Mirando el fútbol, uno es capaz de aguantar tardes enteras con la vista fija sobre un patatal en el que no sucede nada. Sólo porque puede terminar sucediendo. Incluso en las circunstancias más inverosímiles, en una tanda de penaltis de una final, por ejemplo. David Álvarez (Balazos) sigue buscando a los que vienen después de Panenka. La cita es los martes.
Nada les duele más que ver los partidos desde el banquillo, o correr en los entrenamientos, lejos del balón. Un futbolista que no juega deja de ser un futbolista. Sin embargo, un aficionado puede que lo sea un poco más en épocas sin competición. Se para la Liga, y viendo lo que viene enseguida, se pone uno a soñar con un par de noches perfectas del Madrid contra el Bayern de Múnich, y serán esas noches mucho más perfectas que cualquiera de las pifias de los desamparados de Capello en los últimos meses. Serán, quizá, como aquella vez que Hugo Sánchez, en un campo alemán helado, marcó un gol de falta desde un lateral, a pocos segundos del silbatazo del árbitro, cuando el Madrid perdía 4-1. Era sólo la mitad de una remontada que terminaron dos semanas después en el Bernabéu, en una noche perfecta.
2007-01-09 12:43
David, creo que el gol de Hugo fue al año siguiente del 4-1 (la debacle en la semifinal del pisotón de Juanito a Matthaus, con Sören Lerby tocando los cojones): se la tragó Pfaff, Jean Marie, y fue el 3-2. Luego, en la vuelta, con partidazo de Jankovic, fue un 2-0. Luego, en semis, el PSV les eliminó. Ese era el año de la Quinta…
2007-01-10 09:47
Ay, la memoria… Por entonces todo parecía posible.