Libro de notas

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La guillotina-piano por Josep Izquierdo

La Factoría de Ultramarinos Imperiales ofrecerá a sus clientes, a través de la guillotina-piano —su dispositivo más acomodaticio—, un sinfín de discusiones vehementes sobre el arte y la cultura, y nada más. Josep Izquierdo es recargador de sentidos, contribuyente neto al imperio simbólico que define lo humano. Y si escribe, escritor.

Selfie III: autorretrato político

Aunque estaba planeado para otra ocasión, la actualidad política, o la nobleza, me obliga a componerles hoy, dentro de esta antología de mis artículos en Libro de Notas, una selección de los muchos artículos que he dedicado a la política valenciana. En el día en que el Partido Popular y el Gobierno de la Generalitat han consumado un nuevo capítulo de su particular sitcom autoparódica cerrando con modales gansteriles la televisión autonómica valenciana (RTVV), un cierre sobre el que ya les escribí hace unas semanas, puede que alguno de ustedes, lectores amables, encuentre de utilidad este repaso por uno de los temas más inspiradores de esta columna. Aunque dispongo los enlaces en orden cronológico a partir de 2007, el último de ellos, “Entrevista con el constructor Pepe Nadie”, contiene un fragmento de un texto teatral que escribí con Roger Colom en 2004.

Por estos artículos circulan ideas que, vistas ahora con una cierta distancia, continúan explicando lo que nos ha pasado, algunas de ellas para mi propia sorpresa. El político com artista conceptual me parece plenamente vigente, así como la aplicación al auge y caída del PP valenciano del modelo interpretativo de las estafas piramidales al estilo Ponzi. En alguna otra ocasión, me quedé bastante corto, como en el primero de los que les ofrezco, en donde no supe ver que la efusión megalomaníaca de Francisco Camps a propósito de la realeza británica acabaría en negociete con la infanta española y su poco recatado marido.

Aquí tienen pues esta modesta antología. Les cito un párrafo de cada uno debajo del enlace, para que los presurosos puedan presumir de haberlos leído, y los curiosos encuentren razones para una lectura más extensa.

Debajo del cemento está la playa, y Wimbledon

“Es una verdad universalmente conocida que un candidato electoral en posesión de una gran ambición debe buscar una promesa. Si la formulación austeniana les parece excesivamente polite, lean la formulación Blascoibañezsiana del presidente del PP en Valencia: ““Donde no gobernamos hay que crear la ilusión de gobernar”, animó a su auditorio en Benigànim (La Vall D’Albaida), donde gobierna el PSPV desde 1999. Y se puso como ejemplo de lo que él hizo para conseguir la alcaldía de su pueblo: “Dije: traeré la playa a Xàtiva. ¡Y se lo creyeron!¡Si yo mando, traeré la playa! Y van y se lo creen todo. ¡Serán burros! Y me votaron”. Rus animó a su auditorio a seguir esta estrategia, según han confirmado varios asistentes a dicho acto.” Y yo que creía que la derecha europea pretendía enterrar mayo del 68, y ahora resulta que se han creído que debajo del asfalto está la playa.”

El final de Sorolla

“La exposición “Visiones de España” de Sorolla es, pues, una clara manipulación de la obra de un pintor español que reinventó el impresionismo, hecho meritorio si el impresionismo no existiera ya, para servir a los fines de una ideología social y política, el populismo neoconservador españolista, que pretende proclamar como verdaderos, inmanentes y universales una serie de valores y una estética que reconfortan a nuestra lumpenburguesía actual, heredera directa por vía genética o ideológica, de la que alumbró este país en los años 60 y 70 con el desarrollismo, porque la hacen sentirse orgullosa de su nula formación, escaso criterio y mucha autocomplacencia, y asimismo pretende profundizar en su miedo a todo aquello que suponga inestabilidad, cambio, esfuerzo y ambición. A todo aquello que suponga vivir conscientemente el presente la cotidianeidad asumiendo un mundo en constante movimiento físico, social e ideológico. Algo así como proclamar el fin de la pintura tras Sorolla, como ya se ha proclamado el fin de la historia tras la caída del muro. Una visión que trata de hacer confortable el mundo, ocultando el mal que sin embargo está siempre presente desencadenando la historia: 11/9, 11/4; por no hablar de su banalidad, cuando un accidente de metro mata a 43 personas justo antes de que el vicario de Cristo en el mundo aterrice en nuestras tierras.”

