Lo que vi el otro día, mis guapas, no sé si es televisión para retrasados mentales, para gente que no pone atención o la televisión del futuro, construida a partir del zapping, esa otra manifestación del aburrimiento existencial. El programa lleva por nombre algo así como Los archivos del FBI. Y es cutre, cutre, cutre. Mi chavala et moi vimos un episodio entero y no parábamos de reírnos, de lo cutre que es.

Funciona de la siguiente manera. Cada episodio cuenta un caso resuelto con éxito por la mundialmente famosa agencia policial que le presta su nombre al título del programa. Parece un documental, pero no lo es, porque el metraje auténtico es poco: se cuenta por medio de reconstrucciones con actores. Eso ya es cutre de por sí porque no veis al policía cagado de miedo ante el fuego criminal y enemigo, ni lo veis nunca totalmente inutilizado por la incapacidad intelectual de comprender lo que investiga, lo veis valeroso e inteligente, siempre actuando con modélica pulcritud ante el deber. Aquí está la primera cutrez: lo que quiere hacerse pasar por un reality show, no es más que una ficción, con guionistas, equipo de rodaje y servicio de bocadillos para los descansos.

La otra gran cutrez de este triste, triste, triste espectáculo para gente que no tiene nada mejor que hacer (mi chavala y yo sí tenemos, pero con la excusa de esta columna, a veces nos sentamos en pareja, muy cucos, a ver esta clase de chorradas en la caja lista), es que hay cortes muy claros dejados ahí para la publicidad. Pero después del corte, en lugar de continuar con la historia, te hacen un pequeño resumen de lo que ha venido antes. ¡Y eso es lo máximo en televisión para tontos y zapperos, queridas amigas personas lectoras! LO MÁXIMO Y PRÁCTICAMENTE INSUPERABLE. Y cada vez que había un resumen de estos, mi chavala y yo nos mirábamos tiernamente como diciendo: No me jodas, tío.

Pero lo mejor, lo mejor, lo mejor de todo, encantadoras telelectoras de TELE POR UN TUBO, es que siempre que hay que hacer una conexión entre el evento A y el evento B, entre el sospechoso X y la huella Y, que es lo contrario al ADN mitocondrial, ¡te la hacen ellos! ¡Os lo explican todo, mis queridas sobrinas en la letra columnil! OS LO DAN A CUCHARADAS. Ay, que viene el avión, queridas amigas, ay que viene el avión. Y no me manchéis el babero, que es el último que nos queda de aquí a la tercera edad. Los pañales mentales son desechables, pero el babero no, el babero es para toda la vida. O hasta que la Seguridad Social proporcione uno nuevo.

De esta manera, inteligentes mías, la caja lista aporta su granito de acné arenoso a la gran estulticia global. No es descubrimiento que valga la pena pregonar, decir que Discovery es el peor canal de documentales de todos los tiempos. Una de las joyas de su coronita de peltre es Archivos del FBI. Malo, malo, malo. Pero seguro que la ministra que opina que Espéin, ese país que no lee, es un país de melómanos, nos aclara cualquier día que la droga cortada que vende este canal es cultura. Mucho ojo, queridas, con las sobredosis. Bueno, en realidad, si os quedáis vegetales, no pasa nada. Siempre se puede decir que estáis en actitud melómana, viendo un documental de Discovery.

Borja. ¡Borja! Ostras, se me ha quedado melómano delante del programa de la Otero. Un día de estos tendré que verlo y contároslo. Mucha cultura en la tele, ¿eh? Mucha cultura. ¡Borja, joder, despierta!