La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.
Este es uno de aquellos artículos que da tanta pereza escribir como leer. Y si eso me pasa a mí, que soy de la profesión, no quiero ni pensar en mis lectores… No es que el tema no sea apasionante, sino más bien lo contrario: entre tanto tarambana gritón que saca su cuarto a espadas en este tema es sumamente difícil crear un espacio de reflexión que consiga que dejemos de lado la pugna por el tamaño de nuestros atributos físicos o mentales para iniciar una conversación. Porque es por ahí por donde debemos empezar, porque es por ahí por donde empezó la historia de la educación: un grupo de animales con la capacidad biológica de transmitir conceptos simbólicos poniéndola en práctica conversando. Qué ingenuo soy, ¿verdad? Pues todavía no han atisbado el alcance de mi ingenuidad.
No es mi objetivo discutir específicamente la ley Wert, ni ninguna otra de las seis leyes orgánicas de educación que el Congreso ha votado desde la aprobación de la constitución. Siete en total: no hay mejor indicador del nivel de fracaso de nuestra sociedad en materia educativa. La ley Wert es la historia de otro fracaso anunciado, en el que la educación es de nuevo el “arma de oportunidad” que, una vez muerto o malherido el contrincante, se abandona a la intemperie. En criminalística, además, se considera que las armas de oportunidad son características de los criminales desorganizados: no me parece una mala definición para nuestros políticos educativos. Pero estos hechos convierten a la educación, como de hecho ha sido siempre, en el síntoma del estado de nuestra sociedad, y no en su causa. De eso es de lo que quiero hablar.
Creo que lo que hay que poner sobre la mesa de la conversación educativa no es, en realidad, qué podemos hacer administrativamente hablando para que la educación sea mejor. Mi experiencia me dice que, a partir de ciertos mínimos (formación del docente, planes de estudio sensatos y financiación suficiente) el buen o mal juego administrativo que ofrecen las leyes educativas acaba compensado por la calidad del material humano que interviene, docente y discente. No estoy diciendo que no pueda haber leyes buenas y malas. Haberlas haylas. Lo que intento decir es que el gran salto adelante en materia educativa no es algo que resuelva una ley. Es algo que decide una sociedad, en primer lugar, y que luego puede y debe transformarse en una ley.
¿Para qué debe servir la educación, para proporcionar mano de obra en diversos grados de cualificación al servicio de la actividad económica del país o para formar ciudadanos? ¿debe garantizar la igualdad de oportunidades sociales y económicas o mantener el statu quo? ¿debe formar personas libres y autónomas o personas que encajen sin roces en los engranajes de la maquinaria social, política y económica? Y una vez decidido eso: ¿es la escuela el mejor sitio para hacerlo? ¿es el único sitio?
Me dirán que esas preguntas ya no vienen al caso, que esas cosas ya las tenemos claras, como el extraordinariamente amplio y detallado preámbulo a la ley Wert demuestra. Yo más bien creo que ese preámbulo es un campo de minas que focaliza el valor de la educación en la actividad económica y reduce la equidad a la eficiencia del mercado: competir es el nuevo valor. Colaborar es de cobardes. El preámbulo supradicho dice explícitamente que el actual sistema educativo es “un lastre para la competitividad del país”. Puede que eso sonara convincente en plena burbuja inmobiliaria, pero ahora es más fácil ver la falacia que esconde. O no, y tengo que explicarlo un poquito: una ley educativa a coste cero es siempre un fracaso. Lo fue la LOGSE, no por lo que la derecha e incluso algunas almas cándidas creen que lo fue, la desincentivación de la excelencia, sino porque se planteó una reforma educativa de gran calado a coste cero. La ley Wert es peor: pretende incentivar la excelencia y atender a la diversidad a coste menos X. Porque, claro, estamos en crisis. Pero el menos común de los sentidos nos dice que multiplicar un positivo por un negativo nos da un número negativo. Y aunque consideráramos, como el preámbulo de la ley, que lo anterior fue negativo, el resultado seguiría siendo negativo. Como ven, no hemos aprendido nada. Aunque, si quieren, eso es un síntoma más de que la educación en nuestro país necesita más conversadores y menos cantamañanas. Más paciencia y menos prisas. Más procesos de convergencia y diálogo y menos ansiedad por los resultados.
