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Los anales perdidos por Jose Antonio del Valle

Jose Antonio del Valle escribe la bitácora Vidas Ajenas y ha colaborado en www.Stardustcf.com y www.Bibliopolis.org. Los anales perdidos se publica el día 22 de cada mes y trata de ser una mirada a personajes e historias medio olvidadas por el tiempo.

El último viaje de la Jeannette

George Washington De Long
De un tiempo a esta parte no dejo de pensar en unas palabras de José Luis Sampedro que no nos dejan en demasiado buen lugar a los ciudadanos actuales del primer mundo. El profesor Sampedro cree que hemos perdido el empuje que llevó a nuestros antepasados a explorar el planeta y que, sentados en nuestro cómodo sofá, hoy en día seríamos incapaces de embarcarnos en viajes hacia lo desconocido como los de Sir John Franklin, que ya apareció en su día en esta misma columna, o como el que hoy voy a relatar. Decía Cornelio Tácito que el ansia de seguridad va en contra de todas las causas nobles e importantes, y hoy nos resulta prácticamente imposible comprender las motivaciones que pudieron tener aquellos hombres para enfrentarse a la naturaleza. Por más que haya quien se empeñe en reproducir de manera controlada alguno de aquellos viajes, no es lo mismo. Y puede que de esa incomprensión surja mi curiosidad por los hombres como George Washington De Long, el capitán de la Jeannette.

De Long fue un marino de la armada de los Estados Unidos que en su primer viaje al Ártico como oficial del USS Juniata, en busca del Polaris de Charles Francis Hall, contrajo lo que su mujer defininiría después como “el virus polar” que no era más que una atracción desmedida por unos parajes que tras su regreso le habían hecho escribir: “Nunca en mi vida vi una tierra tan lúgubre y desolada, espero no naufragar nunca en semejante lugar dejado de la mano de Dios”. Palabras que con el tiempo acabarían siendo una desdichada premonición.

En 1878, otro enamorado de los viajes de exploración, James Gordon Bennett Jr., editor del New York Herald, el hombre que entre otras cosas pagó de su bolsillo la expedición de Henry Morton Stanley en busca del doctor Livingstone, decidió embarcarse en una de las grandes aventuras pendientes, la conquista del Polo Norte. Para ello, compró una vieja cañonera a vapor británica, la HMS Pandora, que ya tenía veinte años por aquel entonces y había participado en alguna expedición anterior al Ártico, la rebautizó como USS Jeannette y, lo más importante, consiguió que el Congreso de los EEUU le cediese una tripulación de la Armada pese a ser una empresa pagada con capital privado.

Antes de iniciar el viaje cuyo objetivo era el polo, pero también la búsqueda del buque sueco Vega) , la Jeannette fue totalmente acondicionada para su nueva misión. Se reforzó el casco y se le puso un nuevo motor de vapor. Además, De Long embarcó gran cantidad de zumo de lima y frutas y verduras enlatadas, tratando de evitar una de las grandes plagas de las anteriores expediciones polares, el escorbuto. También llevaban carne enlatada y todo tipo de provisiones para un viaje que podía durar varios años.

La Jeannette
La Jeannette partió de San Francisco el 8 de julio de 1879 con una tripulación formada por 5 oficiales, 23 marineros y 3 civiles, científicos todos ellos pertenecientes a la Institución Smithsoniana, que pretendían aprovechar el viaje para realizar todo tipo de estudios biológicos, astronómicos y meteorológicos. Una novedad de la expedición era la ruta elegida. Hasta entonces la mayoría de los intentos de llegar al Polo Norte o cruzar el paso del Noroeste se habían iniciado por el Atlántico, mientras que la Jeannette lo hacía por el Pacífico, yendo primero hacia Alaska, donde embarcarían 2 conductores inuit con sus perros y trineos, para dirigirse luego hacia la entrada del estrecho de Bering, en el que se internó finalmente el 27 de agosto.

Tras navegar hacia las costas siberianas durante unos días, la Jeannette quedó finalmente atrapada por los hielos el 4 de septiembre, en las cercanías de la isla de Wrangel. Durante los siguientes 21 meses sería arrastrada por la deriva de la banquisa polar hacia el noroeste, lo que en principio era beneficioso puesto que les acercaba poco a poco a su objetivo. Durante ese tiempo se cartografió gran parte de las costas siberianas, se demostró que la isla de Wrangel no formaba parte del continente asiático y se descubrieron tres islas a las que se les dio el nombre de Jeannette, Henrietta y Bennett, aparte de realizarse gran cantidad de experimentos científicos.

