protectores de Espectros, Fantasmas y Trasgos que creó Gloria Fuertes, el 17 de cada mes, Glòria Langreo tratará de proteger los derechos de toda la imaginería ilustrada de garabatos para grandes y pequeños.

Blancanieves se come a la abuela y se casa con la bruja

Hace unos días asistimos a uno de tantos momentos en los que ciertos medios tergiversan titulares para desprestigiar a los que no comulgan con sus carros y sus carretas. Hablo concretamente del titular majestuoso del diario La Razón (y otros cuantos, que no vale la pena ni mencionar) en el que se aseguraba que la Ministra de Igualdad Bibiana Aído, pretendía vetar cuentos clásicos como Blancanieves o La Bella Durmiente, por su contenido sexista. Hablo de tergiversación porque aún no he conseguido encontrar ni un sólo texto, video, folleto o declaración de intenciones en que aparezca la palabra vetar, modificar, prohibir o suprimir.

En la creación de un programa llamado Educar en Igualdad los únicos problemas que le veo son el nombre elegido, el real decreto y que surja con el apoyo de un Ministerio de dudosa utilidad. Si descargamos las actividades que se proponen en dicho programa, veremos que no son nada más y nada menos que los mismos progresismos de toda la vida, pero avalados por la ministra, lo que, de cara a la galería, solo puede ser negativo por la politización a la que se puede someter. Me explico: mis libros de texto en el colegio están a años luz de los que tuvieron mis padres, en los que podemos leer frases como: cuando tu marido llegue a casa, debes asegurarte de tener la cena hecha, mientras que en mi primer libro de texto, una niña rebelde llamada Bruna se cortaba el pelo con unas tijeras del costurero de su madre.

Del mismo modo, muchos cuentos clásicos que provienen de la transmisión oral, han ido mutando y adaptándose al momento en el que se han contado. Sin ir más lejos, en una de las primeras versiones por escrito de la adorable Caperucita Roja, la de Perrault en 1697, se narraba cómo el lobo le hacía comer las tripas y la sangre de la abuelita a la niña, y después, ni corto ni perezoso, le obligaba a quemar sus ropas quedando desnuda. Minutos despues de pasar por el catre del lobito, Caperucita era devorada. Este cuento, que en su momento servía de moraleja para que las niñas confiadas no se fueran con desconocidos, ha sufrido miles y miles de reescrituras, hasta algunas en las que el lobo se hace amigo de Caperucita, no se comen a la abuela, y todo se convierte en un sinsentido respecto al original. Nadie se ha quejado. ¿La clave? Por un lado, el tema suprimido es la violencia, un valor que la sociedad rechaza frontalmente y que nadie sería capaz de defender. Por otro lado, esto ha sucedido de forma natural, sin una etiqueta colgando del lomo, sin una ministra, y sin un ministerio.

Es cierto que en los programas propuestos por la FETE-UGT, entre actividades sobre higiene personal, relaciones parentales y el respeto a los mayores, hay alguna actividad en la que se trata el género. Hay alguna actividad en la que se insta a los profesores a proponer a los alumnos que piensen en el papel del príncipe y el de la princesa en los cuentos. Proponen plantearse qué pasaría si la disposición de géneros fuera la contraria… algo muy diferente a la prohibición o al borrado. Tachar de dictatorial o fascista el hecho de hacer que los niños piensen en algo que se da por sentado (la princesa necesita ser salvada, y el príncipe es su solución) no deja de ser una manipulación y un absurdo.