Pero esto, al fin y al cabo, se explica por la escasa inteligencia de nuestros políticos. Lo que me parece del todo intolerable es que ni ésta ni ninguna otra reforma educativa haya partido de un estudio pormenorizado del funcionamiento de nuestro sistema público de enseñanza que incluyera a sus principales actores, los maestros y profesores. Todos los gobiernos que han propuesto reformas educativas han tenido a bien ningunearnos. Nadie nos ha preguntado qué comprobamos cada día que funciona, y qué no, en nuestro sistema educativo, y cómo creemos que podríamos cambiar lo que no funciona. Nadie. El estado no confía en sus docentes. No cree que tengan nada que decir sobre lo que se supone que es, en la mayoría de casos, no ya nuestro trabajo y nuestra competencia profesional, sino nuestras vidas. No crean que me sorprende. ¿Para qué, si podemos evaluar los resultados con el informe PISA?:
“Los cambios propuestos en nuestro sistema educativo por la LOMCE están basados en evidencias. La reforma pretende hacer frente a los principales problemas detectados en el sistema educativo español sobre los fundamentos proporcionados por los resultados objetivos reflejados en las evaluaciones periódicas de los organismos europeos e internacionales.” Ley Wert, preámbulo V.
Este es un ejemplo palmario de que la excelencia que supuestamente se incentiva no ha sido aplicada a la elaboración de la ley. Otra vez, el menos común de los sentidos parecería indicar que un mal resultado demanda un análisis profundo de los procesos que lo provocan, y que esos procesos pasan necesariamente por los cuerpos y las mentes de quienes los llevan a cabo. La conclusión de los responsables educativos parece ser, a la luz del nulo protagonismo del profesorado en la detección y planificación de los problemas del sistema educativo, que el problema son los profesores, o, en el mejor de los casos, que los profesores y maestros somos un elemento neutro a través del cual se ejerce su voluntad. No deben pensar, no deben sentir, y con un poco de suerte la próxima reforma educativa que sustituya a la que ahora se implanta propondrá su sustitución por auténticos elementos neutros robóticos que harán de la educación un sistema eficaz y realmente productivo, competitivo y equitativo.
El caso más demostrativo de la lejanía de nuestros responsables educativos respecto de la realidad educativa y social es la apuesta por la educación plurilingüe. No creo que haya un solo docente a quien se hubiera preguntado que no les hubiera dicho que así, no. Que el problema de la formación en lenguas extranjeras en nuestro país no es un problema educativo, sino social y político. Sí, político, y no me refiero al inglés de la alcaldesa madrileña. Me refiero a si los políticos quieren asumir el esfuerzo y el coste electoral de dar la vuelta como un calcetín a una sociedad española para la que el monolingüismo ha sido un valor a preservar incluso frente a otros “castellanos”, que ha sido incapaz de asumir su propia diversidad lingüística, y que está poco dispuesta a asumir el esfuerzo que ello significa, y muy dispuesta a delegarlo en esos profesores y maestros a los que seguirá sin reconocer su esfuerzo constante y su valía.
El conflicto educativo en Baleares es extraordinariamente ilustrativo a este respecto: las autoridades políticas creen que basta con que un tercio de las asignaturas se imparta en inglés por profesores con un nivel lingüístico escaso. El nivel B2 de inglés para impartir una asignatura es, para que se hagan una idea, como si tu profesor de Biología fuese José María Aznar, o su mujer. Toni Nadal, tío del tenista Rafael Nadal, y casado con una profesora de Inglés, lo explicaba maravillosamente en una entrevista a El Intermedio. Pero es más fácil y más barato obligar al profesorado a aprender el inglés supuestamente necesario, sin ninguna contrapartida para ellos, que obligar por decreto a que todas las emisiones televisivas y cinematográficas de este país, públicas y privadas, renuncien al doblaje y emitan obligatoriamente versiones originales subtituladas. Puede que así, además de aprender inglés, un vallisoletano escuchase alguna vez en su vida hablar en catalán, gallego o euskera, cosa que ni las leyes educativas anteriores ni la recientemente aprobada garantiza en modo alguno. Es más. Creo poder afirmar que el nivel de inglés de una parte de nuestros adolescentes y jóvenes ha mejorado notablemente en los últimos años, desde que la ansiedad por ver los más recientes capítulos de las series americanas ha encontrado en la red su paraíso: mi hija le debe a Harry Potter y a Glee su sobresaliente en inglés. Bueno, y a su padre que la obligó a verlo en inglés, o no verlo. El tipo de imposiciones que un padre puede hacer y un profesor no. Y si la escuela por sí sola no puede proporcionar ese conocimiento y habilidad, ¿cuál es el abismo de inequidad que se abrirá entre los alumnos con padres responsables y pudientes y quienes no los tengan?
