Camilo de Ory necesita dinero. Cada lunes, en la sección Causas justas de Libro de Notas, lanza al aire una serie de pensamientos tan erráticos como su visión del mundo y tan breves como su jornada de trabajo. Animamos a los lectores a entrar al trapo y crear a pie de página un bullicioso foro de debate en el que cualquier conducta antisocial tendrá, que nadie lo dude, su justa recompensa.
Todo el mundo sabe que el amor es un invento de El Corte Inglés para vender lencería fina y cajas de bombones. El amor de una pareja se mide por los regalos que se hace: una pareja rácana en regalos es una pareja tacaña en afecto. El Corte Inglés debería promocionar el amor libre. En el amor libre las parejas no son parejas, sino grupos: todo el mundo es el novio de todo el mundo, y en consecuencia todo el mundo intercambia regalos. El amor libre también es un buen negocio para las farmacias y los dermatólogos. Porque además de regalos, las parejas —o los tríos o los quintetos: los grupos— intercambian fluidos, y los fluidos ya no son lo que eran.
Dígaselo con flores, o con joyas —que tienen la ventaja de que no se marchitan—. Cuando el amor acaba, y todos los amores, créanme, acaban tarde o temprano, certifiquemos o no su fin con una separación, lo que queda es el regalo.