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Los anales perdidos por Jose Antonio del Valle

Jose Antonio del Valle escribe la bitácora Vidas Ajenas y ha colaborado en www.Stardustcf.com y www.Bibliopolis.org. Los anales perdidos se publica el día 22 de cada mes y trata de ser una mirada a personajes e historias medio olvidadas por el tiempo.

Puntos Jonbar

Jack Williamson
El mes pasado, al final de la historia de la batalla del bosque de Teutoburgo, decía que para muchos autores esta batalla reviste un especial interés como fuente de especulación sobre qué hubiera pasado si llegan a ganar los romanos. Este ejercicio, el de proponer un hecho histórico y tratar de imaginar lo que habría pasado de seguir los acontecimientos un camino diferente, es una de las “técnicas” que más juego dan a los escritores de ciencia ficción. Las historias que surgen de ella se denominan ucronías, termino acuñado por el francés Charles Renouvier en su obra Uchronie (1876) en la que el cristianismo no triunfa en el Imperio Romano de Occidente, y la cultura clásica sobrevive otros 1000 años. Al acontecimiento que produce el cambio (la victoria romana en la batalla del bosque de Teutoburgo, por ejemplo) se le denomina punto Jonbar en castellano o Jonbar hinge en inglés (hinge es bisagra, lo cual me parece un término mucho más explicativo para el concepto en cuestión), denominación creada en 1991 por Geoffrey Hawthorne en su libro Plausible Worlds: Posibility and Understanding in History and the Social Sciences y que es un homenaje a un escritor de ciencia ficción, Jack Williamson, en uno de cuyos cuentos de los años 30 aparece un personaje, John Barr, que crea dos universos paralelos mediante una elección simple consistente en coger un guijarro o un imán en un momento dado. En uno de esos universos existirá una sociedad utópica llamada Jonbar.

Pese a que la ucronía ha dado a la literatura fantástica algunas de sus páginas más gloriosas, su uso, o el de su equivalente académico, el denominado contrafactual, no ha sido a lo largo de la historia demasiado popular entre los historiadores, que habitualmente lo consideraban (y muchos lo consideran aún) un mero juego de salón. Durante mucho tiempo, el determinismo fue moneda común entre los historiadores, ya sea por creer que la historia tiene como fin el triunfo de su civilización como era el caso de los antiguos historiadores romanos, o que el ser humano se ve dominado por fuerzas superiores religiosas, biológicas o económicas que dirigen la Historia en un determinado sentido y que en última instancia se podrían resumir en unas leyes tan fiables como las de Newton de llegar a tener los datos suficientes. Es curioso sin embargo leer por ejemplo la “Historia de la segunda Guerra Mundial” de Winston Churchill en la que, a pesar de escribir a la antigua usanza, el autor no deja de especular a cada momento sobre lo que hubiese pasado si se hubiese parado los pies a Hitler en Checoslovaquia, si el fracaso de Mussolini en Grecia no hubiese obligado a retrasar el ataque alemán a la URSS, si Gran Bretaña no hubiese conservado para su defensa sus escuadrones de caza durante la batalla de Francia, etc. Y, por lo que cuenta Niall Ferguson en su libro “Historia virtual”, parece que la especulación es moneda común en historiadores tan prestigiosos como Gibbon, que redactó un contrafactual sobre lo que hubiese podido pasar de ser derrotados los francos por los musulmanes en la batalla de Poitiers.

En la actualidad, y al parecer gracias a varias teorías que han alcanzado cierto éxito en la ciencia en general, como pueden ser la mecánica cuántica y la teoría del caos, así como al conocimiento de cómo afectaron ciertas grandes catástrofes al pasado de nuestro planeta y, sobre todo, al avance de la estadística favorecido por el desarrollo de los ordenadores, el uso de los contrafactuales como instrumentos para poner a prueba hipótesis ha conseguido salir de ese “gueto” en el que estaba recluido por la comunidad académica. Evidentemente el contrafactual académico sigue siendo muy diferente a la ucronía literaria, puesto que se parte siempre de documentación rigurosa y de alternativas que en su día se creyeron plausibles. “Comprender cómo no fue para comprender cómo fue” dice Ferguson. Un ejemplo de lo que digo, quizás el más importante y creo que de lejos el más estudiado es el caso de qué hubiese pasado si la Alemania nazi llega a ganar la Segunda Guerra Mundial. Al final de dicha contienda cayeron en manos de los aliados ingentes cantidades de documentos y archivos que permiten a los historiadores saber con una razonable certeza lo que hubiese pasado de ganar Hitler. Ello, aparte de lo que pueda significar para los historiadores, también nos ha dado al público en general obras tan entretenidas como “Patria” de Robert Harris que, si bien en lo literario no deja de ser un thriller pasable, es una maravilla (para mi gusto) en cuanto a ambientación y documentación.

