300 de Frank Miller
En los últimos meses y gracias a la llegada a nuestras pantallas de la película “300” basada en un cómic de
Frank Miller que es una dramatización de un hecho histórico, la
batalla de las Termópilas (480 A.C), hemos podido leer todo tipo de críticas sobre la calidad cinematográfica del largometraje en las que no voy a entrar (creo que hay
gente que hace eso mucho mejor que yo) así como sobre su contenido ideológico: si los que firman la cinta son más o menos fascistas, si nos están queriendo colar de rondón un mensaje más o menos maniqueo que tiene que ver con el actual “choque de civilizaciones” en el que todo es blanco o negro, barbarie asiática contra civilización europea, totalitarismo contra democracia, etc. Tampoco voy a entrar en esto, ni en la mayor o menor realidad de una historia cuyas fuentes beben en la leyenda casi tanto como en los hechos.
Además de todo esto, he leído a varios comentaristas empeñados en repetir una y otra vez que la batalla de las Termópilas fue un momento decisivo de la historia que hizo posible la posterior formación de la civilización occidental como la conocemos puesto que evitó (en teoría) que la fuente de esta cultura occidental, la Grecia clásica, fuese invadida por el (también en teoría) pérfido imperio Persa, fuente de todo lo malo y feo al parecer.
En anteriores columnas he hablado de alguna manera de situaciones similares en las que parece que la historia toma uno u otro derrotero según cómo suceda un hecho puntual y hoy toca hablar de muchos de esos momentos. En realidad la historia es algo mucho más complejo que una sucesión de reyes y batallas, pero parece que son precisamente las batallas y los reyes los que se han tomado como elementos esenciales entre historiadores como Gibbon que gustaron de añadir a la historia un punto melodramático que hoy parece que se deja bastante de lado en favor de otros factores más aburridos como la economía, el clima, etc.
Con la formación de lo que llamamos cultura occidental pasa eso mismo. Aunque hay estudios que hablan sobre la orografía de Europa frente a, por ejemplo, la de China como favorecedora de pequeñas unidades políticas y por tanto del individualismo de sus gentes y de todo lo demás; o estudios sobre el clima, las diferencias en los cultivos, las culturas que fueron formando poco a poco nuestro acervo, etc, parece más fácil, o más popular, decir que es más importante la derrota en tal o cual batalla. En realidad los que tratan de difundir ese mensaje tienen éxito porque es más simple. Es más sencillo decir que sin cultura griega no habría democracia que pararse a explicar que otros pueblos como los germanos tuvieron sus formas de democracia por ejemplo. Pero, si aceptamos el punto de vista de las batallas decisivas, ¿por qué primar una sobre las demás? A lo largo de la historia ha habido muchas. De hecho, si nos paramos a pensar en ello, podríamos ver la historia de occidente como una serie de batallas decisivas. Tendríamos eso sí una historia terrible con la democracia y el bien siempre pendientes de un hilo muy fino.
Anibal Barca
Y, si empezamos por los griegos, ¿por qué hacerlo por las Termópilas? Y no por
Maratón (490A. C), la primera derrota del Imperio Persa unos años antes, o por las posteriores victorias griegas de
Salamina (480 A.C) y
Platea (479 AC), o por las diversas derrotas de los romanos frente a pueblos orientales. El caso del imperio Romano es quizás el más ilustrativo en cuanto a que las batallas perdidas no son tan importante como las guerras ganadas. Y como ejemplo más brillante está
Aníbal que, pese a invadir Italia y derrotar consecutivamente a los romanos en las batallas de
Ticino,
rio Trebia (218 A.C ambas),
lago Trasimeno (217 A.C) y
Cannas (216 A.C), cada una de ellas más costosa que las anteriores para los romanos, no fue capaz de vencer finalmente en la guerra por razones que tienen que ver más con la política y la economía que con la estrategia. ¿Cuál es más importante en la formación de la cultura occidental, la resistencia en las Termópilas que permitió luego las victorias griegas o la derrota de Cannas?
