Camilo de Ory necesita dinero. Cada lunes, en la sección Causas justas de Libro de Notas, lanza al aire una serie de pensamientos tan erráticos como su visión del mundo y tan breves como su jornada de trabajo. Animamos a los lectores a entrar al trapo y crear a pie de página un bullicioso foro de debate en el que cualquier conducta antisocial tendrá, que nadie lo dude, su justa recompensa.
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Abogo por una política represiva que le devuelva el interés a la agitación social y el sexo.
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Que el rock hoy sea la música de una inapropiada tercera edad no hace sino traer de vuelta su perdido carácter subversivo.
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También deontología para el deontólogo.
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Por una saludable vuelta de lo críptico, que brinde al neófito desorientado la clave y la plantilla para seducir al crítico.
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Conocer cuál fue o es la postura del diablo ante el diluvio universal, la conversión de la mujer curiosa en salada estatua y la discutible dieta que Él propone para los niños de Biafra.
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Un mundo sin honor, es decir, sin cómicos caballeros que se lanzan los guantes a la cara y doncellas a las que corromper con malos oficios, es un mundo ciertamente indeseable.
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Por un Madagascar moral.
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El siglo en que las palabras cultura y popular pudieron escribirse juntas y seguidas sin que se levantaran más cejas de las justas.
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Dudar de todo es imprescindible para el avance de la Ciencia. La inveterada actitud eclesial de dudar de los hallazgos científicos debería entonces conducirnos por una vía hiperbólica al conocimiento.
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Más lejos (y tendremos que caminar más para volver), más alto (y más aterradoramente larga será la caída), más fuerte (y habremos de pedir más enojosas disculpas al golpeado).