Y me dejo tantas, tantas cosas… Pero no quiero acabar sin señalar una más: el tópico de que en España sobran universitarios y falta formación profesional. Y es un tópico no porque no contenga algo de verdad (que una formación superior ya no es una garantía de empleabilidad, y que parte del altísimo nivel de fracaso escolar debería canalizarse hacia la instrucción laboral) sino porque arrastra otras opiniones que no se deducen lógicamente del primer enunciado: una, que la formación universitaria sólo sirva para emplearse, y otra, que llegan a la universidad jóvenes insuficientemente preparados. Respecto de la primera, es una flagrante contradicción con el principio de equidad del sistema, y respecto de la segunda, habría que recordarle a algún profesor universitario que se deleita criticando la escasa formación de sus alumnos que es la propia universidad quien los elige. Si los quiere más formados, sólo tiene que poner el listón más alto en las pruebas de acceso. Pero, claro, es más fácil echarle la culpa a los de abajo y así podré seguir quejándome, que en realidad es lo que me gusta, para que quede bien patente mi desprecio por el trabajo que hago, y por el que hacen los demás.
Nada de esto impedirá, sin embargo, que profesores y maestros, a pesar de un sistema educativo que tenderá a premiar al que tiene y a condenar al que no, sintamos más alegría por un alumno en dificultades que consigue llegar a la universidad que por noventa y nueve matrículas de honor. El alumno en dificultades que lo consigue ha aprendido más sobre sí mismo y sobre la vida que todos los demás juntos. Y, al fin y al cabo, ése es el objetivo de la educación.
2013-10-12 17:07
La educación pública era un cortijo del PSOE, como todo lo que funciona fatal en España, y los cambios que se hacía el PSOE a sus propios planes de estudios no eran para mejorar la calidad de la educación, que era de pena, si no para aumentar las dádivas a su cortijo: reducción de horas de trabajo, aumento de vacaciones, aumento de puestos de profesorado, convertir las oposiciones en un chiste (pues su peso en el baremo es menor que el de trabajar enchufado), aumento de gasto público, reducción de materia a impartir, reducción de requisitos para llegar a ser maestro, nombración a dedo de los decanos y nepotismo descarado, reducción de alumnos por aula para aumentar el número de profesores, aumento de horas a los alumnos, aumento de años de escolarización obligatoria, cientos de “marías” que requieren su propio docente, las cuales se convierten en asignaturas alternativas porque ya no hay más horas que repartir, dar las clases en varios idiomas lo que requiere duplicar el cuerpo de maestros, falsificación de estadísticas para que los resultados parezcan mejores de lo que son (eso sin contar el falseo de notas que directamente te fuerzan a cometer los sindicalistas de educación, algo de lo que nadie habla).
Es por eso que en democracia hemos tenido tantísimos modelos educativos del PSOE. Si se hubieran puesto todos esos privilegios de golpe hubiera dado mucho el cante. Sin embargo, el nivel educativo no ha hecho más que bajar, porque no sé si te has fijado en el nivel de los dirigentes del PSOE y UGT, pero su ideología mucha cultura de esfuerzo no destila, no es una prioridad para ellos. Por eso, cuando estos trogloditas se ponen a hablar de la defensa por una Educación Pública y de Calidad me dan arcadas porque me atraganto con la cantidad de cinismo que sueltan por su boca, los mismos que mandan a sus hijos a la privada.