Y la cosa no queda ahí. Posteriormente el Imperio Romano cayó bajo los pueblos germanos que al parecer sí son parte de ese acervo del que se puede uno sentir orgulloso, pero aún en la última época del Imperio, con los bárbaros ya establecidos en él, había bárbaros y bárbaros. Así se nos presenta la batalla de Chalons o de los Campos Cataláunicos (451) como otra de esas raras (aunque al parecer no tanto) ocasiones en las que los europeos pararon en seco una invasión asiática, la de los hunos encabezados por su rey Atila en esta ocasión, sin importar que al parecer Atila ya hubiera sido derrotado tácticamente al no poder tomar Orleáns y se estuviese marchando de vuelta al este cuando fue vencido, ni que poco después volviese a invadir las tierras del Imperio y llegase a sitiar la misma Roma.
Atila
Y después de los godos, los musulmanes. Se supone que el Islam es un elemento extraño a occidente como los hunos, pese a que su conservación y posterior transmisión de los textos clásicos debería de ser casi tan importante como la presunta salvación de Grecia gracias a Leónidas. En España tenemos con respecto a los musulmanes también algunas batallas decisivas como la del río
Guadalete (711), la de
Covadonga (722), que marca el inicio de la Reconquista según mis libros de texto pese a no ser más que una escaramuza al parecer, y la de
las Navas de Tolosa (1212), decisiva para acabar con el poder almohade y que prácticamente se toma como el principio del fin de la Reconquista aunque esta durase aún casi trescientos años después. Pero con respecto a los musulmanes la batalla decisiva sin duda es la de
Poitiers (732), en la que
Carlos Martel frenó la expansión árabe en Europa según las fuentes más melodramáticas, Gibbon incluido. En realidad parece que lo que Carlos Martel rechazó fue solo una de las constantes razias que los musulmanes emprendían estacionalmente en busca de botín. Antes, los francos habían derrotado ya algunas de estas incursiones sin ánimo expansionista, y las mismas se siguieron produciendo después hasta que
Pipino el Breve acabó con los restos del poder musulmán en Francia en 759 y su hijo
Carlomagno pasó a combatir en España, siendo ese momento un “comienzo de la Reconquista” que me parece más lógico que lo de Covadonga, también hay que decirlo. ¿Paró Carlos Martel la expansión del Islam? En realidad parece más fácil que fuese la misma extensión del Islam lo que la parase, junto con el inicio de una serie de problemas internos que acabó con la caída de los
Omeya. Probablemente para los musulmanes Poitiers fuese una escaramuza sin importancia comparada con otras empresas como el
sitio de Constantinopla, lo mismo que se puede decir de las guerras Médicas en el caso de los persas. Un ejemplo que apoya lo que digo es la
batalla del río Talas (751), que marca el fin de la expansión de los árabes hacia el este, pese a que fue una victoria sobre el imperio chino de
los Tang en vez de una derrota como Poitiers.
Posteriormente Europa corrió un gran peligro frente a los mongoles, aunque la distancia hace que las batallas que libraron por ejemplo los mamelucos de Egipto a finales del siglo XIII en las que se detuvo prácticamente su empuje (más víctimas de sus contradicciones internas que de otra cosa) no figuren en nuestra mitología como sí las que se libraron posteriormente contra los otomanos.
