Carmen Castro es parte de la comunidad Librodenotas y editora singenerodedudas, bitácora especializada en temas de género y democracia. Y por qué no dejó de actualizarse en mayo del 2006.
Si este artículo lo hubiera escrito tiempo atrás, empezaría con una disculpa, por el tiempo transcurrido desde el último y por el silencio de las citas pasadas. Pero no voy a hacerlo, porque me estoy quitando el peso de esa carga heredada en forma de culpa por no satisfacer la auto-exigencia de querer llegar a todo (o a casi todo).
Cuando pensé hacerlo, ya me había saturado de leer artículos y opiniones sobre los temas de actualidad y decidí esperar a que pasara la vorágine y fuera posible incluir entre las urgencias del momento algún otro tema interesante defenestrado por la agenda mediática. Y a pesar de que ya sabía que si la dejas, la espiral se engulle el tiempo y energía disponible, volvió a ocurrir: lo urgente había solapado lo que realmente me importaba.
¡Yastabien!
Y ahora que lo pienso, si ayer se conmemoraba el día internacional la libertad de prensa, quizás alguien haya caído en la cuenta del efecto perverso que se provoca cuando una mayoría de quienes dicen ser periodistas se suman a la corriente mediática de moda obstaculizando el libre conocimiento y acceso a la información de quienes aunque con inquietudes de saber, no alcanzamos la categoría de periodista, en algunas regiones del mundo ni siquiera la de ciudadanos y mucho menos la de ciudadanas.
(Se olvidan de que la libertad en sus diferentes manifestaciones necesita de una igualdad de oportunidades real.)
La saturación de información actúa en esta sociedad como una pantalla en la que lo urgente solapa una vez más lo importante y consigue, con frecuencia, dispersar la atención; es un efecto similar al del fútbol y los programas de tele [i]realidad. Y nos lo tragamos, ¡vaya si nos lo tragamos!
2005-05-05 01:20 Periodistos/as papaGAYos/as
(o La Voz de su Amo)
En vez de cumplir con su deber de informar para formar, se ocupan de deformar. Nos cuentan el cuento que sus amos (de prensa, radio y TV) les mandan contar para poder cobrar.
Son los nuevos predicadores de estos tiempos que instruyen a la “parroquia” en el catecismo que editan los que mandan, para que los parroquianos tengan mucha fe y crean todo y vayan a votar, que es el máximo deber ciudadano y una gran virtud contra el vicio de la abstención.