Por el vuelo de una falda: indumentaria fallera y populismo

“El franquismo entendió perfectamente el potencial de las fallas, en el marco de un regionalismo “bien entendido”, como factor de cohesión ideológica y social del pueblo. Pero el boom fallero, que no sólo afecta a la ciudad sino que es aún más evidente en su área metropolitana, donde se plantan tantas fallas como en la capital, se produce más tarde, como respuesta a las necesidades sociales no cubiertas desde las instituciones públicas por incapacidad, por dejadez o por voluntad, o por las tres. Rita Barberá dice siempre que tiene ocasión que las fallas estructuran la sociedad civil valenciana. Y lo dice porque es verdad, aunque puede que más bien la reproduzcan a pequeña escala, la simplifiquen haciéndola más ancien régime, con sus oligarquías y sus noblezas, sus categorías y estamentos, en donde la igualdad todavía no ha nacido de la identidad, en donde la inclusión todavía no ha dado paso a la libertad, y en donde la fraternidad está mediatizada por la adhesión.”

Un saber irrelevante: la enseñanza de la literatura

“Si llegados a este punto alguno de ustedes piensa que a un enseñante siempre le quedará la libertad de cátedra, le diré que ese concepto caducó hace tiempo. Por ponerles un ejemplo que me es cercano, en el País Valenciano, la guerra lingüística que avivaron durante la transición los partidarios de la reforma del régimen,ma non troppo(estado autonómico que no federal, ley de punto final para los responsables de la represión franquista, etc) vive una tregua llamada Academia Valenciana de la Lengua (es suficientemente significativo que no incluya el nombre de su objeto académico: ¿qué lengua?) por la que hemos tenido que pagar un precio, que no ha sido lingüístico, stricto sensu, sino social (los índices de uso del catalán están en caída libre desde su creación) y cultural (no ha servido para prestigiar la cultura valenciana en catalán). Y el sacrificio ofrecido en el ara de la paz fue la literatura: lo demuestra el documento de la vergüenza (6 de septiembre de 2001, año de creación de la Academia), por el que la Generalitat Valenciana, bajo la presidencia de Eduardo Zaplana, coaccionaba a las editoriales para la que no incluyese en los libros de texto a ningún autor literario no nacido en tierras valencianas, documento que afecta a la enseñanza del catalán, pero, curiosamente, no excluye de la enseñanza de la literatura castellana a los autores no nacidos en la ahora comunidad autónoma. La sentencia de muerte para cualquier intento de hacer de la literatura una enseñanza útil para los alumnos llega, pues, a través de una orden administrativa, esto es, política.”

Fallas después de la crisis

“La Valencia contemporánea, y sus fallas, nacen de ese contexto: un proceso de vaciado sistemático del espacio físico y psicológico de los valencianos que permitiera, una vez expedito el territorio, el montaje de una gigantesca instalación (instalación en términos artísticos) por la que pulula una serie de actores en performance permanente. La Comunidad Valenciana es, incluso por su nombre, totalmente arbitrario, un objet dart, incluso un ready-made suspendido en un vacío extrahistórico. Nótese que las primitivas fallas no eran otra cosa que un objet trouvé: trastos viejos dispuestos artísticamente de forma efímera. Cuando el proceso se transformó en una artesanía y nació el “artista fallero”, esa esencia de objet trouvé, lejos de desaparecer, se trasladó paulatinamente a la sociedad y su medio, que fue vaciado para acoger en sí la esencia de las fallas, de modo que la identificación entre la intención artística y el objeto fuese total. Valencia son las fallas y las fallas son Valencia.”

No hay mal…

“Pero cuidado con obsesionarse con aquello que puede aportarnos reconocimiento. Los trajes de Francisco Camps son un buen ejemplo: ¿a qué, sino a la necesidad de reconocimiento (¿envidia del dandi Eduardo Zaplana, su antecesor en el cargo?) cabe atribuir su aparente obsesión por el buen vestir, y por tanto sus descuidos sastreriles? ¿Y a qué, sino al sabio aprovechamiento de su necesidad de reconocimiento, cabe atribuir la habilidad de los corruptos para hacerle caer en su red? Que el presidente de la Generalitat Valenciana vea mancillado su honor y buen nombre, no por hacerse rico, sino por adquirir reconocimiento, es una de aquellas lecciones que todo político debería traer bien aprendida. Que la trama corrupta se especializase en la organización de eventos mediáticos que proyectaran tanto dentro como fuera el nombre de la Comunidad Valenciana, de la ciudad, del partido que las gobierna y de sus dirigentes es enormemente significativo, pues denota claramente la pasión por la competición en torno a ese mismo reconocimiento, y la pasión por adquirirlo a cualquier precio, no necesariamente en dinero.”

El político valenciano como artista conceptual

“En ese acto puro creativo con que nos regalan los políticos valencianos hay momentos de incomprensión y momentos sublimes, y como buenos artistas son conscientes que ambos son necesarios para perdurar, para fijar en el archivo de “lo valenciano” su forma más depurada, su obra más excelsa, que no es otra que el nuevo canon de lo valenciano como aquello-que-debe-ser-mostrado-aunque-no-haya-nada-que-mostrar.”

Todo por el fútbol

“Cuando hace unos días Francisco Camps proclamó solemnemente que la vía valenciana para salir de la crisis era seguir apostando por la construcción y el turismo, lo hizo en nombre de los valencianos o en nombre de todos los Calabuig y las FOURCAS de Valencia? No creo que sea capaz de apreciar esa distinción, lo cual es bastante más grave que un traje de más en su armario, pero que a su vez explica la ausencia de factura por ese traje: la homogeneización de lo público y lo privado conduce a una sociedad homogénea en donde el tránsito entre los diferentes niveles sigue siempre una doble vía: el servicio público es también servirse de lo público, y de lo privado, al fin y al cabo ya indistinguibles.”

Con regalos a Francisco Camps: los dones y el patronazgo en la política contemporánea

“El resultado final de la gestión es que el proceso que hubiera tardado dos años en llevarse a término se reduce a la mitad. El beneficio para el trabajador es evidente pero, ¿qué ha ganado el alcalde? Gratitud, respeto, puede que votos, pero lo que es más importante aún: ha sido necesario. Sin él el sufrimiento físico y social del trabajador se hubiese prolongado más allá del límite que le permite mantener su estatus. Se ha convertido, a los ojos del trabajador, de su familia y de cuantos le aprecian y le quieren bien, en un patrón. Que el patrocinado no sea precisamente afín a su ideología es, precisamente, lo más interesante, y una de las razones que permiten entender el dominio electoral que ejerce el Partido Popular en el País Valenciano, pues el patronazgo funciona como un don, como un regalo, y la economía simbólica no sólo obliga a regalar, sino a aceptar el regalo y devolverlo. Quien no acepta el regalo insulta a quien regala; y quien no responde con otro regalo (el respeto, el reconocimiento o el voto al patrón, por ejemplo) se coloca en una situación social de desventaja, y por tanto en peligro de que, en el caso de que le suceda otra desgracia, ser definitivamente desclasado y pauperizado.”

Los políticos valencianos no son marcianos

“2. Si no son tontos, ¿por qué mantienen en el poder a un partido y unos dirigentes corruptos?
En primer lugar, porque legalmente no hay más remedio. No habrá elecciones hasta dentro de dos años. En segundo lugar, porque ser corrupto no significa necesariamente ser un mal gestor. En tercer lugar, porque la sociedad valenciana es una sociedad que ya ha interiorizado la corrupción como un comportamiento legítimo no sólo en el ámbito estrictamente político, sino en las relaciones de la sociedad con la administración: saben que los procedimientos del estado de derecho y de las administraciones públicas funcionan tan lentamente (sanidad, justicia, servicios sociales…) que es más rápido y por tanto más eficaz contar con un patrono en el partido gobernante o en la administración pública que “facilite” los trámites. Hemos llegado al punto en que el tonto es quien no tiene un patrón. Y esto no es un producto exclusivo de las administraciones y las políticas del PP, sino que en cualquier caso representan la exacerbación de una realidad cotidiana para los ciudadanos valencianos desde el franquismo, y por supuesto durante los (pocos) años de gobierno socialista autonómico. La sociedad funciona así, lo que para más de uno significa, a su vez, que así, funciona.”

¿Escándalo? ¿Qué escándalo?

“Aquí, pues, en el escenario de la magna comedia desarrollada en torno al poder, la amistad, la virtud y el decoro (o según los tirios, la impotencia, la traición, el vicio y la impudicia) el hombre de la calle se comporta como el figurante perfecto de un guión que prescribe que la crisis ha sido provocada por un ejército ajeno que ha querido conquistar nuestras conciencias, introduciendo la semilla del mal en una sociedad que había alcanzado ya el nirvana colectivo.”

Poder

“Los políticos del Partido Popular (pero no sólo)  ejercen el dominium señorial extendiendo una vasta red clientelar mediante la protección (económica o asistencial), que deriva en afecto (una emoción, no lo olvidemos, que tiene una inmediata traducción en términos sociales y políticos a través de encuestas de opinión o de comicios electorales). La democracia liberal en su forma típicamente española, es decir, en los gobiernos autonómicos y locales, oculta su papel como mera fachada de ese dominium mediante mecanismos institucionales de ocultación y actos de exaltación del poder en sí (la celebración del poder que está implícita en las políticas de grandes eventos y en la exaltación del político como Dominus) , que en realidad no pretenden esconder la corrupción, sino el cierre social.”

Invictus, el PP y las ruinas circulares

“Lo que no es nada chistoso es el fondo del asunto: la política de las emociones de la que ya he escrito en más de una ocasión, y la adhesión visceral e incondicional al líder. ¿O es que la elección del programa para esa mañana de cine y palomitas política tiene alguna otra posibilidad de interpretación? Puede que Mandela sea un ejemplo de fortaleza anímica, bondad moral, y capacidad de integración política, pero la lección que transmite su figura pública es que aquello (esto) sólo lo arregla un titán, o, en nuestro caso, un santo y mártir, alguien que nunca dude de que ha sido enviado por Dios para salvar València y para ser el padre de todos los valencianos.”

Política Ponzi

“El sistema se viene abajo porque la inversión baja, por ejemplo, en épocas de crisis que el mismo esquema Ponzi ha contribuido poderosamente a crear, en que la menor afluencia de recursos obliga a pagar beneficios políticos a la baja, o suspender su pago. Es un problema si no se tiene el control de los medios de comunicación, ni el poder no ya de reportar beneficios, sino de sustraer el beneficio ya obtenido, o incluso alienar el patrimonio consolidado.”

El voto de los valencianos

“El espejismo de la izquierda en estos momentos está formado por una serie de datos sociológicos mal interpretados, o interpretados pro domo sin fundamento: supone creer que alguien es de izquierdas porque ya no va a misa si no es como ritual de proyección social, porque utiliza anticonceptivos, porque aborta o porque tolera las minorías (eso sí, ma non troppo). Supone creer que una parte del persistente 40% de la población que en las encuestas se declara de centro-derecha es recuperable para la izquierda, que sólo son “ovejas perdidas” que esperan al buen pastor. En el reclamo de Mira por una derecha “civil” está la constatación, tal vez inconsciente, que los valencianohablantes votan al PP porque les proporciona un sentido de pertenencia y de comunidad que nadie más les sabe dar.”

El libro que vendrá, como un hacha

“Mi pequeño país (valenciano) merece un libro. Puede que ya no merezca otra cosa, puede que aquello que amé haya muerto ya, como mi padre, y puede que una y otra muerte merezcan ese libro. Ninguno ha sido escrito que dé cuenta cabal de tanta muerte, de tan largos años ya muertos y enterrados, habitando un frío invierno y un frio infierno, aherrojada en un lugar del que el divino excluyó toda esperanza, la cual queda a su puerta como dejaban sus ropas y sus recuerdos y su ser humanos los judíos a las puertas del campo. Lástima que ya no estén Kafka, Bernhard o Sebald entre nosotros para pedirles ese inmenso favor.”

Lingua Tertii Imperii

“Fijemos nuestra atención en el capítulo “La maldición del superlativo”, cuya tesis principal es que “la propaganda reconocida como mentira y fanfarronada sigue surtiendo su efecto si se tiene la caradura de continuar practicándola sin inmutarse.” Las diversas formas retóricas del superlativo como mentira y como fanfarronada. Me he entretenido hojeando el programa electoral del PP para las elecciones autonómicas del 22 en la Comunitat Valenciana (sí, estoy muy enfermo, qué quieren), y no pude pasar del prólogo sin que el recuerdo de Klemperer acudiera a mi mente, ahora verán por qué.”

Entrevista con el constructor Pepe Nadie

“En el 2004 Roger Colom y yo mismo andábamos, literalmente, la escritura de una obra teatral que titulamos La visita en homenaje a una obra renacentista valenciana sobre la clase alta local y sus usos y costumbres. Era el noveno año triunfal del PP en el gobierno autónomo valenciano, y el decimotercero en la ciudad. No hubo posibilidad de estrenarla. Rescato aquí un fragmento que esta semana, como movido por extrañas fuerzas, o por renovados impulsos, he reencontrado en mi ordenador. Creo que el fragmento es autónomo y no necesita que les hable de la obra que lo incluía. Si acaso en otra ocasión. Ahora, agazapados a la espera de la llegada de los bárbaros (barbaroi: los que dicen bar, bar, bar; esto es, bla, bla, bla. Extranjeros lenguaraces), de nuevos Pepes Nadie como los aquí retratados, creo que conviene revisitar el texto que debe más a la mano y el cerebro de Roger que al mío, pero que firmamos los dos.”

Josep Izquierdo | 29 de noviembre de 2013

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