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Mondo Píxel PG por John Tones y Javi Sánchez

Mondo Píxel PG supone, como el Parental Guidance de su título indica, un punto de vista alternativo y guiado acerca de los videojuegos. Cada viernes, John Tones y Javi Sánchez, miembros del hervidero de visiones con seso sobre lo interactivo Mondo Píxel, contarán en LdN cómo se ha convertido el ocio electrónico en una volcánica explosión de inquietudes pop. Sus ramificaciones en cine, tebeos y música, su influencia en nuestra vida diaria, su futuro como forma de ocio y olla a presión cultural. Cada semana en Mondo Píxel PG.

Doble rasero

Hace unos dos años, Ubisoft decidió que lo mejor que podía hacer para evitar la piratería con la secuela de Assassin’s Creed para PC, era impedir que se pudiese jugar sin estar conectado a Internet. AC2 es para un jugador. Requerir conexión para un juego de estas características tiene el mismo sentido e implica la misma comodidad y satisfacción que intentar follar vestido. Para colmo, cualquier mínima desconexión, aunque fuera de un par de segundos —oh, infraestructuras de España— implicaba perder la partida en curso y volver a la pantalla principal. Por supuesto, a la semana y media, cualquier habitual de los .torrent podía jugar gratis a Assassin’s, desconectado y sin pagar.

Tampoco es que ese título fuera importante para la estrategia de Ubi, el juego salió bastante más tarde que sus hermanos de consolas, que ya eran superventas para la ocasión. Pero el daño de imagen sí fue importante: los medios del sector soltaron colleja tras colleja ilustrando puntos como el anterior (un pirata no tiene los mismos problemas que tú, cliente pringado) creando un pozo en el que más de una editora se ha caído alguna vez. Que tampoco es que estorbaran a las puntuaciones recibidas, porque las notas, ya saben. Ay, las notas.

El caso de Diablo III es algo distinto. Es uno de esos juegos que hasta los lectores que no sepan encender una consola conocerán de oídas: una saga de machacar demonios, adictiva hasta el infinito y que marcó con un hierro candente las postrimerías del siglo XX. Posiblemente las dos primeras entregas sean lo mejor que le ha pasado a los fabricantes de ratones, por su mecánica basada en el clic para todo. Y que tenía que llenar las botas de doce años de nostalgia, que todo lo embellece y por eso la gente llama borracha a su ex gente a altas horas de la mañana. Blizzard ya tuvo un dilema similar al de Diablo con Starcraft 2, un juego tan atenazado por el “síndrome del segundo disco” y los millones de coreanos que convirtieron al primero en deporte nacional que se convirtió más o menos en un remake del primero para jugadores actuales (léase: con polígonos), ignorando los avances del género en los últimos 10 años.

Pero Diablo III, que viene a ser la primera entrega con esteroides (ninguna queja en ese sentido, excepto su escasísima dificultad), lo ha petado en ventas como sólo un juego de Blizzard puede hacerlo a estas alturas: más de seis millones de jugadores en una semana y lo que te rondaré morena. El juego requiere conexión permanente —los dos primeros permitían alternar entre un mundo para un jugador y otro con conexión— y otras cuantas limitaciones de diseño que han hecho torcer el morro a algunos (ya vemos cuántos: nadie, nadie en todo el mundo vende seis millones de juegos en una semana. Nadie), pero que a nadie pilla por sorpresa: anunciaron el “always online” el año pasado y sus intenciones por esas fechas: una casa de subastas interna en la que los jugadores comerciarían sus armas inexistentes con dinero real. No se rían, ese tipo de compraventa es algo que lleva pasando en este tipo de juegos desde, justo, Diablo II, aunque normalmente vía eBay y foros. Tratos muy camello/cliente, muy sórdidos, con la adrenalina de lo paralegal, del posible timo y de lo que quiera que pase por la cabeza de alguien que piensa que comprarle un Hacha de Destrucción Tróspida +400 a un chino chatarrero virtual es una buena idea.