Al ministro Wert le han puesto ahí por una sola razón, teníamos una deuda astronómica y el único lugar de los presupuestos donde se podía recortar era en educación, investigación, cultura, y en los ministerios inútiles (vivienda e igualdad). Su reforma educativa tiene como principal fin reducir el gasto de forma monumental haciendo el menor daño posible, algo que tampoco es difícil viendo el colosal elefante blanco en que se había convertido esa casa de putas.
Su segundo cometido era explotar la burbuja universitaria antes de que se volviera tan desastrosa como la de la construcción. Y lo siento, pero era más que necesario. Y aún diría que Wert se ha quedado corto porque en España sobran universidades espantosas, departamentos completamente inútiles, y carreras de chiste como sindicalismo, igualdad, Reiki y Enología.
Obviamente, es imposible que con esas metas el ministro Wert sea popular entre los que viven del chollo de la educación pública, y menos aún entre los políticos nacionalistas que usaban sus propios libros de texto falseados, y sus propios exámenes con un nivel de chiste para poder decir que la educación en su región no está tan mal como en el resto de España (cógete un examen de lengua de Cataluña y otro de Madrid y entenderás de lo que hablo). Pero si le nombraron a él es porque a él lo que opinen estos calientasillas le importa un bledo.
Y por cierto, los políticos socialistas han sido todos peores y más sectarios que Wert, siempre han desecho cualquier cambio para bien en la Educación pública porque no les interesaba, porque según ellos “ya no tocaba”, que lo he visto y oído directamente de los socialistas y pedagogos que enviaba el gobierno a institutos y universidades para informar a los docentes (a los cuales puntuán, pudiendo significar su despido si son díscolos)
2013-10-12 21:26
Ein?!?
Pues nada, que uno esperaba conversación y salió un monologuista. ¿Ven ustedes como la educación es un síntoma?
2013-10-13 20:02
La sociedad necesita que las familias asuman y disfruten la educación de los hijos y esto exige un modelo de trabajo que lo facilite. Más allá de guarderías para recién nacidos, flexibilidad de horario y lugar de trabajo, incentivar los resultados.
Un tiempo y un espacio para que la maternidad responsable, libremente decidida y compartida eduque a los niños y la escuela, para aprender.
2013-10-14 13:39
¿Y por qué lo llamáis “educación” cuando todo indica que queréis decir “formación” o “enseñanza”?
La educación, del latín educatio y este de ducere (conducirse, ser guiado), es un proceso social, y en lo básico es responsabilidad familiar y doméstica.
Me niego a que ningún maestro, profesor o enseñante profesional “eduque” a mi hija. Lo que reclamo al sistema educativo y a los profesionales es “formación” y “enseñanza de conocimientos”. El resto dejádmelo a mí, que para bien o mal soy su padre.
Igual parte del problema está precisamente en eso, en que no tenemos bien asumidos los matices de las denominaciones.
2013-10-14 20:37
Pues verás… Te quejas y con razón de que se entiende mal, claro que por lo que yo recuerdo esto se llamaba Enseñanza, lo de Educación es muy posterior. Y claro parece una tonteria pero se cambia el nombre y ¡que curioso! en la mente de todos se cambia el concepto. Y la manipulación queda totalmente oculta.
La Logse y anteriores obligaba a los docentes a tener menos de un 10% de suspensos, y no estaba escrito en la Ley, so pena de inspección y mas que posibles castigos en forma de suspension de sueldo o traslados o le que se les ocurriera. Eso en un aula de menos de 30 alumnos significa que solo podian suspender 2 0 1, y nadie que haya estado en la enseñanza aunque solo fuera por un mes, puede concebir ese nivel de “competencia” en los alumnos. Resultado: que para suspender a uno o dos, no suspendo a ninguno.
Por otro lado, suelo estar de acuerdo contigo, cuando elimino las referencias politicas, que por lo que te leo, son inevitables en ti, hasta cuando estás de acuerdo. Un inciso: El dinero no da mejoria en la Enseñanza y eso también está demostrado en las tablas que acompañan al famoso Informe; así que tu petición de mas dinero, dinero que sabes que no hay y asi lo dices, no supondria una mejor Enseñanza.
