Ramiro Cabana es comentarista de radio y televisión. Tele por un tubo dejó de actualizarse en agosto del 2006.
Hola mis infinita y estatutariamente guapas amigas mías. Se ha visto en la tele últimamente que algunos soldaditos andan haciendo patria allá donde se encuentren. Hasta que se encuentran arrestados, allá en su domicilio. Mal rollo, queridas, cuando al ejército se le ocurre hacer patria. Significa que sus miembros no tienen suficiente trabajo, y que quizá habría que buscarles otro empleo, como limpiar las calles de excremento dogueril. Cualquier cosa para que mantengan sus febriles cerebrillos ocupados. Lo que hay que pensar es si en realidad nos hace falta un ejército. Podríamos usar todo ese gasto en nada para pagar la sanidad pública, o construir un cohete para viajar a la Antártida. ¿Qué más da?
Por otro lado, resulta que unos papeles privados que fueron confiscados hace tiempo no pueden ser devueltos a sus dueños porque un a un señor le toca los cojones que las cosas vuelvan a sus legítimos dueños. ¿Qué hacemos, lo acusamos de soviético, o qué? Hay qentecilla que se queja de que va a ser disgregado un archivo. Como si eso importara un carajo. Como si no su hubieran disgregado cosas más importantes desde siempre. Como algunas colecciones de arte que ahora andan repartidas por museos de todo el mundo, incluidos los nuestros.
No hay nada más conservador que querer conservar cosas que no importa si las conservamos. Que incluso no se van a perder si no las conservamos. La gente que conserva de esta guisa luego resulta la mar de disgregadora en las cosas importantes. Por ejemplo: es mejor un horrible y altísimo edificio de pisitos que produzca enorme riqueza para mis amiguitos. Es mejor que conservar nuestro patrimonio, agrícola o urbano.
En Valencia, los mismos que se lamentan por la desbandada de unos papelitos, llevan años queriendo demoler un barrio único, para que los pijos puedan llegar a la playa directamente, en lugar de dar una vuelta de medio kilómetro en coche. Son los mismos que destruyen pueblos enteros y kilómetros cuadrados de huerta para llenarlo todo de los contenedores que traerán los productos de China que destruirán la economía de otros pueblos y dejarán la economía hecha trizas. Ahí no son conservadores.
Es el caso del tío que incendia su casa y luego llora porque se le ha quemado el álbum de fotos con todos los recuerdos de su vida en esa casa.
Yo pido que nuestros conservadores sean gente seria, queridas amigas personas lectoras. Coherente. Gente que lo quiere conservar todo, no sólo lo suyo, destruyendo lo demás para hacerse con unos cuantos millones de euros. Mismos que luego invertirán en más ladrillo disgregador.
Incluso Borja, el mejor perro salchicha del mundo, está de acuerdo conmigo en que si nuestros conservadores no conservan es mejor que se dediquen a otra cosa. Tigre, mi perrillo chihuahua ya ha decidido que el va a ser conservador. No me lo ha dicho porque no habla. Pero lo veo. Lo veo como tiembla de angustia cada vez que le digo: “¡Ven Tigre! ¡Ven! ¿Qué te parece si demolemos el palacete nuestro del siglo 15 y nos construimos un rascacielitos de 40 plantas y nos mudamos a vivir en un piso!”
Y Tigre tiembla, queridas, como es su deber. Tigre es conservador y tiembla siempre.
Chao.