Camilo de Ory necesita dinero. Cada lunes, en la sección Causas justas de Libro de Notas, lanza al aire una serie de pensamientos tan erráticos como su visión del mundo y tan breves como su jornada de trabajo. Animamos a los lectores a entrar al trapo y crear a pie de página un bullicioso foro de debate en el que cualquier conducta antisocial tendrá, que nadie lo dude, su justa recompensa.
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Si hemos de referirnos a los arqueólogos, afirmaremos que se dedican a levantar peñascos, como Perurena, lo cual no habla muy bien de su educación, porque lo primero que le dicen a uno cuando va de excursión con el colegio es precisamente que no levante las piedras, ya que bajo las mismas habitan alimañas.
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Los arqueólogos desentierran a los muertos. En el colegio te enseñan que eso no está bien, al menos en los colegios de pago lo hacen. La arqueología es una forma de necrofilia, y a los arqueólogos les gustan especialmente las por obra y gracia de la taxidermia tan bien conservadas reinas de Egipto.
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No le pondría pegas a mis aún no nacidos hijos si un día me dijeran que quieren ser arqueólogos, aunque preferiría que fueran registradores de la propiedad. Veo la arqueología más como un hobby.
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Mañana: le harán la prueba del Carbono 14 a la máquina del Carbono 14.
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Estudiar el declive de los Imperios para evitar que caigan de nuevo o para reír con la caída, como ante un gag de slapstick.
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Sentado en el suelo, tras la reja protectora de la excavación, el joven arqueólogo con inofensivo aspecto de campista sostiene un pedazo de barro cocido y con un pincel le sacude los años al ayer.
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No arrojen comida al arqueólogo.
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Toma el objeto que tengas más a mano y piensa que será el ánfora más o menos etrusca y codiciada del mañana.
2008-10-20 10:09
Bah.
2008-10-20 19:01
El autor no está familiarizado en absoluto con la práctica real de la arqueología, que en nada se parece a este rosario de almibarados tópicos.
El arquéologo real es un individuo ora disidente ora levantisco, de mirada torva siempre y frente huidiza en ocasiones, un bruto que se comunica mediante toscos gruñidos u olisqueos pélvicos, y cuyo solo propósito es revolver el suelo bajo nuestros pies para así tornallo arena movediza y a la sazón árida y conservante sepultura en la que habremos de morar los ciudadanos decentes por los siglos de los siglos, soportando sobre nosotros el peso de los años y otros estratos, amén del gravamen que supone el propio físico del arqueólogo, quien gusta de sentarse sobre sus yacimientos al tiempo que profiere victoriosas risotadas, parando de vez en cuando para despiojarse las ingles.
2008-10-20 19:28
El autor es acertado. A los arqueologos les gustan las piedras viejas y a los antropologos las mujeres de edad.
2008-10-24 14:59
Y es real, absolutamente real.
Cuando llego a casa… (¡tomo un Nescafé Capuccino!). Ah no, no, disculpad la HORROROSA broma fácil, pero estoy recibiendo soberanas palizas teórico-mentales-prácticas en éste mi último año de sexo desenfrenado con Camilo de Ory y no doy una sana.
Resulta que he llegado a una conclusión: y es que en Camilo no sólo hay suciedad y basura metafórica, real, tangible o intuída, sino que existe y se viene contigo a casa. La prueba es que cuando llego tras 6 u 8 horas de ñaca-ñaca (usar objetos de todo tipo, ensayar osadas posturas, tomar alucinógenos, sudar y sufrir y carcajearme) me paso un algodón normal y corriente con un poco de tónico. Los he llegado a retirar azul añil, gris, ocre, rojizo, melocotón (a veces de colorete, es cierto) y hasta NEGRO. Para que luego diga mi madre: “¡Lucinda, cambia un poco la paleta que siempre vas de gris, negro y blanco!“.