O sea que sí, es necesaria una Ley, y sería necesario que los docentes tuvieran algo que decir. Lo malo es que los docentes no son en realidad los docentes sino los Sindicatos y estos están tan politizados que poco ayudarian o casi peor aún, añadirian mas confusión.
Lo de Mallorca que pones como ejemplo es un chiste. Primero porque en Mallorca no hay ninguna necesidad de enseñar un idioma que no le es propio, el catalán, segundo porque el profesorado no protesta exactamente por eso sino (como ya me ocurrio en otra ocasión con los sindicalistas a raiz de la aplicación de una las Leyes nuevas), de dinero, ¿cuanto más voy a ganar si doy clases en otro idioma?
Y me temo que en definitiva y eso no lo vas a decir nunca, los sindicatos, profesores y AMPA,s solo protestaran si la Ley la hace el PP, ni siquiera si hubiera otro partido similar pero con otro nombre protestarian.
Es fin, que esta es la España que tenemos.
2013-10-14 22:22
Querido Miguel A.:
El dilema que planteas entre educación y formación es consustancial a la educación pública entendida como un instrumento de equidad en el “estado social y de derecho” que proclama nuestra constitución (por ahora). Como bien dices, la educación es un proceso social, y como tal lo entendieron los estados que se reconstruyeron como “welfare states” tras la segunda guerra mundial. El objetivo era triple: formar a todos los niños y jóvenes independientemente de su poder adquisitivo, educar a aquellos a quienes su situación económica o su origen les impedía adquirir a través de sus padres o de su entorno social las habilidades intelectuales y sociales que les permitirían acceder con igualdad de oportunidades a una vida laboral y social plena y autónoma, y “construir” ciudadanos, que entendiesen, por ejemplo, que la educación y la sanidad universales eran principios básicos del estado que les beneficiaban en lo particular y que consolidaban el buen funcionamiento de la sociedad en lo general, y que por tanto estuviesen dispuestos a pagar los impuestos necesarios para mantenerlo.
Tú y yo, como personas cultas y padres responsables no necesitamos delegar en el estado nuestras responsabilidades paternas, e incluso en ocasiones nos molesta que el estado asuma tareas que nosotros queremos ejercer. Pero por lo visto en mi ya dilatada experiencia docente, somos excepciones. Hay padres que no quieren hacer su trabajo y padres que no pueden hacerlo por ignorancia, por incapacidad, o porque el excesivo tiempo que deben dedicar a proporcionarles pan les impide realizar con eficacia las tareas educativas que les corresponden. Un estado social y de derecho que se desea constituido por ciudadanos libres, conscientes y autónomos no puede dejar de asumir esa tarea de equidad, a riesgo de condenar a la exclusión social y económica a miles de niños por el simple hecho de tener los padres que tienen. Y convendrás conmigo en que eso no es tolerable, y ése es el origen de mi ira: justo cuando las dificultades económicas de la población hacen necesarias más medidas educativas (comedores, profesores de refuerzo, ampliación de horarios para padres con jornadas laborales raras o extensas, actividades extraescolares que socialicen a unos niños que, si no, pasarán la tarde en la calle o conviviendo en casa con familiares que no tienen la obligación de atender sus necesidades educativas, becas…), el estado opta por lo contrario.
En qué grado debemos combinar educación y formación es ciertamente discutible, y es una conversación que mantengo cotidianamente con mis compañeros, entre los cuales, naturalmente, también hay diversidad de opiniones: por ejemplo, en como vamos modulando a través de cursos y etapas la carga educativa, muy alta en primaria por razones obvias, y que va disminuyendo a medida que crecen y maduran. Pero renunciar totalmente al aspecto “educativo” de la educación pública, en mi opinión, construiria un país en el que no querría vivir.