James Gordon Bennett Jr
Por lo que sabemos, las primeras dificultades llegaron en mayo de 1881 cuando algunos miembros de la expedición empezaron a mostrar un cuadro de dolores abdominales y debilidad invalidante que había sido ya sufrido por otros exploradores anteriores y que sería una de las causas del desastre de la expedición de Franklin, más tarde achacado en los años ochenta con del siglo XX al envenenamiento por el plomo de las soldaduras de las latas que contenían los alimentos. Lo cierto es que el primero que asoció el cuadro a la intoxicación por plomo fue James M. Ambler, el cirujano de la Jeannette, quien lo dejó reflejado en el diario del capitán De Long, y con posterioridad ello sería aceptado en las conclusiones de la comisión que investigó la expedición en 1883.

Finalmente el 12 de junio la Jeannette quedó aplastada por los hielos en algún lugar del mar de Laptev y los hombres tuvieron que tratar de ganar la costa siberiana en los tres botes que llevaba la nave, encontrándose muchos de ellos enfermos y contando solo con los pocos víveres que pudieron cargar en las pequeñas embarcaciones de salvamento.

Tras avanzar por el hielo en penosas condiciones, consiguieron llegar a mar abierto donde, para colmo, una tormenta hizo que se perdiera uno de los botes con los 8 hombres que iban en él. Además la tempestad hizo que los otros dos botes quedaran separados y fueran a llegar a tierra en diferentes partes del delta del río Lena. El primero de ellos, al mando del jefe de ingenieros George W. Melville consiguió finalmente llegar a un lugar habitado, y él y sus 11 hombres se salvaron. El grupo de De Long, en el otro extremo del delta, no tuvo tanta suerte. Hambrientos y enfermos, sus hombres no encontraron ningún poblado nativo, y aunque debió de ser una tortura para ellos hallarse en una zona no del todo desierta en la que encontraban a menudo restos dejados por seres humanos, tuvieron que sobrevivir en mitad de la tundra con lo poco que cazaban y acabaron incluso comiéndose a Snoozer, el perro del capitán, para verse reducidos luego a subsistir con líquenes e incluso suelas de zapato antes de perecer todos de inanición salvo dos de ellos a quienes De Long mandó en busca de ayuda.

Fridtjof Nansen
Finalmente, un año después, en marzo de 1882, el equipo de búsqueda encabezado por Melville encontró los restos de sus compañeros y los enterró, descubriendo además el diario de De Long, cuya última entrada, la del 30 de octubre, cuenta escuetamente que dos hombres han muerto aquella noche, y otro agoniza aunque no parece que barruntara aún la inmediatez de la propia muerte para dejar un mensaje más sentido, como el que dejaría después Robert Scott en otra ocasión similar. Resulta más trágico aún si cabe pensar que, después de tantas penalidades, la supervivencia de uno de los grupos acabase dependiendo simple y llanamente de la fortuna de desembarcar en el lugar adecuado. El diario sería más tarde publicado por la esposa de De Long bajo el título de The Voyage of the Jeannette (1884) , además Melville relató también sus aventuras en In the Lena delta (1885).

Si bien el viaje de la Jeannette sirvió para cartografiar una de las pocas zonas que aún permanecían ocultas para el ser humano, la principal consecuencia de la malograda expedición llegaría a partir de 1884 cuando restos del barco fueron encontrados en la costa occidental de Groenlandia. Aquello venía a demostrar que la banquisa polar no era estática sino que sufría una deriva que iba desde las costas de Siberia a las de Groenlandia. Basándose en ese hallazgo Fridtjof Nansen llevó a cabo su famoso viaje en el que el Fram repitió, esta vez dejándose atrapar a propósito por el hielo, entre 1893 y 1896 el viaje de la Jeannette.

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ALGUNAS FUENTES

Jose Antonio del Valle | 11 de noviembre de 2009

Comentarios

  1. Tip
    2009-11-11 11:00

    Gran artículo, gracias.


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