Ramiro Cabana es comentarista de radio y televisión. Tele por un tubo dejó de actualizarse en agosto del 2006.
Está lo de Eto’o, queridas. No vi el partido, pero he visto todas las repeticiones. Y todos los medios que yo haya visto están diciendo lo que se dice lo correcto. Algunos por convicción, otros porque no se quieren llevar una buena multa, lo que sea. Pero ¿qué pasa en las calles de nuestra bienamada Espéin, mis guapas? Ahí es donde está el jaleo.
Los medios tienen que repetir la ideología oficial: ese es su curro. La gente no. La gente tiene libertad de expresión. Y lo que expresan es su racismo.
Ayer hice un poco de trabajo de campo, yendo a mercados, bares, tiendas; subiendo a autobuses, taxis; escuchando a la gente por la calle. Y no sé si a vosotras os sorprende, pero a mí me sorprende, y es que la mayoría de la gente que yo oí hablar estaba encabronada con Eto’o. ¿Por qué?
Cuando regresaba al palacete, andando para pensar mejor, me llegó la solución. ¿Estáis preparadas? La solución es que a los racistas espeinoles no les gusta que les llamen racistas.
Normalmente, la población espeinola tiende a pensarse normal y alegre. Aguirre, el entrenador de Osasuna, lo dijo bien ayer en una rueda de prensa: nadie por la calle insulta a nadie porque sea negro; pero en los estadios… Eso ya es otra cosa. En los estadios la normalidad es otra y la alegría es otra. Pero siguen siendo vuestras, queridas. Sois las mismas, pero en circunstancias diferentes. Y ahí es donde se ve de qué está hecho cada uno.
En Zaragoza dicen que era una minoría la que gritaba a Eto’o. Pero los rollos, malos y buenos, siempre comienzan con una minoría. Luego, si se dan las circunstancias propicias, dicho rollo se extiende como el fuego en una biblioteca (en Espéin hay pocas bibliotecas de verdad, o sea que no debéis preocuparos), y luego es una minoría la que no sigue el rollo.
Los profesionales del fútbol, además, dicen que esto no es nada nuevo. Que de unos años para acá se oyen cada vez más los insultos racistas. O sea que el fuego se extiende. La normalidad y la alegría espeinolas van mudando de carácter. O van mostrando algo que antes no se atrevían a mostrar y que parece seguro (y divertido) mostrar en medio de la masa en un campo de fútbol.
¿Recordáis cuando el año pasado jugó Inglaterra aquí y hubo también gritos racistas contra algunos jugadores negros del equipo nacional inglés? Los periódicos sensacionalistas británicos se pusieron las botas llamando racistas a la ciudadanía espeinola. Y aquí hubo una indignación tremenda. Esa indignación, repito, del racista cuando lo llamáis racista.
Después hay otra cosa. Eto’o juega en el Barcelona. Y por los comentarios que yo oí ayer, eso contribuye a los gritos y a la indignación de tanta gente contra él. Así, al negro no sólo le gritan porque es negro, sino porque juega en un equipo catalán. Se unen antinegrismo y anticatalanismo en la misma indignación, que es muy divertida de ver. Incluso oí decir a una señora que estaba enfadada con Eto’o por culpa del estatuto. ¿No es eso absolutamente apabullante, mis queridas personas lectoras?
La normalidad y la alegría espeinolas son como el agua: bajo presión tienen que salir por donde sea. Nuestra nueva normalidad es el mal rollo, y nuestra nueva alegría es la indignación cuando alguien nos habla de ese mal rollo. ¿Sigue siendo different esta Espéin que tanto amamos? ¿Queridas?
Chao.