Camilo de Ory necesita dinero. Cada lunes, en la sección Causas justas de Libro de Notas, lanza al aire una serie de pensamientos tan erráticos como su visión del mundo y tan breves como su jornada de trabajo. Animamos a los lectores a entrar al trapo y crear a pie de página un bullicioso foro de debate en el que cualquier conducta antisocial tendrá, que nadie lo dude, su justa recompensa.
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El pensamiento utópico es necesario para que la sociedad avance. Si nadie reclamara utópica justicia social no tendríamos ni siquiera Seguridad Social.
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Izquierda: lo verdaderamente utópico es el anhelo de que le hagan caso.
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Los ecologistas incurren en la aberración estética de ser vegetarianos y los comunistas se comen a los niños crudos. Los comunistas son tipos sanguíneos que organizan frecuentes algaradas y esporádicas revoluciones y los ecologistas son gente anémica que se dedica a mirar patos. Para ser ecologista hay que dejarse barba y llevar ropa usada, exactamente igual que para ser comunista. A pesar de ello algunos de nosotros creemos que se duerme mejor siendo comunista o ecologista (yo soy comunista, pero sólo lo reconozco cuando voy muy mamado) que siendo cualquier otra cosa.
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Pensemos de nuevo en los griegos, en su democracia y en sus niños sodomizados: la Historia es cíclica, y es posible que un día los pervertidos sexuales se presenten como tales a las elecciones, entrando en conflicto con Los Verdes por el uso de tan expresivo y polisémico marbete.
2008-11-17 16:55
Sé que prometo muchas cosas. Prometí escanearos cada mes una hoja de descacharrantes momentos Reader´s Digest; lo he olvidado, a pesar de que ahí siguen las revistitas en mi escritorio. Pero también puedo prometer enseñaros cada mes una fotografía de mis encuentros con Camilo de Ory.
El pasado miércoles mi profesor de Sociología me espetó “tonta” a la cara. ¿El motivo? Le confesé que destruí muchísimas de esas fotos hace unos años (¡al parecer algo de interés antropológico general!). Aunque espero no tener que volver a recurrir al poder catártico de la destrucción, por lo menos publicaré aquí algún retazo, sólo por asegurarme.
Esta fotografía es de mayo de 1994. En plena vigencia de su apasionado cortejo.