Y con ello pasamos a la otra vertiente del tema, las ucronías literarias, que tienen como ventaja sobre los contrafactuales la libertad que se le permite al autor a la hora de elegir su punto Jonbar y desarrollar su historia paralela. Dice Alfonso Merelo que una buena ucronía debe partir de una documentación exhaustiva y de unos presupuestos plausibles. La verdad es que en mi opinión ambas cosas se pueden pasar por alto y obtener buenos resultados. La experiencia me dice que muchas veces una excesiva documentación acaba por hacerte pensar que en realidad las cosas solo pudieron suceder como sucedieron. Por ejemplo, la ucronía típica en España es aquella en que la República gana la Guerra Civil. El punto Jonbar del que parten al menos un par de novelas sobre el tema es que el ejército republicano gana la batalla del Ebro y luego la guerra. Por más que leo y releo sobre el tema me parece que en la batalla del Ebro la República estaba perdida, es decir según gano en documentación la cosa se me hace menos plausible. Para mi gusto sería más probable por ejemplo que el ejército republicano hubiese envuelto al de África llegando hasta Navalcarnero en la batalla de Brunete y hubiese ganado la guerra de un golpe prácticamente en 1937 pero me pongo a leer más sobre el tema y… ay, Dios.
Lo mismo me sucede cuando leo historias en las que la Guerra de Secesión Americana la ganan los confederados tras la victoria en tal o cual batalla (suele ser Gettysburg en este caso) y se hace caso omiso del potencial industrial del Norte que a la larga habría acabado dándole la victoria de todas formas. En general es muy difícil encontrar un punto o causa sencilla que le de plausibilidad absoluta a los cambios que vas a relatar y suele ser necesario cierto “voto de confianza” por parte del lector, salvo en honrosas excepciones.

Con todo, evidentemente Alfonso tiene razón. No se puede pretender escribir ningún tipo de ficción sin un mínimo de plausibilidad y documentación, y lo que pasa es que uno es bastante maniático en ese sentido. Aunque por otra parte hay historias que funcionan muy bien sin tener que escribir un tratado sobre la época de la que partimos, porque se puede perfectamente suplir con la imaginación del autor como sería el caso de “Ñ” de David Soriano, en la que la Peste Negra arrasó Castilla y gracias a ello Cataluña logró la hegemonía en una España (Espanya) en la que se habla catalán, el dictador de turno se llama Feliubadaló en vez de Franco, y los separatistas son los mesetarios. Es además un ejemplo de lo que podríamos llamar ucronía simétrica en el sentido de que, partiendo de un punto de divergencia, los acontecimientos del universo paralelo son muy parecidos o iguales a los del nuestro cambiando algunas cosas (en este caso Castilla por Cataluña) en contraposición con la asimétrica en la que lo que ocurre tras el punto Jonbar es completamente diferente. Creo que las segundas requieren un mayor esfuerzo de la imaginación del autor; aunque “Ñ” es el ejemplo de que las primeras también pueden ser muy originales y, además, suelen ser más divertidas porque son el marco ideal para la sátira y la parodia.

Por otra parte la ucronía según muchos autores es “cosa de perdedores”. Dice Eward Carr que “estas especulaciones contrafactuales suelen darse en los que no están conformes con lo ocurrido o se vieron perjudicados de alguna forma por los sucesos que pretenden modificar”. Y es cierto que los universos paralelos creados a partir de presupuestos como “la República ganó la Guerra civil” suelen ser mejores (algunos hasta utópicos) si el que los escribe tiene afinidad con los que perdieron en realidad. En una mesa redonda de la pasada Semana Negra de Gijón, el escritor francés Jerome Leroy, nos avisaba a los participantes, causando gran revuelo, de que en realidad lo que hacíamos al escribir una ucronía era muy parecido al revisionismo de los que niegan el Holocausto. Leroy es escritor de ucronías, y lo decía para tratar de avivar un poco la discusión del momento pero, reflexionando a posteriori, la verdad es que no le faltó razón por más que la mayoría de las veces y sobre todo en el mundo de la literatura fantástica suela predominar la intención de entretener sobre cualquier otro tipo de disquisición filosófica o política. Aunque me parece que desde ahora voy a tener mucho más cuidado con lo que escribo.

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ALGUNAS FUENTES

Jose Antonio del Valle | 11 de enero de 2007

Comentarios

  1. Alfonso Merelo
    2007-01-11 09:43

    Muy ajustado tu artículo a lo que yo entiendo por ucronía. Particularmente me gustan más las ucronías que explican el por qué del cambio histórico. Y si además este es “lógico” en el contexto histórico pues mucho mejor, aunque reconoco que una buena historia se puede disfrutar perfectamente sin que las premisas de cambio sean claras. Reconozco que este subgénero es una de mis debilidades literarias. Por cierto hay una película titulada CSA, CONFEDERATE STATES OF AMERICA, de Kevin Wilmott que narra, en forma de falso documental, la victoria del sur en la guerra y la evolución hasta la actualidad de esos CSA

  2. Jose Antonio del Valle
    2007-01-11 10:56

    Al final me parece que me he perdido un poco en contar la experiencia personal. Pero es lo que tienen las columnas. Desde luego tus artículos o el de Juanma son mucho más completos. A mí también me gusta mucho el tema. La película que citas aún no la he visto, pero la tengo por ahí.

  3. Small Blue Thing
    2007-01-14 01:26

    Me parece que en esto caemos en una parte de la definición del concepto (sí, no estoy muy fluida, son las tantas y me duelen los pies): el por qué de la ucronía. Si construimos un relato de ficción, tenemos que trabajar con posibilidades, no con “plausibilidades”. Dependemos, también, de si la ucronía es el fondo de una historia o la historia en sí; con lo que el nivel de libertades que nos permitamos deberá variar necesariamente…

    Me encanta lo de Feliubadaló y los nacionalistas mesetarios. ¡Como en el primer episodio de MacGiver! :D

  4. Jose
    2007-01-14 01:55

    ¿Entiendo que lo “posible” es lo que objetivamente podría haber sucedido y lo “plausible” es lo que el lector se podría tragar como que podría haber sucedido? Es que si no hablamos el mismo idioma… XD

  5. desdeniad1000
    2007-08-14 20:14

    Soy republicano y creo que lo9s fascistas son unos criminales de guerra que se tendrian que pudrir en el infierno ,viva la republica.


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