Los cuentos infantiles están llenos de estereotipos sobre las mujeres y los hombres. Casi todas las historias colocan a las mujeres y a las niñas en una situación pasiva, en la que el protagonista, generalmente masculino, tiene que realizar diversas actividades para salvarla. Es el caso de la Bella Durmiente, la Cenicienta, Blancanieves… Con esta actividad, el cuento se transforma explicando que la igualdad es divertida y emocionante tanto para las niñas como para los niños. (extracto del enunciado de la actividad 5)

¿Alguien ve algo que no sea cierto ahí? ¿Alguna imposición? ¿Veto? Es obvio que es necesario hacer plantearse a los niños las cosas desde diferentes prismas, y no tiene sentido etiquetar de feminismo extremo el hecho de que en el otro lado del prisma esté el género… Igual que debería ponerse en el punto de mira la monarquía, la diferencia de clases, las religiones y el sexo. Ahora bien, parece que sorprende que exista una Actividad basada en un pequeño cuento llamado Una princesa diferente, en la que ni el propio príncipe sabe de qué hay que salvar a la princesa (o así lo hicieron saber en todos los noticiarios). Lamentablemente, creo que sorprende por el motivo equivocado… no deberíamos tomarnos esto como una sustitución de los cuentos tradicionales, sino como un añadido, o un espacio para la reflexión. Lo que, eso sí, debería chirriarnos, es que se sigan utilizando los principados para generar estos espacios. Pero en fin, ahí ya no se mete nadie.

Por suerte, exisiten muchísimas editoriales como Takatuka, que llevan tiempo editando obras como Marta dice no, En tu piel, Para nada sucias o El yayo es el yayo donde se transmiten los famosos valores novedosos y transgresores de la FETE-UGT con un gusto impecable, y que no han sido absorbidos en las aulas por real decreto.

Después de esto, no me queda otra que, ante este día del libro, creer en la convivencia de los títulos de Takatuka, y este tipo de editoriales que considero que son necesarias, y, como no, los clásicos de toda la vida que podemos leer y disfrutar tanto en una lectura convencional, como herramienta para la reflexión.

… Y ahi van tres princesas:

Blancanieves
Ed. Kókinos
Texto: Josephine Poole
Ilustraciones: Angela Barret
27×25, 20 paginas, de 9 a 12 años







La Cenicienta
Editorial Lumen, 2001
Texto: Charles Perrault
Ilustraciones: Roberto Innocenti







La bella durmiente del bosque
Combel Editorial
Ilustraciones y texto: Nathalie Dieterlé
25,5 × 31 cm, 15 págs, tapa dura, A partir de 4 años






Glòria Langreo | 17 de abril de 2010

Comentarios

  1. Yolanda jb
    2010-04-17 13:51

    Comparto casi la totalidad de tu artículo. Tomo el libro como una oportunidad más para una reflexión que podemos hacernos.
    Me sorprende un poquito que, después de todo lo que tú dices, sigas usando un lenguaje tan sexista con lo que conlleva. Esta invisibilidad del género femenino, tiene, creo yo, algunas contraindicaciones.

  2. Glòria Langreo
    2010-04-17 14:24

    Hola Yolanda,

    A que te refieres con un lenguaje “tan sexita”?

    Abrazo.

  3. Yolanda jb
    2010-04-17 15:05

    Desde que hago un esfuerzo por nombrar a padres y madres, a niños y niñas, a conductores y conductoras … soy consciente de muchas más cosas. Cuando otras personas me nombran valoro su esfuerzo y me siento en un espacio más cómodo.

    Por eso creo que el Ministerio que tu calificas “Ministerio de dudosa utilidad” a mí me sirve. No puedo decir si está bien o mal gestionado pero me ayuda a visibilizar este tema de las desigualdades que no de las diferencias.

    En este artículo tu usas “padres” cuando quieres decir padres y madres. Usas “niños” cuando quieres decir niños y niñas. Según la RAE, sigues la regla. Correcto. Según mi hija de 7 años, acostumbrada a la pesadita de su madre, diríamos que no le queda claro se ella cuenta o no.

