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Los anales perdidos por Jose Antonio del Valle

Jose Antonio del Valle escribe la bitácora Vidas Ajenas y ha colaborado en www.Stardustcf.com y www.Bibliopolis.org. Los anales perdidos se publica el día 22 de cada mes y trata de ser una mirada a personajes e historias medio olvidadas por el tiempo.

Memorias de un agente indiscreto

Ángel Alcázar de Velasco en los años 30
Hace algún tiempo escribí aquí mismo una columna sobre Miguel Ezquerra, el jefe de los españoles que presuntamente defendieron el búnker de Hitler hasta el final. No conocía por aquel entonces casi nada de otro español que también estuvo en Berlín durante los últimos días del nazismo según sus memorias. Se trata de Ángel Alcázar de Velasco, cuya trayectoria vital es mucho más entretenida si cabe que la de Ezquerra, con el que compartió sin duda cierta tendencia a “adornar” los hechos que relata por decirlo de una manera suave. En ambos casos no obstante hablamos de personajes no demasiado conocidos cuyas vivencias bien merecen una entrada aquí aunque, y en eso Alcázar de Velasco se lleva la palma, estén plagadas de embustes que son perfectamente detectables a poco que se profundice.

En el caso de Alcázar de Velasco he utilizado dos de sus libros: Los 7 días de Salamanca y Memorias de un agente secreto, hoy casi inencontrables, aunque no tanto como otras de sus obras como Martín Borman did not die in Berlin: I took him to South América (París, 1960), de las cuales se puede encontrar retazos en diversas páginas de internet. Además de lo contado por el mismo personaje, se puede leer un relato seguramente más cercano a la realidad en algunos de los libros que van en la bibliografía al final.

Ángel Alcázar de Velasco nació en Mondéjar (Guadalajara) en 1909 y, según sus memorias, se le metió en el cuerpo el gusanillo del espionaje a la tierna edad de 7 años, cuando uno de los caciques de su pueblo le mandó a llevar un mensaje a cierto militar con el que pretendían apañar unas elecciones de la época de Alfonso XIII. Aparte de eso, parece que ejerció de tabernero y luego de novillero siempre con la idea de ganar dinero para poder estudiar, cosa que consiguió, licenciándose en Filosofía y Letras por la Universidad de Salamanca en 1932.

Wilhelm Canaris
Falangista desde la fundación del partido por José Antonio Primo de Rivera, parece que en 1934 ejerció labores de informador para éste en la revolución de Asturias, lo que le valió ser condecorado con la Palma de Plata por el mismo fundador. También durante esos años empezó a ejercer el periodismo en la prensa falangista y el diario La Nación, viajando como corresponsal entre otros lugares a la guerra de Abisinia, y conoció, siempre según sus memorias, al alemán Wilhelm Oberbeil, quien le introduciría en el Abwehr, el servicio secreto del almirante Canaris, en Berlín en 1935.

Aparte de su profesión de periodista, Alcázar ejerció de pistolero de Falange, cosa que reconoce abiertamente en sus libros, y durante algún tiempo se le acusó de ser el asesino del teniente Castillo, algo imposible porque, aunque en sus memorias afirma que lo habría hecho con gusto, por aquellas fechas estaba ya preso en la cárcel de Larrínaga, en Bilbao, donde le pilló además el 18 de julio de 1936.

De la prisión se fugó con ayuda de un funcionario y “a tiro limpio” según él, cuando lo iban a trasladar. Una vez en la zona rebelde, a las órdenes del Jefe Nacional de Prensa Vicente Cadenas, vuelve a ejercer el periodismo.
El 12 de abril de 1937 viaja desde el frente, donde ejercía de corresponsal, para entrevistarse con Manuel Hedilla, Jefe Nacional de Falange, que por aquel entonces trataba de conseguir apoyos en el norte para un Consejo Nacional en el que iba a poner en juego su cargo frente a algunos miembros del partido que le consideraban un patán, y que por haber sido en vida más próximos a José Antonio, pensaban que tenían más derecho a dirigirlo. Alcázar relata este viaje en su libro Los 7 días de Salamanca y los hechos transcurridos desde que llegó a esta ciudad el día 14. La situación en la capital del Tormes era tensa, Falange estaba dividida en dos bandos: el Hedillista, al parecer apoyado por la embajada alemana, y que tenía las simpatías de Alcázar hasta cierto punto, y el que comandaban Agustín Aznar, Sancho Dávila y Rafael Garcerán. Además estaba el Cuartel General de Franco, que se dedicaba a meter cizaña extendiendo rumores sobre ambos bandos, como la de un posible atentado contra Hedilla, con intención de provocar el enfrentamiento para luego acudir como salvadores y únicos capaces de dirigir el bando rebelde, como al final ocurriría. En su libro, Alcázar de Velasco lo ve venir y al menos en un par de veces propone el asesinato de Franco como única salida para que Falange no quedara subordinada a él.

