Carmen Castro es parte de la comunidad Librodenotas y editora singenerodedudas, bitácora especializada en temas de género y democracia. Y por qué no dejó de actualizarse en mayo del 2006.
24 horas se esfumaron entre los pliegues del tiempo, que son esos que se forman al intentar escamoterle al reloj algunas migajas sueltas simultaneando actividades, por si cuela.
Pero no cuela, y al final no salen las cuentas; es posible que sea un defecto de la calculadora y que no tenga incorporada la función necesaria, aunque también puede ser que se nos haya olvidado descontar, o quizás es que no hemos aprendido a hacerlo todavía; me refiero a eso de contar hacia atrás el tiempo realmente vivido.
Como sea, pero lo evidente es que se va el tiempo y por mucho planing o sesiones de administración del timing que el mercado nos ofrezca, se escapa.
En estas ando, buscando por entre las esquinas y recodos; y me empiezo a cuestionar hasta eso de que usamos de una manera circular nuestro tiempo. Aunque eso de que “cuando necesites que algo se haga rápido dáselo a alguien que esté ocupada” siga formando parte de nuestros días, por muy absurdo que parezca.
Quizás es que a esto nos lleva la centralidad que tiene en la vida del trabajo profesional o remunerado. Quizás sólo entendemos el tiempo en función del dinero.
Sí, eso debe de ser.
2004-10-22 03:39 Es cuestion de segundos y tengo un ejemplo practico.
Son las 8:15, suena el despertador, tengo 40 minutos para salir de casa y llegar al trabajo, tengo suerte y vivo a unos 5 minutos del curro andando.
Desayuno, me enciendo un cigarro, voy al servicio, me ducho, me afeito, me peino, han pasado 35 minutos y aun no estoy vestido.
Llego tarde al curro.
Son las 8:35 (el snooze del despertador de vez en cuando funciona) calculo rapidamente los segundos que me quedan (20*60=1200) y me pongo a contar uno por uno.
75 segundos el desayuno.
90 una meadita.
210 segundos la ducha.
180 el afeitado.
195 tapar las calvas.
Aun queda tiempo para el cigarrito mientras me pongo la ropa, como ves, cuention de aprovechar los segundos.
La de siestas que me he pegado en 10 minutos (unos 600 segundos) ponte a contar y veras como se alargan y se alargan y se alargan…
2004-10-22 12:34 Ingeniosa la alternativa; pero dime, Asteriz, ¿cómo sabes que estás consumiendo exactamente los segundos previstos, y ni uno más?
Suena el despertador, es viernes, y el cansancio acumulado de la semana hace que todo transcurra más lentamente; los 5 segundos que habitualmente usas para llegar a la cocina y poner la cafetera, se convierten en 9, y eso sólo es el aviso de lo que irá ocurriendo durante el día.
Un saludo
2004-10-22 13:48 No hay segundos previstos, la diferencia es que cuando no los cuentas siempre son 9 los segundos que tardas en llegar a la cocina pero el verdadero desperdicio de tiempo se produce en la toma de decisiones, esos 20 segundos pensando si Nescafe o ColaCao, si esa cana esta no estaba ayer, que si calcetines con topos o franjas. Parece que al estar pendiente del tiempo y ser consciente de que se escapa, hace que no te permitas desperdiciarlo. Eso o que el tener la mente ocupada en la cuenta hace que la toma de decisiones sea automatica.
Me quejaba yo a mi abuelo, de que cuando era pequeño las semanas en el colegio se me hacian eternas y llegaba a cansarme de las vacaciones. En cambio ahora las semanas pasaban casi sin darme cuenta. Me dijo: “Es curioso, a mi me pasa lo mismo con los años”.
Parece que se tarda mas en llegar a los 20 años que en pasar de los 40 a los 90. Yo, sigo contando por si acaso.
2004-10-22 20:57 De cuando fui consciente del tiempo vendido:
Siempre llevo el reloj cinco minutos adelantados de la supuesta hora real;durante muchos años esa era la fórmula mágica para llegar a su hora a todas mis citas y compromisos.Vivía en una ciudad-pueblo de distancias cortas, mi casa no sumaba más de cinco minutos a pie a mi lugar de estudio.
Una mañana el despertador sono a las 8.30-en realidad, las 8.25- y como un ritual aprendido realicé todos y cada uno de los actos mecanicamente estudiados antes de llegar a mis clases de la mañana.Abrí la puerta y antes de encaminarme a un lluvioso día más me cercioné de no llegar tarde: el reloj de la cocina marcaba las 8.35,mis cálculos no fallaban.
Entré por la puerta principal, me acerqué a consergería y revisé los periodicos diarios;una estraño silencio en los pasillos de una abarrotada facultad me hicieron preguntarme si habría confundido mi horarío de aulas,si estaría esperando una clase que no era, entonces me acerqué a María José la bedel,le pregunté la hora y con su habitual amabilidad me indicó que esa mañana había madrugado,eran las 8.30.