  4. Rosie
    2010-04-17 23:16

    Cuando leí sobre esto no pude dejar de pensar en mi profesor de historia, que decía que nunca deberíamos reirnos de las cosas raras que pasan en los usa, porque tarde o temprano los ibamos a imitar. Dicho y hecho, conviene repescar Cuentos infantiles políticamente correctos de James Finn Garnes (de 1994, dios mio!), una cruel y certera satira de esta tendencia a moralizar lo clasico en versión progre (mas info http://en.wikipedia.org/wiki/Politically_Correct_Bedtime_Stories).

    Ciertamente hablar de prohibición es excesivo, por la simple razón de que la ministra no puede prohibir nada (sospecho que ganas no le faltan), pero a mi las mismas recomendaciones ya me mosquean. Lo que es clasico (y ciertos cuentos infantiles lo son) no se mantiene porque tenga valores “demodés” sino a pesar de ellos. Dicho de otro modo, Cenicienta no es popular por lo del principe azul, sino porque acaba con el triunfo de quien es tratada injustamente sobre sus abusonas hermanas. Que la reconpensa sea el principe azul o una beca en Oxford para estudiar historia del feminismo es lo de menos. Aunque antes de los 12 años lo del principe azul mola mas, la verdad.

    Hay dos problemas en esto de “desrecomendar” lo clasico que nos choca. Primero es que vamos a tener que decidir cuando empezamos a introducir a los niños a lo políticamente incorrecto en nuestra historia cultural. Veamos algunos clasicos: la Iliada (eso de ir a la guerra por unos cuernos), la Odisea (la pobre Penelope esperando fidelisima), las Mil i una noches (a quien se le ocurre que alguien quiera casarse con un asesino de genero en serie), etc., etc.

    La segunda es que la literatura infantil pensada para “moralizar”, sea el moralismo de ahora o el de la sección femenina, suele ser un peñazo de cuidado (con honrosas y escasas excepciones). Y no esta el horno para hacer muchos experimentos. Ya leen poco los críos como para intentar que traguen con experimentos sociologicos. Cuales son los grandes exitos de la literatura infantil juvenil? pues Harry Potter, la serie Crepúsculo, el manga japonés… El último caso, que conozco bien, pondría los pelos de punta a la ministra. Pero lo devoran… porque es entretenido.

  5. Carlos
    2010-04-18 00:04

    Hola Yolanda,

    mucho gusto, etc.

    Igual no soy yo el más indicado para decirlo, pero eso que comentas acerca de lo que es o no es el lenguaje sexista es un problema y uno muy grande. No ya porque obligas a tu hija a entender el mundo bajo esa clave (que es tu hija y tal eh, que yo no digo nada) si no porque convocas un problema muy grave respecto a capacidad de entender como funcionan las cosas fuera de una pátina de una corrección política.

    Una patina que intenta esconder más que aclarar, que intenta exponer un distanciamiento respecto a lo que hace “el resto” como si ese “resto” perpretrara el error : una manera de articular el lenguaje no puede, bajo ningún concepto que contemple la libertad de pensamiento, ser acusada de negativa.

    Vamos, que tildar el lenguaje de sexista por indiferenciar los géneros es mucho más sexista que asumir que lo entiendes y ya. A mi modo de ver, es mucho más sexista diferenciar el género y subrayar la necesidad de esa diferencia.

    Pero vamos, que donde la desigualdad existe según quien la mire. Por tanto existe según la denuncias, no antes.

    Pero tú tranquila, que tampoco pasa nada.

  6. Laura
    2010-04-19 01:33

    Hola a todos.
    Respecto al debate que han generado los comentarios, yo soy mujer y el tema de usar “padres y madres” cuando “padres” engloba a ambos, me parece una tontería. A mí me interesa que se solucionen los verdaderos problemas, no que discutamos sobre si hay que hablar o no de forma políticamente correcta. Creo que hoy día se da importancia a aspectos del lenguaje que no la tienen. Como el eufemismo de llamar “de color” a un negro, en un intento (inútil, a mi parecer) de no herir susceptibilidades. Hasta que no se puso de moda criticar cosas insignificantes (como si las figuras de los semáforos llevan faldita o no) no me había planteado (ni por asomo) que el hecho de que nuestra lengua use el masculino con la función neutra suponga algún tipo de discriminación.

