Jose Antonio del Valle escribe la bitácora Vidas Ajenas y ha colaborado en www.Stardustcf.com y www.Bibliopolis.org. Los anales perdidos se publica el día 22 de cada mes y trata de ser una mirada a personajes e historias medio olvidadas por el tiempo.
Timur-i-Lenk nació en 1336 cerca de Samarcanda, hijo de un jefe de la tribu mongol de los Barlas, lo que posteriormente no le impidió cuando le vino bien remontar su genealogía al mismo Gengis Khan por un lado y a Alí, yerno del mismo Mahoma, por otro; ni tampoco evitó las leyendas que hablan de su origen humilde (como ocurre en casi cualquier héroe que se precie).
Durante sus primeros años participó con desigual fortuna en las continuas luchas por el poder en Transoxiana, territorio entre los ríos Amú Darya y Syr Darya que por aquel entonces formaba parte del Kanato de Chagatai, uno de los cuatro en los que se había fragmentado el imperio de Gengis Khan y sus descendientes (los otros tres eran el Kanato de Persia, la Horda de Oro en Rusia y China, que en 1368 dejó de pertenecer a los mongoles). En uno de esos combates sufrió las heridas que le darían el apodo con el que pasó a la historia, aunque sus enemigos decían que le habían dejado cojo cuando le sorprendieron robando ganado en su época más oscura.
En 1370, tras derrotar a Husayn, un antiguo aliado, se convirtió en el amo de Transoxiana. Dando legitimidad a su posición mediante su matrimonio con Saray Mulk-Khanum, esposa del derrotado Husayn y perteneciente al linaje de Gengis Khan. Ello le valió el título de Gurgan (yerno del Gran Khan) puesto que el de Khan estaba limitado a los descendientes de Gengis Khan.
A partir de 1370 Timur comenzó lo que iba a ser un reinado de más de treinta años en los que prácticamente no se bajó del caballo. Entre 1375 y 1376 acabó de someter todo el Kanato de Chagatai hasta Mongolia. Entre 1376 y 1378 además de consolidar sus conquistas ayudó a Toqtamish, un príncipe mongol, a hacerse con el Kanato de la Horda de Oro. En 1381, con Toqtamish ya sentado en el trono, Timur volvió sus ojos hacia occidente. Entre 1381 y 1388 Conquistó Afganistán e Irán, que vivía en continuas guerras civiles desde la muerte en 1335 del último Khan mongol. Durante estas campañas en occidente, Toqtamish aprovechó para saquear Azerbaiyán, en los dominios de Timur, lo que condujo a la guerra que acabaría con su derrota y la sumisión al menos nominal al imperio timúrido de la Horda de Oro en 1396 tras la destrucción de sus principales centros urbanos, Sarai,Tana y Atrakán. En 1396 invadió Iraq, llegando a apoderarse de Bagdad. Tras los únicos dos años de descanso de su reinado en 1398 cruzó el Hindu Kush con su ejército y tomó Delhi. En 1399 se volvió de nuevo contra occidente y derrotó sucesivamente al sultán mameluco de Egipto y al sultán otomano tras arrasar Bagdad que se había levantado contra sus fuerzas. La derrota del sultán turco, que en 1396 había derrotado una cruzada europea en Nicópolis, causó una gran impresión en Europa. Durante un tiempo se esperó una inminente invasión que nunca llegó, puesto que en 1405 Tamerlán se volvió contra el mucho más rico imperio chino de los Ming, en su afán por volver a unir todas las tierras que habían estado una vez bajo el poder mongol. Murió ese mismo año en la ruta hacia China.
Se le reprocha no haber sido un buen gobernante además de buen guerrero. No obstante en el contexto de tribus turcas y mongoles en continua disputa en el que le tocó vivir, el estado de continuas campañas y continuo aporte de botín (cuyo reparto generoso le valió la fidelidad sus hombres) era la única manera de mantenerlas unidas y a su servicio. En general se puede decir que fue un gobernante inteligente, que usó las leyes islámicas y las de las tribus mongoles según su conveniencia y que, pese a proclamarse defensor de la fe, no dudó en atacar estados musulmanes siempre que le dieron la mínima excusa. Se puede decir que el imperio de Tamerlán se forjó con el saqueo de las ricas ciudades de la tradicional ruta de la seda, gracias a lo cual sus territorios de Asia Central en torno a Samarcanda alcanzaron una edad de oro que maravilló al español Ruy González de Clavijo, enviado de Enrique III de Castilla.
ALGUNAS FUENTES
2007-07-11 15:48
No creo que sea gratuita el hecho de que estos personajes recuperados fuesen sádicos y sangrientos; sí, tratan de minimizar esa leyendas, pero también interesa que así fuese, pues refuerzo el espíritu guerrero y es un modo como cualquier otro de advertir a los posibles enemigos.
Por otro lado, ¿se imaginan hoy a un gobernante asesinando a todos menos a los artistas? No sé por qué me recuerda a la escena de El Padrino en que Brando mata a golpes a uno de los suyos justo antes (o después, no o recuerdo bien) de llorar en la ópera.
Saludos.
2007-07-11 16:46
Pero no estaba salvando a artistas en el sentido actual de la palabra “artista”. Estaba salvando a los que poseían el conocimiento y a los que sabían ponerlo en práctica. La definición de “artista” no empezó a cambiar hacia la que le damos hoy sino hasta el siglo XVII, que es más o menos cuando se inventa el concepto actual de “ciencia”.
En el siglo XX se produjo un hecho similar a este que comentamos de Tamerlán: cuando los norteamericanos salvaron de la cárcel o de la pena de muerte a muchos de los científicos nazis para aprovechar sus conocimientos, sobretodo en cuestiones atómicas y de balística.
Saludos
2007-07-11 19:27
Es cierto.
Saludos
2007-07-11 20:28
No, no hablo de David Bisbal :D De todas formas a mí lo que me hace gracia es la puñetera manía esa de remitirse siempre al “imperio perdido”. Aquí no s pasa mucho también.
2007-07-12 03:20
Pero, ¿qué diferencia hay entre el “imperio perdido” y cualquier otra mitología heroica? Tenemos la Iliada, la Eneida, y para el caso, la Biblia, el Corán, o por lo menos las historias del Profeta. Es como si se buscara algo sólido sobre lo que fundar la nación, y por eso se intenta solidificar, hacer inmutable, no interpretable, literal. Cualquier mito fundacional (incluso el de la lengua) no se puede discutir o interpretar porque siempre se parte de la base de que es literal, sólido, indiscutible. A menos de que entremos en la jugada de “mi mito es mejor que el tuyo”, que es más o menos donde se encuentra la polémica actual entre los nacionalismos ibéricos.
¿No?
2007-07-12 18:13
Pues sí. Entramos en el terreno de los dogmas y la fe y así nos va. Marozzi, el autor de uno de los libros sobre Tamerlán que he leído decía que Uzbequistán no ha cambiado mucho, sigue siendo igual que en la URSS, pero con otros mitos pa que la cosa no cambie. Lo que decía Lampedusa, vamos.
2007-07-19 19:18
Lo que me parece más interesante es cómo los militares y guerreros se van volviendo más héroes y menos políticos con el paso de los siglos, en este caso se nota la sed de su pueblo por un ídolo, por un héroe propio, donde hasta sus costumbres sanguinarias se vuelven rasgos únicos que los enorgullecen