Muy guapas mías. ¿Sabéis lo que es llevar dentro una estrella de televisión y no saberlo? Pues resulta que eso es lo que me pasa. ¡Y no lo sabía! Hasta que mi chavala me lo dijo, y además delante de testigos: Borja y Tigre.

Lo que me dijo (y todavía me encuentro atónito) es que yo soy una mezcla entre House y Monk. Como es natural y de esperar, pedí explicaciones. Sí, House es uno de mis ídolos, y Monk me cae bien, pero de todas maneras yo quería saber por qué, en pleno domingo, con el servicio ausente por libertad de un día, con los perros lamiéndose cada uno sus respectivas partes, con la tele apagada porque no me había dado tiempo a encenderla, con la ciudad vacía ya que todo el mundo se había ido a la playa para “aprovechar” el “buen” tiempo, etc.—yo quería saber por qué mi chica, nada más y nada menos que mi propia chavala, me tenía que decir que yo era un cóctel de dos personajes extravagantes. ¡Como si en mi se pudiera detectar alguna extravagancia, queridas! ¿Os lo podéis creer?

Después de muchas cosquillas y muchas risillas, mi chavala confesó. Yo estaba irritado como el culo de un bebé con pañales baratos. Y resulta que la explicación es harto sencilla: mi chavala dice que soy borde como House, y estoy lleno de tics y manías como Monk. ¿Os lo podéis creer? ¿Borde, yo? ¿Lleno de tics y manías? ¡Que vengan los cristianos apocalípticos inmediatamente a tomarme la temperatura porque esto tiene que ser una clara señal del fin del mundo!

Bueno, no. Que se vayan a tomar por saco mientras esperan al próximo milenio, o a que les caiga una auditoría de Hacienda. El otro día me llegó una carta de Hacienda y me di cuenta por primera vez que ya no se llama Hacienda, sino Agencia Tributaria. No es que no lo hubiera visto antes, lo he visto miles de veces: es que por primera vez me di cuenta de lo mucho que me toca los cojones esa manera de maquillar la realidad cambiándole el nombre a las cosas. Bueno, tampoco es la primera vez, sino la primera vez que me doy cuenta en cuanto a Hacienda. Agencia Tributaria es la versión políticamente correcta de Hacienda. Igual que Televisión Española es la versión políticamente correcta de Propaganda del Gobierno.

Y porque todas entendéis que no es otra cosa que una agencia para la propaganda del gobierno, os importa un carajo que vayan a despedir a tres mil personas ¿no? Pues claro. A todos nos trae sin cuidado si empiezan a despedir a los funcionarios hasta que no quede nadie que nos obligue a hacer cola, o que nos trate como si fuera nuestra obligación comprar pañales caros.

Bueno, al grano. Decir alguna que otra verdad con ironía y sin reírse, ¿es ser borde? Pensar que el disminuido psíquico que está junto a uno ante la barra, con una birra en la mano, diciendo tonterías sobre la Liga, no sabe nada de fútbol e informarle al respecto, ¿es ser borde? ¿No es eso hacerle un favor desinteresado, para que se calle de una vez?

¿Y qué pasa con los tics y las manías? Yo no tengo tics ni manías, sólo son maneras de hacer las cosas: mis maneras. Por ejemplo, ¿está mal ponerse los calcetines siempre del revés? ¿Qué pasa si la costura esa que tienen a la altura de los dedos me molesta? ¿Nadie sabe fabricar un calcetín decente? ¿Y está mal ponerme siempre el derecho primero? ¿No es ese un hábito saludable que aporta regularidad a mis días? ¿Y qué pasa, que tiene de malo que no soporte yo las sandalias? ¿A quién le importa que la sola idea de ponerme sandalias me produzca sarpullidos por todo el cerebro, cosquillas por toda la espina dorsal y un horrible hormigueo en la mano de prenderle fuego a la fábrica de sandalias? ¿Os habéis visto los pies cuando volvéis a casa después de todo un día de andar por la calle? ¿Os parece bonito?

Pues a mi chavala le da risa. Y me mira como pensando: Ay, qué haría yo con este hombre si no fuera dueño de este magnífico palacete en el que vivimos. Y el servicio, claro. Con sirvientes se vive mejor que sin ellos. Y la capilla con la tele de plasma que pronto será obligatoria en todos los hogares. ¿No tiene mi chavala el tic y la manía de sentarse en el sofá del siglo XVIII a ver programas del corazón precisamente cuando a mi me apetece sentarme a canalear sin quedarme en un solo programa más de cinco minutos durante un par de horas?

Así que ahora, a mi chavala, le ha dado por llamarme Mouse, combinación de Monk y House, que en inglés significa ratón. ¿Qué tengo que hacer, queridas, subir el alquiler a mis inquilinos? ¿Callarme lo que pienso para siempre? ¿Ponerme mal los calcetines? ¿Comprarme otro perro?

Chao.