Camilo de Ory necesita dinero. Cada lunes, en la sección Causas justas de Libro de Notas, lanza al aire una serie de pensamientos tan erráticos como su visión del mundo y tan breves como su jornada de trabajo. Animamos a los lectores a entrar al trapo y crear a pie de página un bullicioso foro de debate en el que cualquier conducta antisocial tendrá, que nadie lo dude, su justa recompensa.
201
El que unas caricias halaguen y otras ofendan no responde sino a un arbitrario catálogo de convenciones sociales.
202
En esa edad en la que hechizan sin conocer en toda su extensión el alcance del sortilegio.
203
El halago del profano por lo general lleva aparejado el desprecio del entendido: de algún modo tiene el segundo que demostrar su superioridad sobre el primero.
204
Girar el dial de la radio de galena como el que marca la combinación para abrir la caja fuerte del pasado.
205
Terror al ver cómo aumenta hasta lo estratosférico la altura de las circunstancias.
206
La efímera gloria del atleta, pero es gloria.
207
Como la del vate, a pesar de que siempre haya habido quien se empeña en ridiculizar a ambos imponiéndoles cómicas coronas de laurel.
208
Matar para construir un mueble de madera noble que no hará a arrugar la nariz a los conservacionistas tanto como uno de plástico.
209
¿Por qué más bello, más sano, lo natural? ¿No hay que tallar, artificialmente, al diamante para que luzca como puede? ¿No mata el veneno de la víbora tan rápidamente como cualquier otra ponzoña?
210
¿Y qué es el arte sino belleza artificial? ¿Y qué hay más natural y dañino que la misma y desagradable muerte?