2013-10-14 23:15
Hola Francisco:
Lamento estar en absoluto desacuerdo contigo. El tema de la enseñanza y la educación ya lo he tratado en el comentario anterior. Te remito. Si eso lo consideras manipulación, debe ser porque estás en desacuerdo con alguna de las premisas que expongo: o bien no crees que nuestro país deba ser un estado social y de derecho, o bien no crees que la educación pública tenga ningún papel en su construcción. Es raro. Con eso (bueno, con lo de “de derecho” no) estaba de acuerdo hasta Villar Palasí, ergo también Franco…
Lo que dices sobre la LOGSE es una absoluta falsedad, un mito urbano difundido por la derecha más conservadora para defender, por oposición, su modelo de educación, el concertado, que es tan educativo y tan poco formativo como el modelo público, solo que educa en otro sentido, en algunos casos sólo religioso, en otros directamente antisocial (y tengo experiencia en el tema). Es mi opinión, claro, pero al menos vale tanto como la tuya. Jamás se me ha exigido, desde ninguna instancia educativa pública, un determinado número de aprobados o de suspensos. Jamás. Sé que algunos de mis compañeros de la enseñanza concertada no pueden decir lo mismo.
Cierto que una mayor inversión no proporcionaría una mejor enseñanza. Pero me tendrás que demostrar que no proporcionaría una mejor educación. Repasa la lista que he hecho en el anterior comentario.
No soy el mejor amigo de los sindicatos educativos, precisamente, pero lo que dices me parece ofensivo: si hay compañeros que se sindican y manifiestan sus opiniones a través de ese tipo de asociaciones, entonces su voz no vale. ¿Por qué? ¿Porque no te gustan sus opiniones? ¿Porque no están de acuerdo contigo? ¿Porque estás en contra de que los ciudadanos se reúnan en asociaciones civiles para defender sus opiniones y sus derechos con más fuerza o con más eficacia? ¿Qué problema tienes con el derecho de reunión o de asociación?
Y Mallorca. Me temo, de nuevo, que ni la evidencia científica ni el sentido común avalan tus comentarios: no insistiré con el catalán, ese nuevo Belcebú, porque tiene más de psicoanalítico que de otra cosa, pero tres semanas de huelga (lo cual, según mis cálculos, suponen económicamente la pérdida de un mes de sueldo) para conseguir más dinero es un mal negocio, porque aunque lo hubieran conseguido no compensarían la pérdida hasta año y pico después… y no es el caso.
Curioso tu párrafo final. Así que sindicatos, profesores y AMPAs están en contra no de la reforma educativa, ¡sino del PP! Pues yo, si fuese el PP, me lo haría mirar, porque eso es mucha gente… Y en cualquier caso, supongo que yo estoy incluido en esa acusación de parcialidad política. Pues mira, no me molesta, porque al fin y al cabo eso es el juego democrático. Solo que llego a esa parcialidad porque defiendo una educación pública diferente a la que defiende ese partido, y no porque sea ese partido.
Como digo a mis alumnos descontentos, si crees que te suspendo porque te tengo manía es que tienes un problema contigo mismo, no conmigo.
2013-10-15 00:44
Haré una pregunta envenenada: ¿Porqué la universidad española no tiene ni poder ni capacidad para desarrollar todo el software y sistemas necesarios en la administración pública que sustituya a los productos de Microsoft?
Un saludo
2013-10-20 02:42
Bien, la pregunta anterior y algunas variantes forman parte de algunas conversaciones con un par de responsables de educación del GV. Suelo plantear otras cuestiones, es irrelevante… en general percibo un total y absoluto desinterés por formar, o al menos informar al rebaño, de que hay otras alternativas. No solo respecto al software o el hardware, también en otras lecturas en lo artístico (proponiendo otros catálogos o enumeraciones históricas). Hace años que tengo claro algo: Los guardianes del campo de concentración también son responsables de los pésimos resultados, más o menos cuantificables, en educación.
Por suerte muchos sobreviven, a pesar del sistema
2013-10-20 14:25
A mí no me parecen cuestiones irrelevantes, aunque tampoco tengo muy claro que la principal responsable de ello sea la Universidad. En cualquier caso, en eso está al nivel del resto de universidades del mundo: con honorables excepciones, ninguna ha sido pionera en oponer y proponer hardware y software a la dominación comercial.
