Mondo Píxel PG supone, como el Parental Guidance de su título indica, un punto de vista alternativo y guiado acerca de los videojuegos. Cada viernes, John Tones y Javi Sánchez, miembros del hervidero de visiones con seso sobre lo interactivo Mondo Píxel, contarán en LdN cómo se ha convertido el ocio electrónico en una volcánica explosión de inquietudes pop. Sus ramificaciones en cine, tebeos y música, su influencia en nuestra vida diaria, su futuro como forma de ocio y olla a presión cultural. Cada semana en Mondo Píxel PG.
Por aquí ya hemos hablado de la muerte en el videojuego y sus muchas representaciones. No hay ningún medio, audiovisual o no, que haya tratado los conceptos de muerte y resurrección del héroe (no hablemos ya del de la persona que está consumiendo ese medio) tan profusa y variadamente como los videojuegos. Es una idea que enraiza en el propio ADN del medio, tal y como lo hace, en general, dentro de la propia idea de juego (tan idóneos para que los niños manejen conceptos que más tarde se convertirán en tabúes, y tan proclives a permitir en sus reglas procesos de captura, eliminación, sustitución y, en fin, qué les vamos a contar a estas alturas sobre el juego como Mímica De Lo Inevitable).
La cuestión es que, influidos primero por las mecánicas de juegos más clásicos (¿qué es Pac-Man sino una sofisticación del “Tú la llevas” de toda la vida?), más tarde por recursos narrativos extraídos de los emergentes juegos de rol de papel y lápiz (con personajes que poseen un ciclo narrativo comparable a protagonistas de novela), los videojuegos no han podido prescindir, ni desde sus mismos inicios, de la muerte como recurso para hacer que las partidas acaben. Y la resurrección como forma de que los jugadores tengan nuevas oportunidades después, digamos, de una primera peripecia de prueba. O como podría decirse, “la segunda vida es la buena”
A todas estas disquisiciones, que ya hemos tratado por aquí, seguro, porque el tema nos obsesiona, llegamos tras descubrir You Chose Wrong, un delicioso tumblr consagrado a escanear páginas de muerte de librojuegos de los ochenta. Es decir, ese momento de Elige Tu Propia Aventura o Lucha Ficción en el que “la vieja te mira dulcemente y, sin mediar palabra, hace un gesto con la mano izquierda que te reduce hasta que tienes el tamaño de un ratón y te devora uno de sus gatos. FIN”. Hemos recordado el placer morboso que suponía la entonces novedosa sensación de estar jugando a ser Dios, recrearse con la propia muerte y evitarla a renglón seguido, simplemente retrocediendo unas páginas. Es el mismo escalofrío que recorre el espinazo cuando un personaje de 8 bits tiembla hasta desvanecerse y luego reaparece parpadeando en otro extremo del laberinto, o se caen graciosamente de culo mientras los enemigos aún olisquean los alrededores del cadáver pixelado, paladeando muerte y desesperación. O, en casos más sofisticados, con la reciente tendencia a mostrar con todo lujo de detalles la muerte del protagonista / jugador (como inauguró, con insistente complacencia en los detalles morbosos, el estupendo Dead Space), en una solución narrativa para la pantalla de Game Over que empalma con algunas máquinas de arcade de los ochenta, donde el héroe se veía en una situación de peligro extremo (un cartucho de dinamita, una enorme sierra circular) que solo se podía cancelar introduciendo los perentorios cinco duros en la máquina… o contemplando la atroz muerte a cámara lenta con fundido a negro del que hasta hace un momento era el avatar del jugador.
You Chose Wrong da la posibilidad de empacharse con todas esas muertes grotescas e inofensivas, de violencia soterrada y deliciosa que plagaron de pesadillas las preadolescencias de más de uno de los presentes. Un precedente analógico del eterno retorno que los videojuegos llevan predicando desde hace varias décadas: el del Ultimate Game Over.