Maradona, de psiquiátrico en psiquiátrico, no da siquiera la oportunidad de tirar ya por él las lágrimas definitivas, ni tampoco la esperanza de olvidarnos de la costumbre de descifrar partes médicos mentirosos. Maradona, demasiado lento y abatido ya para cruzar un césped, se ha tirado en la puerta de entrada a la leyenda, para bloquear el paso. Vuela Messi enloquecido por medio Camp Nou, y poco después cuenta el Marca que Maradona, de repente, se despertó, vio el gol y sentenció: “Es un golazo”, y volvió a caer sumergido en los sedantes. Creo que después de contar eso también los reporteros descansaron, como si aquello probara que no se habían equivocado al ver lo que vieron. Y pudieran ya disfrutarlo. Entonces, sí.
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Recordando los quiebros de Messi y los jugadores del Getafe caídos en la hierba, se pregunta uno si esa coreografía hubiera existido sin Maradona. No deja uno de pensar cómo se habría contado eso sin que antes hubiera sucedido lo de México, cómo se habría explicado sin la parrafada delirante de Víctor Hugo Morales. Aunque esta vez esa narración de gran gesta se produjo al final, cuando había entrado ya la pelota, mientras que Morales, ya desde el pase del Negro Enrique en el centro del campo se comportó como un visionario, o como un perfecto lunático.
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Durante el descanso, en el vestuario, los defensas del Getafe se lamentaron seguramente de no haber alcanzado a Messi con una buena patada. Y ahí se esconde la verdadera diferencia entre el gol de este chico y aquel contra los ingleses al que se ha querido igualar, quizá por la nostalgia de un ángel caído. Los defensas ingleses, en aquella semifinal de la Copa del Mundo, probablemente habían dormido con la foto del Pelusa sobre la cabecera de sus camas, sumergidos en pesadillas en las que el 10 les hacía gamberradas más leves que las que luego les clavó. Sin embargo, los del Getafe… sólo iban a jugar una semifinal de la Copa del Rey de España, en un campo que estaba poco más que medio lleno.
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Y mientras se le dan vueltas a si Messi es Maradona o es Messi, y entonces a ver qué es Messi, el Barça languidece contra el Villarreal, y el Madrid, montado sobre una volea de Van Nistelrroy que no se ha comparado con nada, se acerca de nuevo a sólo dos puntos, y uno por detrás del Sevilla.