Camilo de Ory necesita dinero. Cada lunes, en la sección Causas justas de Libro de Notas, lanza al aire una serie de pensamientos tan erráticos como su visión del mundo y tan breves como su jornada de trabajo. Animamos a los lectores a entrar al trapo y crear a pie de página un bullicioso foro de debate en el que cualquier conducta antisocial tendrá, que nadie lo dude, su justa recompensa.
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Está ahí el día; la noche tenemos que buscarla.
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Los versos acerca del amanecer o el anochecer producen efectos similares en la reputación de su autor, es decir, acaban con la posibilidad de que su fama brille como un lucero entre las de los más serios miembros del Parnaso cuando llegue eso que llamamos la posteridad pero hacen que crezca como un hongo del yogur entre los habituales de las asociaciones culturales de barrio y los casinos de pueblo.
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Dios creó la aurora boreal en un arrebato de humorismo negro, para dar al poeta suicida una alternativa dolorosa que además le haga quedar como una climatérica tendente a la ensoñación o un pisaverde afectado: usted puede haber visto un millón de auroras boreales y seguirá pareciendo el más cursi de los petimetres al hablar de ellas, por más que lo haga de un modo técnico o la describa con la frialdad y el desapasionamiento que da la costumbre.
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La noche está mal vista. La nocturnidad se equipara a la alevosía en los textos jurídicos. Existen el Día del Padre y la Noche de los Muertos Vivientes; la gente que progresa lo hace día a día y los que dilapidan la fortuna familiar lo hacen noche tras noche.
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La noche podría definirse como la falta de día o la falta de luz, igual que la desvergüenza es la falta de vergüenza o la perfidia es la falta de lealtad.
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Dios hizo el mundo en seis días y obvió sus seis noches.
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En el acervo popular, el amanecer es metáfora del final de las penas y las brumas de la noche son metáfora de las brumas de cualquier otro tipo.
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Se supone que la noche es mágica, pero la suya es una magia más bien negra que guarda relación con el demonio y la carne: el día es la parte positiva del día a no ser que estemos hablando de un día sin pan o de maldito el día en que te conocí.