Últimamente, guapísimas y elegantes lectoras mías, tengo la impresión de que nos traen más series gringas con chorradas sobrenaturales. A veces pienso que es porque he puesto la tele de plasma en la capilla del palacete, o que esto es un castigo de la CIA por habernos salido de Irak, o que una postal que envié hace veinte años y se perdió por el camino me será devuelta (aunque no haya puesto en ella ninguna dirección mía) y algún cartero extraterrestre aprovechará para colarse en mi casa y apropiarse de Borja y Tigre para hacer experimentos malignos con ellos.

Estas son las series a las que me refiero, queridas (bueno, las que recuerdo):

LOS 4400. Se supone que ese es el número de personas que fueron abducidas en EEUU durante el siglo 20 y que ahora vuelven, con la misma edad con la que salieron del país, no importa los años que pasaran en el extranjero, y con superpoderes. A algunas de vosotras os ocurre lo mismo cuando vais a Ámsterdam, y más ahora con los vuelos baratos. Todavía no se sabe porqué cada uno tiene un superpoder diferente: la niña que ve el futuro, el chaval que cura con sólo tocarte (y no tiene que ser nada sexual), el hombre que causa temblores con sólo cabrearse (como algún portavoz de la oposición), el bebé nonato que se comporta como Stewie de Padre de familia, y más, cada episodio uno.

MISSING. Una tía es atacada por una tormenta eléctrica, y en lugar de palmarla, se pone a currar para el FBI. Porque ahora sueña el lugar donde están escondidas las personas desaparecidas. Pero siempre sueña juegos de palabras, y mientras averigua qué coño ha soñado, se pasa todo el capítulo escondiéndose detrás de una agente del FBI negra. Y hay otra de origen hispano que habla bastante mal el español, la he visto en versión original. Lo que hay que interpretar aquí es que las minorías y los inmigrantes también tienen derecho a abusar del poder. Esa es la verdadera democracia.

MEDIUM es el tamaño de mis calzoncillos. También es una serie en la que una ama de casa de clase media trabaja para el fiscal del distrito porque también sueña con los criminales y otros angelitos de la tele. Su marido es un matemático que trabaja para una empresa de alta tecnología, lo cual demuestra que lo religioso y/o espiritual puede convivir perfectamente con la ciencia y tener tres hijas que no entienden nada y siempre están desayunando.

INVASIÓN. En el primer capítulo nos hemos enterado de que el Sheriff es un extraterrestre. Pero eso lo sabíamos desde la primera película del oeste. Aunque esta no es una serie del oeste. La serie empieza con un huracán que los extraterrestres aprovechan para aterrizar en un planeta tierra compuesto única y exclusivamente por Estados Unidos. Probablemente se utilizará esta serie para explicar que el desastre de Nueva Orleáns era inevitable porque se trataba en realidad de un acto de guerra de los marcianos.

Son sólo cuatro ejemplos; vuestro astuto servidor está seguro de que hay más. Ahora sólo nos falta que un productor español, el día en que lo haya, decida hacer una serie de este estilo:

LA TONTERÍA. Un jubilado de Cuenca y su mujer son abducidos por extraterrestres vegetarianos en 1969, y retornados a la tierra (compuesta exclusivamente por Espéin) en 2006. Ahora tienen superpoderes. El jubilado sabe siempre de antemano el número de la ONCE que saldrá premiado, y la mujer ha aprendido a matar con un cortaúñas oxidado. Juntos viajan por todo el territorio espeinol en busca del número premiado de la ONCE de ese viernes y resuelven crímenes como el de la corrupción en Marbella o la privatización silenciosa de la Seguridad Social. Es muy bueno el episodio en que visitan a un invidente que tiene un quiosco de la ONCE en el ensanche de Barcelona y salvan a un montón de funcionarios del pago de cuotas a su partido político.

Etcétera, queridas.

Chao.