Jose Antonio del Valle escribe la bitácora Vidas Ajenas y ha colaborado en www.Stardustcf.com y www.Bibliopolis.org. Los anales perdidos se publica el día 22 de cada mes y trata de ser una mirada a personajes e historias medio olvidadas por el tiempo.
De Long fue un marino de la armada de los Estados Unidos que en su primer viaje al Ártico como oficial del USS Juniata, en busca del Polaris de Charles Francis Hall, contrajo lo que su mujer defininiría después como “el virus polar” que no era más que una atracción desmedida por unos parajes que tras su regreso le habían hecho escribir: “Nunca en mi vida vi una tierra tan lúgubre y desolada, espero no naufragar nunca en semejante lugar dejado de la mano de Dios”. Palabras que con el tiempo acabarían siendo una desdichada premonición.
En 1878, otro enamorado de los viajes de exploración, James Gordon Bennett Jr., editor del New York Herald, el hombre que entre otras cosas pagó de su bolsillo la expedición de Henry Morton Stanley en busca del doctor Livingstone, decidió embarcarse en una de las grandes aventuras pendientes, la conquista del Polo Norte. Para ello, compró una vieja cañonera a vapor británica, la HMS Pandora, que ya tenía veinte años por aquel entonces y había participado en alguna expedición anterior al Ártico, la rebautizó como USS Jeannette y, lo más importante, consiguió que el Congreso de los EEUU le cediese una tripulación de la Armada pese a ser una empresa pagada con capital privado.
Antes de iniciar el viaje cuyo objetivo era el polo, pero también la búsqueda del buque sueco Vega) , la Jeannette fue totalmente acondicionada para su nueva misión. Se reforzó el casco y se le puso un nuevo motor de vapor. Además, De Long embarcó gran cantidad de zumo de lima y frutas y verduras enlatadas, tratando de evitar una de las grandes plagas de las anteriores expediciones polares, el escorbuto. También llevaban carne enlatada y todo tipo de provisiones para un viaje que podía durar varios años.
Tras navegar hacia las costas siberianas durante unos días, la Jeannette quedó finalmente atrapada por los hielos el 4 de septiembre, en las cercanías de la isla de Wrangel. Durante los siguientes 21 meses sería arrastrada por la deriva de la banquisa polar hacia el noroeste, lo que en principio era beneficioso puesto que les acercaba poco a poco a su objetivo. Durante ese tiempo se cartografió gran parte de las costas siberianas, se demostró que la isla de Wrangel no formaba parte del continente asiático y se descubrieron tres islas a las que se les dio el nombre de Jeannette, Henrietta y Bennett, aparte de realizarse gran cantidad de experimentos científicos.
Finalmente el 12 de junio la Jeannette quedó aplastada por los hielos en algún lugar del mar de Laptev y los hombres tuvieron que tratar de ganar la costa siberiana en los tres botes que llevaba la nave, encontrándose muchos de ellos enfermos y contando solo con los pocos víveres que pudieron cargar en las pequeñas embarcaciones de salvamento.
Tras avanzar por el hielo en penosas condiciones, consiguieron llegar a mar abierto donde, para colmo, una tormenta hizo que se perdiera uno de los botes con los 8 hombres que iban en él. Además la tempestad hizo que los otros dos botes quedaran separados y fueran a llegar a tierra en diferentes partes del delta del río Lena. El primero de ellos, al mando del jefe de ingenieros George W. Melville consiguió finalmente llegar a un lugar habitado, y él y sus 11 hombres se salvaron. El grupo de De Long, en el otro extremo del delta, no tuvo tanta suerte. Hambrientos y enfermos, sus hombres no encontraron ningún poblado nativo, y aunque debió de ser una tortura para ellos hallarse en una zona no del todo desierta en la que encontraban a menudo restos dejados por seres humanos, tuvieron que sobrevivir en mitad de la tundra con lo poco que cazaban y acabaron incluso comiéndose a Snoozer, el perro del capitán, para verse reducidos luego a subsistir con líquenes e incluso suelas de zapato antes de perecer todos de inanición salvo dos de ellos a quienes De Long mandó en busca de ayuda.
Si bien el viaje de la Jeannette sirvió para cartografiar una de las pocas zonas que aún permanecían ocultas para el ser humano, la principal consecuencia de la malograda expedición llegaría a partir de 1884 cuando restos del barco fueron encontrados en la costa occidental de Groenlandia. Aquello venía a demostrar que la banquisa polar no era estática sino que sufría una deriva que iba desde las costas de Siberia a las de Groenlandia. Basándose en ese hallazgo Fridtjof Nansen llevó a cabo su famoso viaje en el que el Fram repitió, esta vez dejándose atrapar a propósito por el hielo, entre 1893 y 1896 el viaje de la Jeannette.
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ALGUNAS FUENTES
2009-11-11 11:00
Gran artículo, gracias.