Finalmente el día 16 los antihedillistas deponían al Jefe Nacional y nombraban un triunvirato formado por ellos mismos. Esa misma noche, al ir los hedillistas a detener a Garcerán y Dávila, fueron recibidos a tiros. En la refriega murieron dos falangistas y estuvo a punto de estallar una pequeña guerra civil dentro de la grande, como pasaría luego en Barcelona en el bando republicano.
Al día siguiente, el Cuartel General, una vez reprimidos los disturbios, aprovechaba para imponer la unificación de todos los partidos del bando rebelde bajo el mando de Franco.

Martin Borman
Alcázar de Velasco, no sería detenido hasta el 25 de mayo en San Sebastián. Juzgado por “rebelión militar”, fue condenado a cadena perpetua aunque su participación en los hechos había sido muy escasa al simpatizar por ambos bandos casi por igual.
Tras pasar por varias cárceles, acabó llegando al castillo de San Cristóbal, cerca de Pamplona, donde se vio envuelto en la mayor fuga de presos republicanos de la guerra. El 22 de mayo de 1938 algunos prisioneros del castillo lograron deshacerse de sus guardianes, y 795 de ellos escaparon mientras Alcázar de Velasco y un soldado que venía a dar el relevo a sus compañeros corrían a la ciudad para avisar de la fuga. Al final, solo tres de los fugados lograron llegar a Francia, muriendo 207 a tiros en la persecución organizada por los montes cercanos. Más tarde Alcázar alardearía de haber reprimido él solo la fuga armado con una escopeta. El caso es que su delación le valió que se le redujera la pena a solo dos años.

En enero de 1940 lo encontramos convertido en jefe de prensa del Instituto de Estudios Políticos en Madrid gracias a su mistad con Ramón Serrano Suñer, al que acude Oberbeil para proponerle ir a Londres como espía del Abwehr. Alcázar decide hablar con el embajador británico Samuel Hoare, presentándose como un falangista antifranquista dispuesto a derrocar el régimen. Según Alcázar, en principio se envió a Gran Bretaña a un tal Miguel, como agregado de prensa de la embajada, quien se dedicó a espiar para los alemanes, remitiendo sus informes escritos con tinta invisible a través dela valija diplomática. Mientras tanto, Alcázar creaba una red de espías en España, que se encargaba de informar a los alemanes del paso de barcos británicos, de conseguir información de empleados de las embajadas inglesas y, finalmente, de un plan para volar el peñón de Gibraltar, para lo que viajó a nuestro país el mismo almirante Canaris, al que Alcázar cuenta que llevaba de tablaos flamencos.

En el verano de 1940 Alcázar tuvo que viajar en persona a Londres. Miguel había resultado ser un buen agente, pero también era un borrachín que se había dado a la buena vida poniendo en riesgo la misión y, como resultado, le hicieron volver y al final no tuvo más remedio que alistarse en la División Azul para no caer en desgracia definitivamente. En Londres, nuestro hombre se tenía que entrevistar con un general escocés y un conde que al parecer estaban dispuestos a trabajar para los alemanes. Además estableció contacto con un galés llamado Williams y se entrevistó con Anthony Eden para organizar la llegada de guerrilleros antifranquistas a España. En plena batalla de Inglaterra, Alcázar cuenta como por las noches visitaban los lugares bombardeados para luego informar a los alemanes de los resultados y de dónde debían atacar la siguiente vez.
En el otoño de 1940 el Abwehr le ordenó a Alcázar de Velasco contactar con el general De Gaulle, su misión consistía en hacerle llegar millones de libras que provenían de un falso empresario francés adicto a la causa de la Francia libre. En realidad los alemanes pretendían devaluar la moneda británica mediante la introducción masiva de dinero falso.

