Ramiro Cabana es comentarista de radio y televisión. Tele por un tubo dejó de actualizarse en agosto del 2006.
Amigas del alma, y mías también, no hay nada como un incidente desagradable para echarle a andar la sangre a un bípedo omnívoro como un servidor, defensor y ariete vuestro, yo. Resulta que el otro día en el nuevo-viejo programa de mi ídola, María Teresa, alias La Campos, ocurrió uno de esos, y todavía no he podido recuperarme. Es más, escribo esto de mañanita no sólo porque el incidente no me ha dejado dormir, sino porque incluso me ha sacado de lecho matrimonial, tan calentito, tan placentero, tan de todo lo agradable, especialmente en las madrugadas frías.
Estaba María Teresa en su tertulia política, rodeada de algunos de sus habituales captadores de habichuelas y de alguno/a más, hablando de lo terrible de los atentados de Madrid y sus secuelas políticas, cada captador repitiendo las consignas de sus siglas respectivas, cuando llamó una espectadora. La espectadora es la madre de una de las víctimas. Entre lloros contó su dolor. Y luego ese dolor se convirtió en rabia, y esa rabia en dedo acusador que culpaba a Aznar de todo lo ocurrido. Corte. Paso a Isabel Sansebastián (o San Sebastián, lo que sea mejor) para que desmienta y disculpe a Aznar.
Yo pensaba que todo había acabado, pero vuelven a darle paso a la espectadora. Sorprendente y normal a la vez. Sorprendente porque era incómoda, humana y políticamente, que aunque seamos animales políticos (Aristóteles dijo), no tenemos por qué ser humanos políticos, o al menos no al mismo tiempo, como bien queda demostrado a diario en las Cortes. Pues bien, la señora vuelve a antena y retoma su diatriba feroz y dolorida y en pantalla sólo vemos a María Teresa, su incomodidad, su dónde me escondo, su cómo la corto sin que parezca que la estoy cortando.
Yo estaba inquieto, queridas, porque no me gusta ver sufrir a nadie, y MT sufría, política y humanamente. Hasta que decidió entrar al corte y la cortó. Y ahí fue cuando la cosa se puso cabrona: la mujer se revolvió y dijo la verdad: no tiene derecho a expresar su opinión. El derecho es de grandes empresas como las mediáticas, que sí pueden decir lo que les dé la gana y casi siempre va en contra vuestra. Pero el personal no tiene ese derecho. O no lo tenía hasta el advenimiento de la internet, que es donde estamos. Pero casi nadie tiene internet, y de todas maneras, no es lo mismo escribir para que quien quiera lo lea, que hablar para que todo el mundo lo oiga. Y eso es lo que estaba haciendo la señora, lo que está prohibido y parece que siempre lo estará.
Así que María Teresa, de repente, se encontró desmintiendo la verdad de que no existe el derecho de libre expresión. El personal habichuelero a su alrededor la dejó sola y sola salió del apuro. Sudó, se le vinieron los colores a la cara, se abanicó, y por fin exhaló de alivio al poner fin al trance. No es culpa suya el incidente, pero MT sabe perfectamente lo que es la televisión y cuales son las consignas políticas del medio, del miedo.
Ahora sólo queda que la competencia, compuesta por Ana Rosa Quintana, monte su propia tertulia política de las dos de la tarde. No creo que se atreva. Los peligros son claros.
Os dejo, que tengo que sacar a mi contertulio Borja a dar una vuelta, no sea que se la dé por algún pasillo del palacete y el ama me persiga con un arma blanca. Alguien podría perder un ojo.
Chao
2005-03-15 09:21 El incidente tambien forma parte del espectáculo, lo que tambien ayuda a mantener el interés de la audiencia. Si la responsable del programa lo pasa mal y se ofrece en directo da al programa visos de autenticidad, humaniza y hace próxima a la audencia los problemas de la vendedora de habichuelas. Mas audencia, mayores beneficios …
La televisión es un formato peculiar, donde se venden detergentes gracias a tripas, temas de actualidad y toda una serie de imágenes superpuespuestas, espectador sentado e inválido salvo para dar el número de su tarjeta de crédito y el resto del tiempo esclavizado para proveerla de fondos. Para opinar ya hay tertulianos a cargo de la empresa fabricante de jabón (por poner un ejemplo donde el tertuliano da jabón). Etc.
2005-03-15 09:23 Fe de errata:
Era super-pues-puestas.