En el siglo XXI, con la “revolución de la mente” (tras la “revolución del músculo” que supuso la revolución industrial), la educación ocupa el lugar central de todos los procesos humanos. Cada 26 del mes en curso, Manuel Ángel Vázquez Medel, Catedrático en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, ofrecerá nuevas claves educativas para pensar, sentir, comunicarnos y actuar en la nueva sociedad de la comunicación y de los saberes compartidos.
Hoy, impulsado por mi compromiso de reflexionar sobre las complejas dinámicas educativas en estos tiempos de transformación de lo humano, pensaba: he de escribir la página antes de que acabe el día.
Y, de pronto, me di cuenta de que ése es el reto central de la educación en la hora presente: educar antes de que acabe el día, antes de que sea demasiado tarde, a tiempo para afrontar los importantes requerimientos de un mundo en cambio continuo.
Hasta ahora, las dinámicas educativas han estado centradas en la transferencia de contenidos más que en la capacidad de cuestionarlos e incrementarlos. A comienzos del siglo XXI, ya pasado ese “Gran Mediodía” que para Nietzsche daba paso al inicio de una noche oscura de lo humano (que a su vez llevaría a una más alta esperanza), lo fundamental es proporcionar las capacidades, las competencias, las habilidades que permitan el acceso a una información que ya no cabe en nuestros cerebros, sino que está depositada en memorias externas, ya en gran medida cibernéticas, al tiempo que se debe potenciar la capacidad relacional de los conocimientos (en nuevos territorios transdisciplinares) y la proyección de ellos al mundo de la vida.
Es probable que –si lo humano se encamina no hacia su extinción, sino hacia un nuevo renacimiento- estas necesidades adaptativas surjan incluso fuera de los sistemas formales y anquilosados de transmisión del conocimiento (la escuela, la Universidad, incluso la familia). Y entre esas alternativas para forjar ese nuevo ser humano capaz de pensar, sentir, relacionar, interpretar, valorar y actuar de otro modo, la comunicación en red ha de tener un papel muy especial.
Por eso he querido añadir esta reflexión a las anteriores antes de que acabe el día: para que seamos capaces de comprometernos con los cambios educativos mientras estemos aún a tiempo.