Alcázar de Velasco en los 70
A todo esto, en sus memorias Alcázar se pasa la mitad del tiempo cruzando el canal de la Mancha en un submarino alemán al que llama “Rafael” como si la Royal Navy no existiera, y parece que los espías alemanes entraban y salían de Inglaterra a sus anchas sin problemas.
Durante su estancia en Gran Bretaña, Alcázar entró también en contacto con el ambiente de los ocultistas británicos. En sus memorias relata la visita a un tal profesor Werkatzbo y luego a un doctor Machen (supongo que se refiere a Arthur Machen) relacionado con la teosofía y a través de los cuales Alcázar nos cuenta su particular visión conspiranóica de la guerra como enfrentamiento entre los poderes ocultos del Vril o el Wel, representados por los nazis, que defendían la civilización europea frente al “Gran Kahal” judío. Hay que decir que en sus escritos se ve que Alcázar es profundamente antisemita; para él, tanto los aliados occidentales como los soviéticos trabajaban para la conspiración judía internacional.

En diciembre de 1940 tuvo lugar una reunión en Algeciras entre el almirante Canaris y el jefe del OSS americano, que dio al traste con la operación de Gibraltar por la traición del jefe del Abwehr. O al menos es lo que cuenta Alcázar, aunque por esas fechas el OSS no existía todavía. Sea como fuera, en marzo de 1941, Alcázar empieza a trabajar para Walter Schellenberg, jefe del espionaje de las SS, encuadrado en la RSHA, la seguridad de las SS, que Alcázar confunde continuamente en sus memorias con la RuSHA, la oficina para la pureza de la raza. Su objetivo es desenmascarar a Canaris.

En diciembre de 1941, en un viaje a Sudamérica, entra en contacto con los japoneses, y crea una red de espías a su servicio en el continente.
De nuevo en Inglaterra cuenta como engaña una y otra vez al Mi5 británico de manera que no les queda otro remedio que intentar que se pase a su bando tras felicitarle. Finalmente en junio de 1942, al parecer tiene que huir del país por la traición de uno de sus agentes, al que llama Luis Simpelo. Delación que acaba convirtiendo en un triunfo al entregarles a los británicos información falsa. La detención de Simpelo causa un gran revuelo internacional.

En junio de 1943 es llamado a Berlín para explicar al mismo Hitler la información de uno de sus agentes por la que saben que los americanos tienen la bomba atómica. De camino tiene que saltar en paracaídas de un avión, y nos explica su horror ante los efectos que iba a tener la radiación, lo que nos demuestra que miente, dado que esos efectos no se conocerán hasta después del bombardeo de Hiroshima. Hay que recordar que sus memorias son de 1979.

Finalmente en julio de 1944 viaja a Alemania, donde trabajará para las SS y ayudará a la depuración del personal del Abwehr que había sido disuelto en febrero tras el escándalo del caso Solf. Y en Berlín permanecerá hasta el fin de la guerra, estando, según relata, en el búnker de la Cancillería hasta el día 24 de abril del 45, en el que logró salir de la ciudad y llegar a Suiza, desde donde sería repatriado. Eso sí, antes de abandonar Berlín cuenta que oyó a algunos de los defensores del búnker hablando en español, como para hacerle un favor a Miguel Ezquerra por si alguien dudaba de su historia.

En España siguió trabajando para los nazis ayudando a escapar a varios jerarcas. El más famoso de ellos será Martín Borman, al que dice haber llevado a Argentina en un submarino alemán en junio de 1946. Posteriormente trabajará en el diario La Tarde, como corresponsal en París y Buenos Aires, como director del suplemento literario de un periódico mejicano entre 1951, como enviado especial de una agencia francesa por todo el mundo y, finalmente, para la prensa franquista. Trabajos que simultanearía con su condición de espía, que dice no haber abandonado hasta 1958. Sus memorias terminan con la afirmación de que el asesinato de Carrero Blanco lo organizó la CIA, que también habría creado la banda terrorista ETA.
Según la esquela que aparece en una página web ultraderechista, Ángel Alcázar de Velasco murió en mayo de 2001, a los 92 años.