Tamerlán
En el caso de los turcos, la mayoría de las batallas decisivas son derrotas occidentales, como la de
Mohacs (1526) que acabó con el reino de Hungría, o la de
Kosovo (1389) que aparece en la mitología serbia como su “desastre fundacional” pese a que Serbia no fue anexionada por los turcos hasta 1459. Los mismos otomanos tienen un ejemplo de batalla decisiva que no lo es tanto: en 1402
Tamerlán los derrotó totalmente en la
batalla de Ankara, llevándose al sultán
Bayaceto I en una jaula. No obstante, el imperio de Tamerlán no le sobrevivió, mientras que el hijo del sultán derrotado logró iniciar la edad de oro de los otomanos que culminaría en 1453 con la toma de Constantinopla. Y así llegamos a la última victoria decisiva de hoy, la
batalla de Lepanto (1571), o “la más grande ocasión que vieron los siglos”. Sin duda la más grande para los cristianos, que habían sido sistemáticamente vencidos por los otomanos en todas las ocasiones dónde se los habían encontrado a lo largo y ancho del Mediterráneo. Lepanto, como las Termópilas aparece en nuestros libros como la ocasión que salvó a Europa de las hordas asiáticas, el principio del fin del imperio turco, no importa que para los otomanos no fuera sino un contratiempo menor ni que el imperio siguiese con suficiente salud como para amenazar
Viena en fecha tan tardía como 1683. En otro ataque sobre
Viena, el de 1532, la historia dice que fue la expedición de ayuda de
Carlos I España (y V de Alemania) la que conjuró el peligro, y seguramente no habrá que quitarle méritos a don Carlos, pese a que gran parte de la culpa de la retirada otomana la tuviese la forma en la que hacían la guerra. Los turcos en aquel momento luchaban mediante campañas estacionales con levas de todos sus territorios, que terminaban en el momento en que había que volver para recoger la cosecha. Sistema bastante poco eficaz para un imperio tan extenso, como ya habían descubierto antes que ellos los romanos por ejemplo (de nuevo la dichosa economía estropeando una buena historia de tiros y hombres musculosos).
Es fácil ver paralelismos en muchas de estas batallas decisivas, en varias de ellas el malévolo imperio asiático era derrotado más por su hipertrofia que por los voluntariosos occidentales, y posteriormente los problemas internos acababan con él antes de que se decidiese a vengar la ofensa. Es lo bueno que tiene ser un pequeño saliente frío e inhóspito en el extremo de Asia. El factor físico otra vez. A la manida frase de Spengler: a última hora siempre es un pelotón de soldados el que salva la civilización, habría que añadir: o una buena cosecha de trigo.
No obstante, aún en el caso de que se hubiese perdido alguna de estas gloriosas batallas y llegado el caso extremo de que las “hordas asiáticas” hubiesen invadido Europa, dudo que la historia hubiese sido muy diferente. Del mismo modo que en Asia acabaron prevaleciendo formas de culturas locales o mestizas pese a los siglos de presencia helenística, la historia de Europa habría cambiado, qué duda cabe, pero no creo que tan profundamente como piensan algunos de los que hoy en día aprovechan cualquier película para tratar de vendernos su visión del mundo.
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ALGUNAS FUENTES
- Bury, J.B. The Invasion of Europe by the Barbarians. Norton. New York, 2000.
- Diamond, Jared. Armas, gérmenes y acero. Debate, Barcelona, 2006
- Goodwin, Jason. Los señores del horizonte: Una historia del Imperio Otomano. Alianza. Madrid, 2004
- McNeill J.R. & H. McNeill. Las redes humanas. Crítica. Barcelona, 2004
2007-05-11 11:11
Muy ilustrativo; creo que el mejor de sus artículos hasta el momento.
2007-05-11 14:32
Qué buena entrada la de este mes.
Sí que he oído últimamente eso de que somos lo que somos gracias a la democracia de los griegos y como fueron frenados los persas. Qué cosas, desde que las Termópilas se pusieron de moda nadie piensa en los restantes aportes que otros muchos pueblos hicieron a la civilización europea. Y ya puestos, no creo que hubiéramos sido muy diferentes si los persas nos hubieran invadido.
