Ramiro Cabana es comentarista de radio y televisión. Tele por un tubo dejó de actualizarse en agosto del 2006.
Queridas, por fin llegó el día. El día del fin. El día más esperado por todas aquellas personas (creo que somos seis, contándome a mí) a las que les gusta una televisión imaginativa y potente. El último día de Crónicas Marcianas.
Ese día llegó y se fue. Y no ha pasado nada. Yo estaba todo preparado para ver el último programa—hará seis años que no veo Crónicas Marcianas—pero me quedé dormido. O sea que, honestidad ante todo, para parecerme a la mayoría de la población espeinola voy a hablar aquí de algo que no he visto.
Y da igual, porque visto una vez, Crónicas Marcianas fue siempre el campeón del más de lo mismo. El héroe de la repetición. El rey del sucedáneo y el gato por liebre. El emperador de la vergüenza ajena. El señor de los índices de audiencia, ya que en espein somos la mar de gregarios y si no vemos todos lo mismo, al día siguiente no sabemos de qué hablar.
Recuerdo que hace años mi chavala veía este programa, y yo me ponía tapones en los oídos, antifaz de dormir sobre los ojos, me tapaba la cabeza con la almohada e intentaba desaparecer en el sueño.
No soporto esa luz hiperbrillante del plató de CM, los gritos, la música pesada, el humor de patio de colegio. Porque ¿no era esa clase de humor lo de burlarse de los raros, gente como Pocí? Ese humor cruel. Sin riesgo. Dirigido misilmente a los débiles, nunca a los fuertes.
Siempre he pensado que los verdaderos humoristas, los verdaderos bufones, atacan a los que son más fuertes que ellos. En el carnaval de la Edad Media, sí, se burlaban de los tontos y de los débiles, pero también de la iglesia, con misas de burros y procesiones bufas, y de los señores, con reyezuelos de pacotilla y disfraces agresivos.
La Commedia dell’arte se burlaba de los débiles, de los hambrientos, de los del pueblo de al lado, y de los magistrados, los soldados y los príncipes. Los cómicos del pasado arriesgaban su libertad y su vida para hacer reír. Los del presente no se atreven. Y cuando se los ataca, lloran.
Y ahí tengo que dar excepción a Sardá, que cuando se le atacó desde el gobierno respondió y dio la cara. Siempre se puso al frente de su programa y (un poco demagógicamente) lo defendió y se burló de los poderosos.
Recuerdo una sección de hace años, de cuando Boris Izaguirre entró en CM. Boris hacía de crítico de moda y mostraba fotos de gente famosilla y de alcurnia y se reía de sus vestidos, o los alababa y se ponía de rodillas, y gritaba y corría de un lado para otro. Quizá el único segmento de CM que en realidad me gustó.
Luego vinieron las tonterías de las mesas redondas del famoseo y de Gran Hermano. La lucha libre verbal. Y yo me ponía los tapones y el antifaz y me largaba a dormir.
Espero, queridas amigas personas lectoras, que con el fin de Crónicas Marcianas haya llegado también el fin de una época en la televisión espeinola. Lo espero y lo dudo. Y Borja, el más importante de los perros salchicha del mundo, también.
Chao
pd: me queda una columna antes de irme de vacaciones.
2005-07-26 15:53 a mi lo que me impresiona es la foto de arriba y me da claustrofobia.
no me parece lógico respirar por ese agujerito de los ojos.
después de las vacaciones, sería conveniente que el traje trajera (traje trajera, bien) una abertura en la boca, más que tanto lanza rayos por la vista.
de crónicas marcianas no voy a hablar porque a este punto del planeta no llegan ni los marcianos.
2005-08-01 18:45 LOS ROBOTS NO RESPIRAN!!!CREO QUE MÁS QUE CLAUSTROFOBIA RESPIRATORIA LA TENDRÁ VISUAL…ÁUNQUE SUS VENTAJAS TENDRÁ NO RESPIRAR
2005-08-03 14:34 con todo respeto greloswoman, el que tengo en casa sí respira y cómo! (maravillosamente).
ahora, mirando el traje que cabana ha diseñado al suyo, y más allá de la claustrofobia que me provoca (las fobias no tienen explicación demasiado razonable y la sola representación me pone los pelos de `punta, pero eso es otro cantar de los cantares), me puse a pensar cómo hacerle respiración boca a boca en caso de ser necesario.
boca a ojo ser’ia la ùnica opciòn (se me diò vuelta la tilde en este teclado).