En el siglo XXI, con la “revolución de la mente” (tras la “revolución del músculo” que supuso la revolución industrial), la educación ocupa el lugar central de todos los procesos humanos. Cada 26 del mes en curso, Manuel Ángel Vázquez Medel, Catedrático en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, ofrecerá nuevas claves educativas para pensar, sentir, comunicarnos y actuar en la nueva sociedad de la comunicación y de los saberes compartidos.
El Diccionario de la Lengua Española de la RAE define así en sus primeras acepciones
entender.
(Del lat. intendĕre, dirigir, tender a).
1. tr. Tener idea clara de las cosas.
2. tr. Saber con perfección algo.
3. tr. Conocer, penetrar.
4. tr. Conocer el ánimo o la intención de alguien. Ya te entiendo.
5. tr. Discurrir, inferir, deducir.
6. tr. Tener intención o mostrar voluntad de hacer algo.
7. tr. Creer, pensar, juzgar. Yo entiendo que sería mejor tal cosa.
Y así
comprender.
(De comprehender).
1. tr. Abrazar, ceñir, rodear por todas partes algo.
2. tr. Contener, incluir en sí algo. U. t. c. prnl.
3. tr. Entender, alcanzar, penetrar.
4. tr. Encontrar justificados o naturales los actos o sentimientos de otro. Comprendo sus temores. Comprendo tu protesta.
Es evidente que, en todo proceso educativo, el entendimiento y la comprensión se encuentran en el centro mismo de la ampliación de competencias y conocimientos. Ya en una reflexión anterior hemos indicado esa dinámica compleja que debe llevar a atender, entender, comprender, aprender, aplicar, explicar…
En un mundo en el que, como afirma Gianni Vattimo se ha abierto el conflicto de las interpretaciones, resulta fundamental dedicar, en una educación orientada hacia el futuro, amplios espacios para incrementar las capacidades y habilidades hermenéuticas, para ofrecer recursos que permitan enfocar de un modo abierto y a la vez complejo las intrincadas cuestiones que forman parte del mundo de la vida en la actualidad. Ello supone la capacidad de insertar los diferentes textos en sus contextos, de construir esa dinámica reticular y no lineal que nos lleva de la parte al todo y del todo a las partes.
Edgar Morin ha insistido en este aspecto esencial para la educación planetaria: desde la infancia debemos ser conscientes de que nuestras creencias y opiniones no son ni únicas ni necesariamente “verdaderas”, ni pueden ser definitivas. Por el contrario, debemos abrirnos en empatía hacia el universo de creencias de los demás, a fin de resolver, a través del diálogo, las inevitables diferencias en nuestros procesos interpretativos.
La comprensión, pues, debe potenciarse en todos los ámbitos: el intrapersonal, a través de la introspección y el examen crítico de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones; el interpersonal a través de la apertura, la escucha, la aceptación de la diferencia y la tolerancia; el grupal e intergrupal a través del examen de los diversos prismas y enfoques que enriquecen nuestra visión de las cosas. Y todo ello ha de desembocar en una potenciación de la comprensión de la diversidad cultural que, como la biológica, es una garantía de riqueza en el ámbito de lo humano.
Enseñar a entender, enseñar a comprender, es una difícil tarea que debe partir de la dinámica misma del ejemplo: el docente debe empatizar y comprender al discente, ponerse en su lugar, para pedirle que él a su vez intente ponerse en el lugar de los demás. Ello significa salir de nuestros rígidos emplazamientos mentales y aceptar la dinámica de los desplazamientos múltiples hacia el ámbito de los otros.
Las virtudes que sostienen este incremento de la competencia hermenéutica, de la capacidad interpretativa, son muchas y variadas: desde la capacidad de escucha y de apertura hasta el ejercicio de la responsabilidad, cooperación, tolerancia y amor. Todo lo contrario del ensimismamiento egocéntrico, el “enroque” en posiciones dogmáticas y el miedo y el rechazo a lo ajeno y distinto.