Y yo es que siempre fui fan del soldado de Maratón :D
2007-05-11 16:25
Es interesante leer una opinión como la expresada en esta artículo. Comparto la idea de que explicar la Historia (de un pueblo, de la humanidad, etc.) es algo más complicado que la narración de batallitas y biografías ilustres. Sin embargo, como señalas, es más vistoso el cuadro épico, en pintura, poesia o literatura. Hoy, claro, el cine :)
2007-05-11 21:41
Creo que la historia es un proceso integral, no determinista. Napoleón, en una ocasión, dijo algo así como “a la larga, la idea siempre vence a la espada”. Él mismo fue derrotado en Waterloo, pero muchas de las ideas, del proyecto político y cultural, acabaron imponiéndose en Europa en las décadas siguientes. El mundo ya había cambiado, pese a la Restauración. Aunque, por otro lado, si hubiese ganado, el proceso hubiera sido distinto.
2007-05-14 21:14
Bien la pelicula extraordinaria,los comenatrios de aqui perfectos, pero yo añadiría algo mas si cabe…
Ningun pueblo invasor de otro se ha mantenido para siempre en terreno invadido, al final los locales y su afan de libertades consiguen derrotar al invasor.
Ojo al Se. Bush ya se que el no lee historia, no se sabrá leer, pero pronto notara en sus carnes el sabor de la derrota, y que conste que no estoy a favor de nadie, solo de que las guerras nunca han solucionado ningun problema, solo han hecho mas ricos a algunos y mas pobres al resto.
2007-05-16 13:00
No estoy de acuerdo con eelangel. Los sajones que invadieron Britania y los visigodos que lo hicieron con Iberia, permanecen a fecha de hoy en los territorios ocupados. Asimismo, estos pueblos colonizaron América, sometiendo y desplazando al indio y tampoco parece que vayan a ser expulsados en breve.
Y, por otra parte, los afanes de independencia no siempre van en la misma dirección que las libertades civiles. La tolerancia y el derecho en la zona musulmana de la península ibérica eran la envidia de los vasallos cristianos; los modos absolutistas de Fernando VII no eran mejores que los del invasor napoleónico.
En este sentido, el anhelo del pueblo iraquí a elegir su propio destino sin tropas de ocupación en su suelo, no garantiza que los derechos humanos en esa región vayan a ir a mejor. Lo que sucede es que todo pueblo tiene derecho a masacrarse a sí mismo sin ayuda exterior.
2007-05-16 20:37
Muy buen articulo, José, y si, puede que la batalla de las Termopilas no fuera la única decisiva, pero seguro que supuso algo, un algo pequeño, un antes y un después, como todos los sucesos históricos, que han ido sucediendo a lo largo de los siglos.
Van conformando un puzzle que pieza a pieza hace la historía y tiene que ver, claro que si, como todo, con nuestra historia actual
:D
2007-05-17 14:03
Qué bien escribes, jomío!!
El caso es que estamos a salvo. Y… ¿de qué estamos a salvo?
Creo que ya me he perdido. ;P
No sé porqué tu artículo me ha hecho recordar la operación Barbarroja… qué hubiera ocurrido si… :S
Mejor ni pensarlo!
Lo dicho, muy buen artículo.
2010-01-05 18:59
Articulo genial!… siempre discutible, pero genial!
Me desilusiona el protagonismo de Lepanto, aunque lo acepto. A las Navas de Tolosa no se le da suficiente protagonismo, porque a la larga de una u otra forma hubieran sucumbido los moros.
Del mismo modo que si no hubieramos triunfado en Bailén, no creo que estuviesemos hablando como Gabachos. Ya se ganaría en otro lugar, o incluso los mismos franceses cambiarian su nacionalidad y lengua en favor del jamón y la manzanilla.
No hay más que ver Napoles, que de los Españoles quedan 4 casas…
De una u otra forma es impredecible qué sería del mundo ahora, porque una de esas batallas míticas con un fin distinto, hubiera supuesto otra revancha en otro punto con un desenlace desconocido.
Vaya lio, pero que pasada es la Historia…. nuestra historia.
2010-11-17 14:24
eres un petardo, tío. siempre llevando la contraria por sistema, con deleznables argumentos.