Como probablemente sucedió en el caso de Ezquerra, las aventuras de Ángel Alcázar de Velasco son muy distintas vistas desde otro punto de vista. Afortunadamente en este caso tenemos muchas fuentes que nos hablan de las aventuras reales del espía español.

Walter Schellenberg
En su libro The Deceivers, Thaddeus Holt cuenta como ya el primer agente de Alcázar, aquel Miguel, al que Holt pone el nombre de Del Pozo (Llamado en realidad Miguel Piernavieja del Pozo según Javier Juárez, su nombre en clave para el Mi5 era POGO) fue “alimentado” con información por el espionaje británico a través de varios agentes dobles. Uno de ellos, con nombre en clave GW, es casi con toda seguridad el galés al que Alcázar llama Williams en su libro.
Tras la vuelta a España de Del Pozo, ocupó su lugar Luís Calvo en mayo de 1941 (al que Alcázar, en un alarde de ocurrencia, llama Simpelo y que posteriormente llegaría a ser director del diario ABC), que se hizo cargo de la falsa red de Del Pozo y que, junto con el mismo Alcázar de Velasco, serían en lo sucesivo según el SIS el mejor canal que tuvieron para ofrecer información falsa a los alemanes.
En realidad, y según Javier Juárez, Alcázar solo paso tres meses de los doce que ocupó el cargo de agregado de prensa en Inglaterra, y su llegada a este país fue en enero de 1941 y no en el verano del año anterior como afirma en sus memorias, aunque hay que decir que éstas son muy confusas en lo que a fechas se refiere.

Cuando en diciembre de 1941 se empezaron a descifrar en Bletchley Park las máquinas Enigma del Abwehr, la información obtenida hizo sospechar a los ingleses que la red de Alcázar pudiera ser más amplia de lo que pensaban. En febrero de 1942 Calvo fue detenido en medio de un gran escándalo. Sus interrogatorios confirmaron que la red de Alcázar no estaba en realidad formada más que por agentes dobles puestos por el Mi5, que perdió de esta manera una de sus mejores herramientas.


En junio de 1942 Alcázar empezó a vender información al embajador japonés, proporcionada por una presunta red de agentes que mantenía en América. En realidad solo tenía tres agentes en los EEUU que nunca le enviaron información alguna, inventándose él mismo la que les ofrecía a los japoneses. Todos los agentes de Alcázar en América estaban controlados de cerca por el FBI, que hasta creó un dispositivo especial, la operación SPANIP, para ello. Al menos uno de esos agentes, José María Aladrén (nombre en clave ASPIRIN) trabajó como agente doble para los servicios de información americanos, llegando incluso a ir a España para crear su propia red cuando Alcázar se fue a Alemania.

Porque en julio de 1944 Alcázar viajó a Alemania sí, lo que no cuenta en sus memorias es que lo hizo ante la presión de los aliados, que obligó a Franco a encarcelar o expulsar a los espías nazis.

Algunos otros episodios de los que relata Alcázar son comprobables por otras fuentes, como su colaboración con el RSHA, por la que se vio envuelto en la Operación Willi en la que la gente de Walter Schellenberg intentó secuestrar al duque de Windsor en Portugal. Con su presencia en el búnker, sin embargo, pasa lo mismo que en el caso de Ezquerra, no hay testimonios fuera de sus memorias que la corroboren.

En otra obra consultada, Madrid, Londres, Berlín. Espías de Franco al servicio de Hitler de Javier Juárez, se nos habla además del verdadero carácter de Alcázar, según se ve, muy lejano al del héroe a lo James Bond que él mismo pensaba que era. Al parecer nuestro hombre no se privaba de demostrar en público su querencia por los nazis, se dejó ver con muchos británicos pronazis y hasta llegó a entrar en un club de Londres vestido de falangista, todo un ejemplo de discreción para ser agente secreto. Pero es que además se relacionaba constantemente con sus agentes secundarios a la vista de todo el mundo, rompiendo cualquier posible estanqueidad de la red, e incluso les escribía cartas con órdenes sin cifrar que, al ser estos agentes topos del Mi5, iban poco a poco cavando su propia tumba. Además, la valija diplomática era también controlada por el Mi5, que hasta llegó a hacerse con un diario que el mismo Alcázar llevaba sin ningún tipo de precaución. Por todo ello, evidentemente lo único que causaba en los agentes británicos era hilaridad, desde luego nunca le pidieron que se uniera a ellos porque, de hecho, ya trabajaba para ellos sin saberlo.

