Hola divertidísimas y guapas damiselas televidentes de la tele de verano. Lo de divertidísimas era para animaros un pelín. ¿A que os aburrís automáticamente cada vez que encendéis la tele de verano?

En verano es como si la tele estuviese prohibida. Y para demostrar dicha prohibición echan cosas como Gran Prix, esa cosa tan de pueblo. Tele para personas jubiladas, claro. Lo cual me lleva a pensar que en Espéin debería prohibirse la jubilación, ese estado vegetativo en el que entran tantas personas cuando salen de su anterior estado vegetativo.

En verano también echan el Tour, que va muy bien para echar la siesta, con esos largos silencios de los comentaristas. La siesta en verano se debe no sólo al calor, sino también a la enorme cantidad de fritanga que se os ocurre engullir. Y luego está la sangría, claro, ese vinazo cutre rebozado en gaseosa y con cuatro rodajas de naranja. Hay quien asegura que es refrescante. Y lo hace mientras se toma dos aspirinas para despejarse las moscas intracraneales post-sesteras.

Y luego están todas las series repes. Como si el verano fuese la época de la nostalgia televisiva. ¡Ay que tiempos aquellos en los que nos echaban episodios nuevos! Y cosas por el estilo. Es para pegarle a alguien: a alguna persona ejecutiva de la tele, o por lo menos, directora de informativos.

En verano los informativos son más infoanuncios que en invierno. Bueno, en realidad lo son de manera más evidente. Porque en invierno los informativos son la teletienda de los partidos políticos. ¿Verdad que ésta es la mejor política de los últimos tiempos, Mike? Claro que sí, Bob, pero eso no es todo. Si compras nuestra política en los próximos quince minutos, te llevas, absolutamente gratis, una conmutación de la subsiguiente pena de carcel. ¡Absolutamente gratis!

Y todo eso con el peor de los doblajes.

Bueno, que disfrutéis, queridas, de la mejor de las lipotimias en la playa.

Un besito. Chao.