Como sufridor de la apuesta por el software libre de la GV, debo decir a) que hasta ahora su competencia me generaba serias dudas; b) que la última actualización de su sistema operativo LLIUREX es un paso en la buena dirección: por fin se mueve a la misma velocidad que un software comercial; c) que dudo que tengan la capacidad para ir más allá, para ir por delante y no sólo a remolque. ¿Para cuando un LLIUREX para teléfonos y tabletas enfocados en educación?. Y último: si la escuela funciona con software y hardware distintos a los empresariales, ¿cuando tardarán en decirnos que no educamos a las chavalas/es para la vida real?
En cuanto a las otras versiones, otros catálogos y otras narrativas históricas, no dudes que algunos lo hacemos, a nuestras expensas: porque para hacerlo bien, hay que enseñar el oficial y el no oficial (el oficial por imperativo legal, y el que no porque sin crítica no hay educación posible).
Yo, más que guardián del campo, me siento perro pastor. No sólo cuando los saco de excursión.
Un abrazo.
2013-10-20 15:32
Creo que me voy a liar, pero bueno… :)
Intentaba no referirme a un caso particular, pero tampoco tengo datos fiables sobre los resultados de las diferentes políticas educativas, ni puedo comparar entre las diferentes autonomías (por no herir sensibilidades) sin embargo creo poder hablar sobre software libre y empresa
El software libre no es solo el “escritorio” y programas orientado al usuario también es herramienta que implica una filosofía de trabajo diferente y oportunidades de negocio.
Lo poco que se lo he aprendido ha sido leyendo manuales en internet, preguntando en foros de Usenet y listas de correo. Esto es otra forma de aprender. Siempre he pensado que en la escuela deberían haberme enseñado a “cómo aprender” en vez de perder el tiempo (en mi opinión) en anécdotas. Me explico.
Cada persona tiene una predisposición, curiosidad e interés en temas determinados y el plan de estudio debería diseñarse en función de esas premisas, no en parámetros generales diseñados en interés del mercado o de la ideología imperante. Eso es casi imposible puesto que hay que “socializar” y presuponemos que un individuo libre, creativo y crítico acabará por ser infeiiz ya que, posiblemente, sea visto como un tipo raro, etc.
Pero son estos locos creativos quienes hacen que esta sociedad avance. Alguien con un gusto estético formado (¿autoformado?) y seguro de si mismo puede encarar de otra forma la crítica de las obras de arte o la forma de resolver problemas empresariales usando o mejorando herramientas no patentadas (aka software libre).
Obviamente es inevitable que la mayoría de los individuos se sienten cómodos delegando su responsabilidad en sus jefes y evitando correr riesgos (esa mentalidad de esclavo). No se trata solo de usar SL sino de emplear las herramientas colaborativas que proporciona para resolver problemas. Un ejemplo.
El departamento de ingeniería desarrolla un elemento y vuelca la información en un formato incompatible con el empleado por otras empresas que tienen que desarrollar el proyecto, unificar los formatos y que éstos no estén patentados implica reducción de costes y de tiempos. El mismo protocolo para todos significa ponerse de acuerdo y colaborar. por ejemplo gracias a que el protocolo TCP/IP es ampliamente aceptado existe internet, gracias al protocolo HTTP y el sistema de marcación de páginas web tenemos información estructurada, etc.
Todo esto es posible por que un grupo de individuos se pusieron de acuerdo en crear nuevos protocolos que nada tenían que ver con la “realidad empresarial imperante”. ¿Cómo se forman individuos con ese espíritu? o mejor, dónde un sistema que no anule a individuos con esta predisposición creativa
No quiero meterme en un terreno tan resbaladizo como las humanidades donde casi todo es opinión y se aprueban materias (en examen de escuela) en tanto que seas capaz de sincronizar tu opinión con las versiones oficiales
Hay más cosas, pero básicamente coincido en tu afirmación: « …que el gran salto adelante en materia educativa no es algo que resuelva una ley». Como decía Kandinsky, toda forma surge de una necesidad interior, hacerlo en sentido contrario nunca funciona (salvo en sistemas totalitarios)
Salu2
2014-01-04 00:29
Muy buen artículo y muy triste la actual situación de la educación.