Ramiro Cabana es comentarista de radio y televisión. Tele por un tubo dejó de actualizarse en agosto del 2006.
Necesitamos, queridas, como la sangre de cerdo necesita oxigeno, más telerrealidad, más, más y más. Bueno, en realidad la sangre de todos y todas necesita oxígeno, yo sólo he dicho de cerdo para poner las cosas en perspectiva desde un principio. Y si no me creéis, seguid escudriñando la pantalla.
En realidad, en Espéin, siendo un país de imaginación mermada por, entre otras cosas, un alto sentido de la moralidad que a nadie le interesa, no tenemos un elenco de programas donde el populacho se dé de bruces consigo mismo lo suficientemente amplio. Tenemos Gran Hermano y todas sus variantes, el VIP, el de la isla, el de la granja y ahora, de nuevo el de la casa. Operación Triunfo era una especie de GH, pero en bonito, sin sangre, sin chorretones de semen por la pared de la cuadra donde guardan la cabra. Y no era lo suficientemente humillante para nadie salir en OT. Al contrario, la gente estaba orgullosísima.
¿O creéis que todas esas acusaciones de puterío que hubo en los primeros GH, todas las portadas de Interviú posteriores, todo el griterío en Crónicas Marcianas y demás corazonadas, era en vano? Lo que la gente quiere es sangre, eso está claro. Pero sangre de cerdo, sangre de mentirijillas, morcilla, con arroz, con cebolla, con gritos de día de San Martín. Humillación del prójimo y pelos que saltan por todas partes hasta que taponan el desagüe de la ducha y no hay quien quede limpio hasta que venga el fontanero, alguien como la Milà, o yo qué sé quién.
Así que os propongo tres programas de gritos, sangre y pelos para vuestra diversión y distracción, para que seáis felices de verdad, queridas amigas personas lectoras, y proyectéis toda vuestra ansiedad ante una vida en el anonimato y el olvido civil y televisivo hacia la pantalla de la caja lista. Aquí van:
¿Qué tal Fratricidio Popular? Un programa en el que los líderes del Principal partido de la oposición se reúnen en un convento abandonado, sin guardaespaldas, sin DVDs del 14-M, sin cargos directivos dentro del partido que valgan, sin aforamientos, sin nada: sólo sus camisas azules, sus trajes de sastre, sus mocasines y su bilis. Claro, todo el convento está lleno de cámaras y micrófonos que lo oyen y ven todo. Y su misión es pelearse hasta que sólo queden los que estén preparados para ejercer una oposición inteligente y a favor de los intereses de Espéin. ¿A que nos lo pasaríamos bomba?
¿Qué tal La casa de tus pesadillas? En la que un montón de promotores inmobiliarios reciben un paraje natural completamente virgen y su misión es destruirlo y convertirlo en un centro de turismo basura como los que ya tenemos, con campos de golf, karting, piscinas, carencias en el suministro de agua, apagones, falta de seguridad en las urbanizaciones y todo lo demás que hace de nuestras costas un sitio tan atractivo para el personal espeinol, y cada vez menos interesante para turismo de fuera. Nuestros promotores tendrían a su disposición tendrían alcaldes que se enriquecen con la recalificación del suelo, subcontratas ilegales, mano de obra barata, contables que les ayudarían a escaquearse del fisco, mafiosos internacionales que quisieran invertir sus ahorrillos negros, todo, todo lo que les hiciera falta. ¿A que sería la mar de educativo?
¿Y qué tal Operación Salida? En la que millones de personas intentan largarse de una sola ciudad utilizando todas el mismo medio de transporte a toda hostia y sin el menor miramiento hacia nadie ni nada. Tendríamos espectaculares accidentes, ambulancias, bomberos, policía, todo lo que hace de un programa de televisión algo digno para toda la familia. Los concursantes y concursantas podrían quejarse de las autoridades de tráfico, podrían conducir por el arcén, gritar a los niños del asiento de atrás. En los atascos, podrían bajarse del coche y pelearse con los de al lado. La idea es irse de vacaciones cueste lo que cueste. Porque ya lo sabéis, amigas, por mucho llanto y mucho cuento que haya estos días, nuestra verdadera religión es el vacacionismo. Comparado con el vacacionismo, el futbolismo no es más que una secta extravagante, por más apoyo que tenga del estado, el Estado del Bienestar que les perdona los impuestos a los objetos de su devoción. ¿A que sería superbonito un programa así?
Ya las tenéis, amigas, mis tres sugerencias para que esta sea la mejor primavera-verano de vuestras vidas. Yo por mi parte, vuelvo a entrar en el palacete, que me da mucho asco ver a Borja vomitar. Ya lo traerá a casa el chófer.
Chao.