Palette es su nombre, y es la estrella emergente de las pasarelas de moda. Si cuaja la propuesta, el mundo “top model” tendría los días contados, ante la perspectiva de la nueva pasarela humanoide.

Quizás con Palette se consiga poner fin a la idea de la mujer andrógina-talla36 o a la metrosexualidad consumista; claro que de ser así, surgirían nuevos problemas ante el despunte del desempleo, sobre todo el femenino, con lo que adiós al cartel de modernidad, progreso y convergencia social y económica en Europa si se vuelven a disparar las cifras ampliando el desequilibrio ya existente.

Si lo pienso otra vez, no creo que la perspectiva fuese acogida con saltos de alegría y las probables reacciones que provocaría podrían hacer fracasar a Palette.

Imagínense las reivindicaciones sindicales… sería la vuelta a la disyuntiva máquina—mano de obra, pero en esta ocasión con el debate centrado en máquina—cuerpo humano y habría manifestaciones glamurosas de cuerpos esculturales envueltos en gasas y sedas. Y todo ello estaría acompañado de la acción colectiva de los diseñadores de la alta costura, y de sus manifiestos y performances reivindicando la recuperación del pecho femenino para ser exhibido entre organzas y transparencias y de los esculpidos abdominales como antecedentes de sus calzoncillos de licra en diferentes versiones.

Y la televisión se llenaría aún más de personajes de pasarela que ya no estarían de moda, y tendríamos más tele por un tubo, para placer y deleite de las queridas amigas y personas lectoras de librodenotas.

Pues al final va a ser que no, y Palette se convertirá en una estrella fugaz.