Jose Antonio del Valle escribe la bitácora Vidas Ajenas y ha colaborado en www.Stardustcf.com y www.Bibliopolis.org. Los anales perdidos se publica el día 22 de cada mes y trata de ser una mirada a personajes e historias medio olvidadas por el tiempo.
Cualquiera que se haya pasado por estas páginas sabe que uno de mis temas favoritos es la exploración del mundo, y últimamente he estado leyendo algunos libros sobre una época que casi siempre damos por conocida sin pensar demasiado en ella y que sin embargo proporciona algunas de las páginas más interesantes de la historia de la humanidad, estoy hablando de la época de los primeros descubrimientos, no solo el de América, porque se puede decir que el proceso que llevó a descubrir el mundo había empezado ya mucho antes. Podemos iniciar esta historia con Bartolomé Díaz doblando el cabo de Buena Esperanza en 1488 y dejando despejada la ruta hacia la India, aunque el proceso lo habían empezado los portugueses bastante antes.
Cuando Colón llegó a Guanahani o San Salvador en lo que hoy son las Bahamas el 12 de octubre de 1492 (cultura de trivial) en realidad no estaba haciendo sino confirmar algo que llevaban rumiando muchos eruditos europeos desde hacía tiempo, que el océano Atlántico era navegable y que se podía llegar a otras tierras por él, ya fuera a las Indias, como Colón siguió creyendo hasta su muerte, o a unas tierras totalmente nuevas. La originalidad de Colón está, más que en la idea de viajar hacia poniente, en ser el primero en haber reunido la tozudez y los conocimientos de navegación, como por ejemplo la dirección de los vientos según la zona del Atlántico, necesarios para llevar a cabo el viaje. Ni siquiera fue el primero en intentarlo, en 1487 los portugueses Dulmo y Estreito partieron en una expedición hacia occidente cuyo final sigue siendo un misterio hoy en día.
Al llegar Colón a América, hacia tiempo que había surgido un tipo de hombres al que él mismo pertenecía, italianos en su mayoría, que supieron ver cómo el centro del mundo se estaba desplazando desde Venecia y la península italiana hacia la costa atlántica gracias a los portugueses, y que se jugaron vida y hacienda por hacerse ricos en el proceso. A ese grupo pertenecen además de Colón otros como Américo Vespucio y John Cabot. Gracias a ellos, en menos de 10 años se iba a descubrir y prácticamente cartografiar todo un continente nuevo.
Todos ellos supieron ser sobre todo grandes charlatanes, capaces de venderle su particular negocio a las casas reales europeas echándole al asunto grandes dosis de imaginación y desparpajo. Así, en su primer viaje Colón solo descubrió las Bahamas, Santo Domingo (La Española) y Cuba, islas todas ellas pobladas por gentes que no se parecían en nada a los súbditos del Gran Khan que andaba buscando ni, por supuesto, poseían las riquezas que esperaba poder traer de haber llegado de verdad a la India. Con todo, y pese a perder la Santa María en el proceso, a su vuelta consiguió que los reyes de España le confirmaran en todos los títulos que le habían concedido en las capitulaciones previas al viaje, y además le financiaran un segundo viaje esta vez con 17 naves a su cargo.
En el segundo viaje, entre 1493 y 1496 Colón encontró el fuerte de Navidad que había construido con los restos de la Santa María quemado, y a los hombres que había dejado, asesinados; fundó la colonia de La Isabela en Santo Domingo y descubrió Puerto Rico y Guadalupe, aparte de explorar casi toda Cuba, poniendo de manifiesto que era una isla, aunque al regresar hizo jurar a toda su tripulación bajo amenaza de cortarles la lengua y firmar un documento en el que declaraban que Cuba era una península que formaba parte del continente asiático.
En 1494 se firmó el tratado de Tordesillas, por el que el Papa dividía las tierras a descubrir entre España y Portugal por una línea imaginaria situada a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Sin embargo, el mismo año que Colón regresaba de su segundo viaje, se vio claro que los demás reyes de Europa no estaban dispuestos a respetarlo cuando Enrique VII de Inglaterra concedió una patente a John Cabot para que intentara llegar a las Indias por occidente. John Cabot, o Giovanni Cabotto, o Juan Caboto, era un ciudadano veneciano, genovés de nacimiento y amigo de Colón, que había tenido que salir huyendo de Italia por sus deudas y que había fracasado posteriormente en la construcción de un puerto nuevo en Valencia y un puente sobre el Guadalquivir en Sevilla, antes de acabar recalando en el puerto británico de Bristol. Cabot era otro encantador de serpientes que no dudó en mentir al rey británico sobre sus presuntos viajes por Asia, que incluían uno a La Meca prácticamente descartado por todos los historiadores como una fantasía, para engordar su currículum. En el verano de 1496 partió de esa localidad en su primer viaje a occidente, aunque tuvo que volver sin hallar tierra por el mal tiempo y los vientos adversos de aquellas latitudes.