Hay que tener en cuenta que el Mi5 tenía en sus “relaciones” con el espionaje español a algunos de sus mejores hombres, como Kim Philby y Tomás Harris , el controlador de Juan Pujol (GARBO) que sí que fue un agente secreto realmente fundamental para el desarrollo de la guerra. Harris afirma que los servicios secretos británicos tuvieron controlados a todos los agentes enemigos prácticamente nada más empezar la contienda y, a juzgar por la historia del Alcázar de Velasco, parece razonable pensar que así fue.

Por lo demás, lo que no se le puede negar a nuestro protagonista es que tenía una gran imaginación. De la comprobación de la muerte de Borman en 1998, que parece incuestionable, ya hablamos en la columna dedicada a Ezquerra, pero Alcázar de Velasco afirma además cosas como que en 1946 los nazis disponían todavía de una flota de más de 30 submarinos, o que Martín Borman drogó y sacó a Hitler del búnker, y que él mismo lo vio en 1953 vivo aunque, eso sí, bastante avejentado.

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ALGUNAS FUENTES

  • Alcázar de Velasco, Ángel:Los 7 días de Salamanca. G. Del Toro. Madrid, 1976.
  • Alcázar de Velasco, Ángel:Memorias de un agente secreto. Plaza & Janés. Barcelona, 1979.
  • Gascón Ferret, Jordi: Alcázar de Velasco: Torrente viaja a Londres en Salvar al soldado Gómez
  • Harris, Tomás: Garbo:doble agente. Martínez Roca. Barcelona, 2004.
  • Holt, Thaddeus: The Deceivers. Orion Books. London, 2004.
  • Juárez, Javier: Madrid, Londres, Berlín: Espías de Franco al servicio de Hitler. Temas de hoy. Madrid, 2005.
  • Junquera, Natalia: La fuga de los 221 muertos

Jose Antonio del Valle | 11 de mayo de 2009

Comentarios

  1. Raquel
    2009-05-12 15:34

    Muy buena sintesis, una vida muy completa, tuvo.

    Pocos comentarios, ¿será porque es falangista? ;-)

    Saludos Jose

  2. Jose
    2009-05-12 17:53

    Es que me ha salido muy largo, me temo.

  3. Bel
    2009-05-19 20:45

    Muy interesante y muy bien documentado, como siempre, Jose.
    Sí que te ha quedado algo largo y denso… me lo tengo que leer más de una vez para asimilar tanta información. ;)
    Por suerte nos queda Juan Pujol, para salvar la honrilla patria ¿has escrito algo sobre él?

  4. Jose
    2009-05-20 13:32

    No, pensé en escribir en el blog, pero en estos momentos es muy conocido, de hecho hay dos libros sobre su vida circulando y me parecía quehabía un poco de saturación.

  5. rafael guardans
    2009-07-05 20:39

    Estoy detrás de un libro que, si no recuerdo mal, se llamaba “operación Willy” en el que se narra el intento de las SS de secuestrar al Duque de Windsor durante su paso por España camino de Lisboa, donde se embarcaría para las islas Bermudas. ¿tiene alguien alguna pista?

    Gracias

  6. Jose
    2009-07-05 20:58

    Aquí tienes una entrada en la wikipedia:

    http://en.wikipedia.org/wiki/Operation_Willi

    Y el libro de Michael Bloch en inglés en Amazon:

    http://www.amazon.com/gp/product/1555840205/ref=cm_rdp_product/179-1067564-0998222

    Y aquí con foto:

    http://www.jmvintage.com/shop/jmv/888

    En español no lo he encontrado en ningún sitio.


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