Blizzard, sencillamente, quería esa pasta, y con garantías para sus jugadores. El problema es simple: si uno de estos chatarreros te tima, culpa tuya, jódete. Si esto pasa bajo el manto de Blizzard, el problema a largo plazo lo tiene la editora. El siempre online, la falta de interacción entre jugadores para que no se roben cosas, todos los cambios destinados a convertir un juego muy monojugador en algo que no puedes jugar si no tienes wifi (y aún así) son pasos muy meditados para cubrirse las espaldas y blindar esa estructura de negocio, que no la experiencia jugable.

Para cubrírselas ellos, quiero decir: no sabemos cuántos de los seis millones (cristo, seis millones) soñaban con un Diablo III en el que tuviesen que abrir la cartera para comprar Armaduras de Prepucio Demoníaco (que pueden ganarse jugando también, ojo) y que Blizzard se quedase con un porcentaje. Pero ey, es su juego, es su modelo de negocio y están en su derecho de utilizar una marca potente para vender otro juego y otra forma de ganar dinero. Pero no significa que tenga que gustarnos o que haya que obviar que todas las molestias para los jugadores no se han hecho para su beneficio, sino para evitar el de los chatarreros virtuales, el de eBay y, de paso, llevarse más pesetas ellos (porque claramente, seis milllones de juegos a más de 50 euros la caja no es algo que dé dinero). El problema es que todos somos un poco fans de la vieja Blizzard y, oye, lo que en Assassin’s Creed 2 era una mierda, un desastre, una tomadura de pelo y algo incómodo para el jugador, aquí es algo que se perdona, se pasa por alto, ya mejorarán… Cuando las consecuencias de una desconexión son exactamente las mismas que contábamos al principio, fallen sus servidores o falle tu conexión: no poder jugar.

La otra diferencia, por supuesto, es que no es un agravio comparativo: no existe otro Diablo III (aunque pueden echarle un ojo en Steam a algo llamado Torchlight 2) que no sea online y no esté centrado en esa casa de subastas que no termina de llegar (en teoría, la semana que viene está activa), por temor a que algo salga mal y Reddit o Menéame se llenen de quejas y miedo a la compra. Así las cosas, parte de los jugadores de Diablo III se han tirado una semana con problemas de conexión, sin posibilidad de jugar si no se tiene acceso a Internet para el resto de la vida útil del juego, y con una experiencia multijugador rebajada por la promesa de algo que aún no existe y que sólo beneficia a Blizzard. Pero ey, es un Diablo, no un port de Assassin’s Creed: aquí (y en el agregador de notas Metacritic) no pasa nada.

Eso sí, cuando en un par de años, todos los editores empiecen a desarrollar tácticas parecidas, los jugadores sientan por fin que están perdiendo “derechos” (que como consumidores, al menos, sí) y alguien levante la voz, dichos editores sólo tendrán que señalar con el dedo a Metacritic y a los seis millones de jugadores. Ni siquiera argumentar, con el dedito basta.

John Tones y Javi Sánchez | 25 de mayo de 2012

Comentarios

  1. Juan
    2012-05-25 21:10

    Totalmente de acuerdo.

    Estuve esperando durante años este juego y los muy %&$$*+ van y hacen la cerdada del online.
    Creía imposible no comprar este juego pero los de Blizzard son tan increíbles que han conseguido que no lo haga ni lo vaya a hacer.

    Cómo me jode la borregada ¿Blizzard sube los precios de los juegos de PC? ¿Impone medidas por las que a otras compañías se las tacha de ser el advenimiento del mal? Ni Dios se molesta, total, es Blizzard, sus juegos son lo más mejor y ellos sí que se preocupan por sus fans…

  2. JP
    2012-05-25 23:08

    Esta opinión punto por punto es la que intento explicar a la gente. Por no hablar de los problemas técnicos como la absurdamente nula diferencia entre poner los gráficos en HIGH o en MIERDA SECA y otras lindeces.

    Torchlight 2 sin embargo está mucho mejor optimizado, por mejor precio y con una BETA que no ha dado un solo problema (siendo online) sin cortes ni ping loquísimo.

    Cada uno que haga lo que quiera, pero…


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