Mientras tanto, en 1495 los Reyes Católicos le habían quitado a Colón su exclusiva sobre las Indias, limitándola a la isla de la Española y algunas posesiones más. Hasta entonces solo se habían mandado las flotas de Colón y otras tres para llevar suministros a las nuevas colonias, pero a partir de ese año cualquiera podía proponer un proyecto de exploración con la única limitación de tener la nacionalidad de alguno de los reinos que gobernaban Fernando e Isabel. La primera de estas flotas, mandada por Jorge de Sosa, partió en febrero de 1496, aunque no llegó mucho más allá del estrecho de Gibraltar por culpa de una gran tormenta que les hizo regresar. Algo parecido le había sucedido a Bartolomé Colón el año anterior, cuando un huracán barrió la flota que tenía preparada para navegar hacia el norte de La Isabela y que podría haber sido la primera en tocar la península de Florida y el continente americano de no haber sido por los elementos.
Así las cosas, no habría habido nuevos descubrimientos hasta el tercer viaje de Colón de no ser porque en 1497 John Cabot logró en su segundo intento llegar hasta las costas de América del Norte, si bien no está muy claro si llegó hasta la península del Labrador, con lo que habría sido el primero en tocar la masa continental americana, o solo hasta la isla de Terranova, que es lo que parecen creer casi todos los historiadores, y es que, a diferencia de Colón, Cabot no dejó unos diarios de su puño y letra, y lo que se conoce de sus viajes es por crónicas y cartas de segunda mano.
Y llegamos al que probablemente sea el año clave en la era de los descubrimientos, 1498. En el se produjeron el tercer viaje de Colón, el tercero de Cabot y la llegada a la India bordeando África del portugués Vasco de Gama. Colón partió esta vez con cuatro naves y llegó a Trinidad y la desembocadura del Orinoco en lo que denominó golfo de Paria. En ese punto sufrió lo que debió de ser uno de los mayores golpes de su carrera, al ver como la corriente de aquel río hacía dulce el agua del mar y por tanto debía tener un caudal que solo se podía deber a un río que fluyera por una enorme masa continental. En vez de reconocer que no estaba ante las Indias, Colón decidió, o al menos así lo escribió, que se encontraba ante el Paraíso Terrenal, además ideó la teoría de que la tierra tenía en realidad forma de pera, y que en esos momentos se encontraban en el pezón de aquella fruta. Aquello explicaba por qué habían tardado demasiado tiempo en cubrir una distancia que para él era mucho menor de lo que parecía, habían estado navegando en cuesta arriba. Los historiadores aún discuten si estos despropósitos se los creyó de verdad o eran causados por las fiebres que le atacaron en aquella época e hicieron que tuviera que volver a Santo Domingo, donde permanecería hasta que tuvo que volver a España en 1500 cargado de cadenas por su lamentable gobierno de la isla.
Al mando de la primera expedición de Vespucio en 1499 iba el conquense Alonso de Ojeda. Veterano de la guerra de Granada y los viajes de Colón, Ojeda se había ganado justa fama de sanguinario y sediento de oro en La Española. De hecho la expedición de 1499 iba en busca de unas presuntas pesquerías de perlas que Colón había encontrado en su anterior expedición. El viaje de Ojeda y Vespucio fue el primero de los denominados viajes menores o andaluces, que acabarían sacando a la luz el contorno del Nuevo Mundo. Se supone que Ojeda navegó por las costas de lo que hoy son Venezuela y Colombia mientras Vespucio seguía hacia el sur, aunque esa última parte es bastante discutida como ya dije antes.
Y así llegamos al cambio de siglo y a lo que será el final de nuestro particular viaje con los primeros descubridores. El hito que marca el fin del trayecto es la composición ese mismo año del mapa de Juan de la Cosa. De la Cosa había participado al menos en los dos primeros viajes de Colón y en el de Ojeda de 1499 junto a Vespucio. El mapa de Juan de la Cosa muestra por primera vez América como una masa continental, aunque deja abierta la posibilidad de que existiera un paso en Centroamérica hacia el Pacífico (descubierto en 1513 por Vasco Nuñez de Balboa) en la zona que aún no se había explorado. En ella podemos ver sintetizados los descubrimientos de los exploradores que hemos ido nombrando más arriba. El perfil de Norteamérica, supuestamente conocido por los viajes de Cabot y de donde surge la duda de si este regresó o bien fue apresado y ejecutado por los españoles, aunque puede proceder también de los hermanos Corte Real y navegaciones portuguesas más o menos secretas, presenta una forma que denota una casi total carencia de información, en la que no aparece por ejemplo el golfo de México ni la península de Florida, que sería descubierta en 1513 por Ponce de León. Vemos, eso sí, banderas inglesas en la zona del norte explorada por Cabot. En cambio se muestran bien cartografiadas las Antillas y Cuba aparece como una isla, aunque De la Cosa fue uno de los que tuvieron que poner por escrito que era parte de Asia. En cuanto a la costa de América del Sur, la zona más septentrional aparece bien cartografiada, aunque el extremo sur no se conocería en profundidad hasta épocas posteriores.
ALGUNAS FUENTES: