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Los anales perdidos por Jose Antonio del Valle

Jose Antonio del Valle escribe la bitácora Vidas Ajenas y ha colaborado en www.Stardustcf.com y www.Bibliopolis.org. Los anales perdidos se publica el día 22 de cada mes y trata de ser una mirada a personajes e historias medio olvidadas por el tiempo.

La guerra de Troya

Heinrich Schliemann
Hace algún tiempo dediqué una entrada a la búsqueda de lo que había detrás de las leyendas artúricas. Hace poco, viendo un telefilm basado en la vida y andanzas de Heinrich Schliemann, el descubridor de Troya, se me ocurrió que sería interesante hacer algo parecido con la guerra de Troya. Después de todo, si sobre el rey Arturo se ha gastado tinta a lo largo de la historia, probablemente no es nada comparada con la que se ha usado en torno a la que es la base de las primeras epopeyas de la cultura griega y, por tanto, de la europea, la Ilíada y la Odisea.
Sobre el posible núcleo de hechos reales en los que se basan los poemas homéricos se sabe bastante poco. En realidad hasta el siglo XIX había cierto consenso en que debía considerarse la historia de la guerra de Troya un mito y no una fuente histórica. Entonces llegó Heinrich Schliemann y lo cambió todo.

Sobre la personalidad de Schliemann también se han vertido ríos de tinta. Rico comerciante alemán hecho a sí mismo, cuenta en sus diarios como se obsesionó desde niño con la guerra de Troya y no paró hasta reunir una fortuna que le permitiera encontrar la perdida ciudad de Príamo. Si bien sus biógrafos dudan mucho hoy en día de la veracidad de esa obsesión infantil, el caso es que en 1870 descubrió las ruinas de Troya en la colina turca de Hissarlik. En realidad ya anteriormente otros habían situado la ciudad perdida en aquella colina, puesto que se conocía como el asentamiento de la Ilión histórica de la época helenística y romana, visitada en sus tiempos por Alejandro Magno, César y Augusto entre otros y que estuvo poblada hasta el siglo XIII. Schliemann de hecho compró parte de la colina al diplomático inglés Frank Calvert, que estaba convencido de que allí se encontraba Troya.
El comerciante alemán excavó en Hissarlik en diversas campañas entre 1870 y 1890, el año de su muerte, y sacó a la luz no una ciudad, sino al menos nueve en diversos estratos, poblados más o menos a partir del año 3000 antes de Cristo. Ganó con ello fama mundial y un puesto destacado en la historia de la arqueología pese a lo controvertido de sus métodos que, al menos al principio de sus excavaciones, pudieron hacer que se perdieran piezas de inestimable valor.
Schliemann no tenía dudas de que se encontraba ante la ciudad que describe Homero. Al principio, pensó que la ciudad de la Ilíada era la conocida como Troya II, aunque poco antes de su muerte reconoció que aquel estrato era mucho más antiguo.

Tras la muerte de Schliemann, le sucedió su mano derecha, Wilhelm Dörpfeld, que excavó en Troya entre 1893 y 1894. Dörpfeld llegó a la conclusión de que la ciudad de Príamo era Troya VI, con mucho la más monumental de todas las halladas.

Wilhelm Dörpfeld
Tras él, continuó las excavaciones un equipo de la Universidad de Cincinnati, dirigido por Carl William Blegen, entre 1932 y 1938. Blegen llegó a la conclusión de que Troya VI había sido destruida parcialmente por un terremoto y no por una guerra. No obstante, encontró indicios de un gran incendio en Troya VIIa, cuyo final data más o menos del año 1200 A.C., una fecha que coincide bastante bien con la dada por Eratóstenes en la antigüedad, que situaba la caída de Troya en el año 1184 A.C., aunque la variedad de fechas dadas por los antiguos para el hecho, que van desde el 1346 al 1127 A.C. hace que sea más capricho que otra cosa el darle especial valor a una de ellas. El caso es que desde la época de Blegen se considera Troya VIIa la candidata ideal para ser la ciudad arrasada por la guerra de Troya.

Por último, en 1988 comenzaron nuevas excavaciones a cargo de Manfred Korfmann de la Universidad de Tubinga. Korfmann halló restos de lo que sería una gran ciudad inferior fuera de las murallas de la ciudadela. Encontró también restos de varios fosos defensivos e indicios de una muralla externa (esto último bastante controvertido) que habrían rodeado la ciudad inferior en la época de Troya VI y Troya VIIa. Hasta entonces, una de las principales pegas que se le ponían a la localización de Troya en Hissarlik era el pequeño tamaño de las ruinas, que para muchos no podían corresponder a las de la gran ciudad cantada por Homero. Korfmann le daba a Troya una superficie de 270.000 metros cuadrados y extrapolaba una población de unos 10.000 habitantes, que podían subir a 50.000 si se contaba a los de la región circundante que acudirían en caso de asedio.

Para el arqueólogo de la Universidad de Tubinga, Troya VIIa había sido tomada por la fuerza. Aparte de los restos del incendio, creyó ver signos del asedio en varias grandes ánforas subterráneas que serían para él almacenes construidos para guardar víveres. También se encontraron lo que definió como montones de proyectiles para hondas, que no habrían sido dejados allí por un defensor de salir triunfante, pero sí por un invasor. No obstante Korfmann pensaba por los nuevos tipos de cerámica encontrados en Troya VIIb, que el ataque a Troya VIIa lo había llevado a cabo un pueblo de los Balcanes. Creía también que, dada la situación estratégica de la ciudad, en realidad había habido muchas guerras de Troya y es difícil saber cual sería la narrada por Homero.

Carl William Blegen
Otro problema que abordó Korfmann fue la de la pertenencia de Troya VI y VIIa a una cultura anatólica por los hallazgos cerámicos, más relacionada con los poderes imperantes en la Anatolia de la época, esto es, con el Imperio Hitita, que con los griegos micénicos. Hasta entonces Blegen había considerado que Troya había sido de cultura más relacionada con los pueblos griegos que con los que por su situación habría sido más normal que lo estuviese. Era interesante buscar en las fuentes hititas, más que nada porque la única conexión entre Hissarlik y Troya era que aquel había sido el lugar de la Ilión clásica, y se pensaba que ésta estaba construida en el mismo sitio que la Troya homérica.

En las fuentes hititas y egipcias se habían encontrado referencias a los aqueos, llamados Ahhijawa por los hititas, parece que el rey Hattusili III (1265-1240 A.C.) mantenía correspondencia con un rey de este pueblo al que consideraba un igual. También en las fuentes hititas se hace referencia a Wilusa o Wilios, un estado que habría cerrado un tratado de vasallaje con el rey hitita Mutawalli II (1290-1272 A.C.). Aparte del parecido entre Wilios e Ilión, se ha querido ver en el nombre del gobernante que firma el tratado con los hititas, Alaksandu, un parecido con Alejandro o Paris, el hijo de Príamo. Wilusa aparece también como aliado de los hititas en la batalla de Qadesh (1274 A.C.), y en el tratado de Alaksandu se cita al dios Appaliunas, que se ha identificado con Apolo, dios venerado en la Tróade según la Ilíada. También se cita unos santuarios-fuente llamados Kaskal Kur que se han identificado con unas cuevas manantiales de Troya. Por último se cita también en las fuentes hititas a Pijamaradu, el suegro del representante del de rey de Ahhijawa en Milawanda (Mileto), que habría atacado la zona de Troya, por lo que tuvo que intervenir Hattusili III.

En realidad todo este entramado es bastante débil. Hay otros autores como Dieter Hertel que ven en el parecido Wilios-Ilión más el mismo deseo de los arqueólogos de hallar algo concreto que una verdadera relación. Para Hertel la Wilusa de las fuentes hititas no se puede identificar con Troya porque según esas mismas fuentes se sitúa al Sudoeste de Anatolia y no al Noroeste. Los parecidos de Alaksandu con Alejandro o de Appaliunas con Apolo son circunstanciales e incluso, en el último caso, artificiales, dado que en el texto hitita solo se conserva el final del nombre del dios, esto es, …Appaliunas. Hertel es, de hecho, muy crítico con todas las teorías de Korfmann. No cree que los fosos encontrados en torno a la ciudad inferior fueran defensivos, ni que haya base para considerar que Troya VIIa fue tomada por la fuerza. Tampoco le parece que haya hallazgos suficientes para afirmar algún tipo de conexión fuerte entre Troya y los hititas.

Manfred Korfmann
Con todo ello, llegamos a la conclusión de que lo que sabemos sobre un hecho histórico que pueda ser la base de las epopeyas homéricas es casi nada. Sabemos que Troya VI fue destruida por un terremoto y que Troya VIIa fue arrasada por un gran incendio que algunos atribuyen a un ataque, pero otros como Hertel solo a causas fortuitas. Parece que los desastres naturales eran bastante comunes en la zona y la época a que nos referimos. Sabemos que después, en Troya VIIb, aparece un nuevo tipo de cerámica más primitiva que la que se producía en Troya VIIa, que procede de los Balcanes. Y a partir de ahí todo son especulaciones.

La idea general sería que Troya VIIa habría caído en un ataque de la civilización micénica, identificada con los Ahhijawa de los hititas, debido al control que os troyanos ejercían sobre el estrecho de los Dardanelos, aunque no hay suficientes restos micénicos en la ciudad que confirmen ese ataque. Dieter Hertel cree que el mito de Troya tiene que ver con la colonización de la Tróade por los eolios, pueblo griego que se estableció en la zona unos doscientos años después de la caída de Troya VIIa. En principio habrían sido rechazados por las murallas de Troya, pero luego, tras otro incendio que acabó con Troya VIIb, se habrían asentado allí, mezclándose con la debilitada población y llegando a predominar con el tiempo. Al final habría surgido el mito de que este predominio se inició en una guerra victoriosa que nunca existió.
Otros incluso niegan la identificación de Hissarlik con el lugar de la guerra de Troya cantada en la Ilíada. Aparte de la Ilíada y la Odisea, la guerra de Troya se narra en otras muchas composiciones menores entre las que destacan las llamadas Cipria. En ellas se nos habla de dos expediciones, la primera confunde Troya con la ciudad de Teuthrania más al sur y la saquea, la segunda es la que toma Troya. Algunos estudiosos han llegado a la conclusión de que la segunda expedición no es sino una versión más elaborada de la primera, y que en realidad la Troya histórica estaría más al sur lo que, curiosamente, podría casar con la situación de Wilios-Wilusa según Hertel.

Por otro lado, si observamos el contexto de la zona hacia el 1200 A.C., veremos que no es violencia lo que nos falta. De hecho nos encontramos justo en un momento crucial en el que dos grandes civilizaciones desaparecen, la micénica y la hitita, y otra queda gravemente tocada, el Imperio Nuevo egipcio. Después del 1200 A.C. Grecia y Anatolia entran en una edad oscura en la que los griegos incluso olvidan la escritura que no retomarán hasta algunos siglos después. En realidad los relatos Homéricos datan de ese renacimiento, y se han fechado hacia el 700 A.C., muchos años después de los hechos presuntamente narrados.

Sección de la colina de Hissarlik Ampliar
La cuestión es que hacia 1200 A.C. algo sucede, no se sabe bien qué, que acaba con las principales civilizaciones de la zona. Tradicionalmente se ha identificado ese algo con las invasiones de Grecia por los dorios y otros pueblos que habrían echado al mar a los habitantes de la zona, iniciando las correrías de los llamados pueblos del mar, que atacaron Egipto y contribuyeron al fin del imperio hitita. En la actualidad, algunos autores como Manuel Bendala creen que no hay evidencia arqueológica de que la invasión de los dorios sucediera en realidad, y postulan que el principio de la edad oscura pudo llegar por una serie de desastres naturales o levantamientos populares que, unidos a invasores, como los gasgas que lindaban al norte con el imperio hitita, pudieron desencadenar todo lo demás. En realidad tendemos a imaginar las civilizaciones antiguas como algo más estable de lo que probablemente fueron. Sin embargo, es posible que una época de malas cosechas causadas por un cambio climático o un desastre natural hiciera que la gente se levantara contra los dirigentes a los que probablemente pensarían que habían abandonado los dioses y ello diera lugar a una crisis generalizada con bandas incontroladas lanzándose a la aventura y grupos de invasores aprovechando su oportunidad. Lo cierto es que ciudades como Micenas, Pilos o Ugarit fueron saqueadas en esta misma época y, si bien no ha aparecido en las excavaciones de Troya un objeto que nos permita decir que allí vivieron Héctor, Paris o Príamo, no hay nada que nos impida pensar que la caída de Troya que nos relata Homero haya tenido su núcleo histórico en un saqueo semejante, en torno al cual se tejieron con el paso de los siglos todos los mitos que han llegado hasta nosotros.
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ALGUNAS FUENTES

Jose Antonio del Valle | 11 de enero de 2009

Comentarios

  1. Juan Carlos López
    2009-01-12 00:21

    Excelente repaso. Con todo, yo abogaría por dejar que los mitos discurriesen en el ámbito de la imaginación, a no ser que, en una de estas, se encontrase la armadura de Aquiles que vistió Patroclo.

  2. Miguel A. Román
    2009-01-12 10:21

    Enhorabuena, concienzudo trabajo muy bien expuesto.

    Las dudas de Troya no se acaban en el emplazamiento de la mítica ciudadela. Tampoco tenemos constancia de la existencia de sus héroes: ni Agamenón ni Príamo, ni Héctor ni Aquiles, ni Paris ni Helena, ni Ajax ni UIises, … De ninguno de ellos ha aparecido documento que asevere su existencia ni el tiempo o patria al que perteneciera, salvo los versos de Homero.

    Pero, para terminar de liarla, hay que aclarar que no hay tampoco ningún dato que de fe de que el propio Homero existiera. Quizá todo, autor, personajes y hechos, fuese solamente una más de las fábulas inmemoriales, como la artúrica o el Ramayana.

  3. Jose
    2009-01-12 10:33

    Gracias a ambos. No he querido dar la impresión que que los poemas homéricos se puedan usar como fuentes históricas, sino de que, por lo que sabemos, no es imposible que hubiese una base de hechos reales detrás. Evidentemente hay un montón de siglos de oscuridad en los que se elaboraron todo tipo de mitos con (o sin) esa base, como dice Miguel no sabemos ni si Homero existió. Las investigaciones sobre la transmisión oral del mito que he leido son también muy interesantes, pero no quería ser pesado.

  4. Pedro Rosales
    2009-01-14 01:38

    Ah, Juan Carlos y Miguel A., si les oyera Schliemann. Descreídos, les gritaría probablemente.

    Muy interesante la entrada, José. De acuerdo, además, con tu opinión de que “no hay nada que nos impida pensar…que haya tenido su núcleo histórico”.

    Salud.

  5. adriana
    2012-01-25 18:29

    esto estuvo exelente


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