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Y por qué no por Carmen Castro

Carmen Castro es parte de la comunidad Librodenotas y editora singenerodedudas, bitácora especializada en temas de género y democracia. Y por qué no dejó de actualizarse en mayo del 2006.

Europa Sí, pero sin chantajes

Tal y como yo lo veo, hay demasiada costumbre a utilizar el chantaje, sobre todo cuando la capacidad de argumentar está ausente. Claro que también hay quien tiene esa especie de detector de coacciones y reacciona; es lo que está ocurriendo en estos días en torno al referendum de la Constitución Europea.
Ante la ausencia de un debate social y político necesario, se pide una especie de acto de fe para apoyar un texto que ya se asume como enfarragoso e imperfecto, aunque con perspectiva de ser modificado de aquí a 50 años, y con un proceso de elaboración cerrado y sesgado en el que sólo han participado unos pocos y elegidos [obvia decir que las mujeres han sido las grandes ausentes de este proyecto constitucional desde su origen] y que aunque los “padres” del proyecto han ido incorporando ligeros retoques para reflejar el principio de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, estas concesiones no son suficientes.

Sirva como ejemplo de esta insuficiencia, la formulación del artículo 116 recogida en la parte III sobre las politicas y funcionamiento de la Unión:

En todas las acciones contempladas en la presente Parte, la Unión tratará de eliminar las desigualdades entre la mujer y el hombre y de promover su igualdad.

La Unión reconoce los derechos, libertades y principios enunciados en la Carta de los Derechos Fundamentales, y los enumera en la Parte II, con lo que se podría decir que los convierte en vinculantes para todos los estados miembros, aunque en la aplicación práctica y funcionamiento político (parte III) esa exigencia se diluye.
Y no, no es suficiente una declaración de intenciones; una verdadera Constitución Europea ha de servir de marco de GARANTÍAS a la aplicación práctica de los principios y valores en los que dice basarse.

Unidad en la diversidad, dice el lema escogido que se utiliza como arma arrojadiza ante la indecisión y/o la contrariedad: “si votas NO, significa que no estás de acuerdo con una Unión Europea que integre la diversidad—cultural, política y lingüística—” . Pues aclarénme el asunto, porque precisamente la diversidad es lo que está ausente de la elaboración del proyecto de constitución europea, empezando por la diversidad de género.

Avanzar en la construcción social y democrática de una Europa fuerte que haga frente a la hegemonía que Estados Unidos impone, es otro de los eslóganes utilizados para que votemos Sí en la cita del 20 de febrero; y se cae por su propio peso.

Por una parte, avanzar en la construcción social, debería significar que se dan garantías plenas para ejercer los derechos sociales y de ciudadanía y que hay una verdadera participación social, para lo que habrá que articular los mecanismos que posibiliten igualdad de oportunidades en la participación social, ampliando tanto la perspectiva como el significado de las diferentes formas de participación ciudadana en la sociedad de la información.

Contrariamente, el proyecto de Constitución Europea no garantiza la protección de derechos y la ausencia de discriminación, al menos no lo hace en la parte III, en el artículo 118, por citar un ejemplo:

En la definición y ejecución de las políticas y acciones contempladas en la presente Parte, la Unión tratará de luchar contra toda discriminación por razón de sexo, raza u origen étnico, religión o convicciones, discapacidad, edad u orientación sexual.

Por otra parte, el objetivo de una Europa fuerte y democrática ha de servir para establecer otro orden mundial, con otras reglas inspiradas en los principios democráticos, y no en la dominación. Argumentar la idea de una Europa fuerte para hacer frente a Estados Unidos es utilizar el mismo sistema de dominación-confrontación que tantas guerras ya ha provocado, en vez de fomentar un sistema de integración-negociación que restablezca la paz mundial reforzando otra forma de ser, de entender la vida y la política a través de la democratización de las instituciones internacionales.

La Europa de los 25 necesita de este texto constitucional y parece obvio que con la incorporación de los nuevos estados miembros, hay que revisar y ajustar los criterios de reparto de poder, de recursos económicos y de mercado. Probablemente sea éste el eslogan más transparente, aunque no acabo de tener claro en términos prácticos cuál es la diferencia con respecto a la situación actual con el tratado de Niza ¿elimina el proyecto de constitución el sistema de diferentes velocidades en el seno de la UE, y la picaresca de hacer negocio en los nuevos estados miembros, aprovechando los primeros años de mayor ventaja comparativa en precios y costes de producción?.

Sobre este punto, resulta sorprendente precisamente el olvido de la necesidad de operativizar/agilizar la toma de decisiones y gestión política de la Europa 25, cuando se trate de aprobar una Ley común Anti-discriminación:

ARTÍCULO III-124 1. Sin perjuicio de las demás disposiciones de la Constitución y dentro de las competencias que ésta atribuye a la Unión, una ley o ley marco europea del Consejo podrá establecer las medidas necesarias para luchar contra toda discriminación por razón de sexo, raza u origen étnico, religión o convicciones, discapacidad, edad u orientación sexual. El Consejo se pronunciará por unanimidad, previa aprobación del Parlamento Europeo.

Es una oportunidad única y hay que aprobarla ahora, porque el no hacerlo sería un desastre. Quizás este mensaje resulte tan catastrofista por la influencia de la herencia religiosa de los pueblos de europa reconocida en el texto de la Constitución de Europa, y quizás sea precisamente por eso por lo que me chirría, porque no alcanzo a vislumbrar el desastre anunciado; si el sentido común no falla es de esperar que la norma actual, Tratado de Niza, siga vigente mientras no se apruebe otra que la modifique, así que cuál es el drama y sobre todo porqué esta ha de ser la única oportunidad, si esto fuese así, la idea de la construcción europea sería realmente un bluf.

Es tiempo de debatir, de sopesar la propuesta, su significado y las alternativas posibles; y es tiempo de actuar, sobre todo teniendo en perspectiva la cita del 20 de febrero en España, pero sin chantajes.

Carmen Castro | 09 de febrero de 2005

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