Camilo de Ory necesita dinero. Cada lunes, en la sección Causas justas de Libro de Notas, lanza al aire una serie de pensamientos tan erráticos como su visión del mundo y tan breves como su jornada de trabajo. Animamos a los lectores a entrar al trapo y crear a pie de página un bullicioso foro de debate en el que cualquier conducta antisocial tendrá, que nadie lo dude, su justa recompensa.
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Terror del hombre de la caverna al quedarse dormido por primera vez; indiferencia general, también del propio finado, ante el trance de la pionera muerte rupestre.
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Blasfemar, o burlarse de lo inexistente, un gesto que ofende tanto como el señalar con el dedo la tara real, evidente, de un peatón ante docenas de testigos.
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La pompa de la monarquía siempre me ha recordado a la impostada ceremonia con que camina el tonto del pueblo cuando recibe los insultos de la gente.
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Mucho más sentido tiene un hombre sin Dios que un Dios sin hombre.
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Y llegaron los hombres de ultramar e inocentes entregaron asombrosos objetos, producto del esfuerzo de sus espejeros y artesanos, a cambio del abundante oro que la Tierra nos regala y en el que no brilla mérito alguno y para el cual no se conoce ningún uso cabal.
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La misma belleza que propicia que el insecto acuda a la flor y la fertilice con el polen recogido de otra flor bella lleva a la mano del hombre a cercenar la planta.
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Monstruosa la flor que aún vive con el tallo hundido en doméstica agua.
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Triste la mirada del lobo doméstico, triste la del hombre doméstico.
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Pide hoy el conservador que se respete el orden de las cosas contra cuya llegada tanto peleara desde el orden antiguo: suelen ser devotamente religiosos, pero en esto actúan como un tal vez saludable abogado del diablo.
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Comprar un catalejo o comprar un mapamundi.