Camilo de Ory necesita dinero. Cada lunes, en la sección Causas justas de Libro de Notas, lanza al aire una serie de pensamientos tan erráticos como su visión del mundo y tan breves como su jornada de trabajo. Animamos a los lectores a entrar al trapo y crear a pie de página un bullicioso foro de debate en el que cualquier conducta antisocial tendrá, que nadie lo dude, su justa recompensa.
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Gimnasio: pedalear hacia ninguna parte con la convicción del que busca una meta.
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Los hombres que van al gimnasio se dividen en dos grupos: forzudos y alfeñiques. Para un forzudo, un alfeñique es como la motivadora foto de un pulmón canceroso en un paquete de tabaco.
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Tanto los forzudos como los alfeñiques se esfuerzan por desarrollar un cuerpo sano para exhibirlo en los antros de perdición: el deporte adquiere así una estimulante dimensión perversa.
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El trabajo del gimnasio es egoísta y sólo revierte en quien lo hace.