    Considero que todos sabemos que “niños” incluye a ambos sexos, pensar que no es así es lo que hace invisible a la mujer bajo mi punto de vista, como si ser mujer implicase ser tan poco importante que fuese necesario hacerse notar cada vez que alguien habla. El lenguaje es como es, no veo a los hombres quejarse por el hecho de que si trabajan como “estilistas” se tengan que ver englobados en una palabra femenina.

    Creo que hay que separar la lengua de la política y la realidad social. La lucha por mejorar las condiciones de la mujer en los ámbitos donde aún hay que hacer avances no pasa por discutir sobre morfología. En muchos idiomas ni siquiera hay distinción de género en las palabras, de lo que deducimos que podemos expresarnos y comunicarnos perfectamente con independencia de que las palabras delimiten sexos o no.

    Un saludo.

  7. Small Blue Thing
    2010-04-19 12:33

    Me ha gustado mucho el artículo, sobre todo por la alerta del principio. En lo que pueda contribuir a los comentarios, me gustaría citar el artículo «Nombrar en femenino. El caso emblemático de jueza», de Ana María Vigara Tauste, que fue profesora mía (cito vía el blog El Ansia, en Wordpress):

    Lo “políticamente correcto” ,que tan despreciable nos parece, es siempre lo que hace “el otro”: querer imponer un femenino que no existe o no debería existir o no es necesario o es ridículo… “empeñarse en reiterar que las mujeres existen”. “El otro” suele ser “las otras”: “las mujeres”, “las feministas”.

  8. Rosie
    2010-04-19 13:53

    Veo que la cosa se centra en “padres y madres si o no”, una manera como otra de irse por las ramas (para que quede claro, soy de la opinión de Laura).

    Sin embargo he mirado el cuento “Una princesa diferente” y es un no-cuento, un peñazo. No porque sea igualitario (y eso que tambien es de un igualitarismo ramplon a mas no poder), sino porque no hay tensión ni conflicto, que es la base de todos los cuentos. Ya se que es una base para que entonces los niños “contruyan su propio cuento”, en plan pedagogía ikea. Pero es que contrapuesto al cuento tradicional no tiene color. Repito, analizar la Cenicienta y solo ver que hay un (condenable) principe azul es como esos señores decimononicos que lo único que veían en las estatuas grecorromanas es que estaban muy desnudas y eso podía ofender la delicadeza de las señoras. Una estupidez supina.

    La Cenicienta gusta porque una cría que ha sufrido un bullying terrible acaba triunfando. A los crios les encanta por el mismo mecanismo por el que a los adultos nos encanta el cine de terror o de catastrofes. A pesar de que nadie en su sano juicio desea sufrir una situación terrorífica o una catastrofe. Si sustituimos el cuento por una narración muy correcta en la que los críos van a descubrir cosas muy reales en plan pedagogico creando unas relaciones muy correctas entre niños y niñas, padres y padres… pues se van a aburrir soberanamente.

    ¿Y que ocurre? pues que segun me explican algunas amigas muy progres tirandose de los pelos, sus niñas educadas “en igualdad” estan devorando de adolescentes la serie crepúsculo, que es clasica (por decirlo de manera suave) hasta la medula en todos los aspectos. Porque? porque les gusta y les engancha, y por el camino los valores de igualdad se van a hacer puñetas. En estos casos no puedo evitar ser algo mala y decirles que intenten darles a continuación Orgullo y prejuicio y otras novelas de Jane Austen a ver si cuela. Tambien son romanticas, clasicas hasta la medula y acaban siempre en boda pero al menos sus protas son inteligentes, aprenden algo de sus lios amorosos y la narración esta mucho mejor escrita…


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