Ramiro Cabana es comentarista de radio y televisión. Tele por un tubo dejó de actualizarse en agosto del 2006.
Hola, queridas. Feliz año, etc. Tenía varios encargos sobre la mesa y al final no he cumplido con ninguno. El principal era de mi jefe, Taracido, que me envió un meil a principios de diciembre, en el que exigía que me ocupase de los anuncios de juguetes tan típicos de la época. Y lo he intentado, creedme, pero a la diosa televisión no le ha venido a bien la cosa y hay que joderse.
Estaba yo desesperado: plena tarde del lunes y mi columna sin escribir. Y estaba canaleando en busca de anuncios de juguetes en pleno horario infantil ¡y no daban nada infantil! Todo eran programas de esos en los que entrevistan a la señora que se hizo pasar por un hombre para volverle a gustar a su marido. ¡Y en todos salía la misma señora! Lo que sí daban era anuncios de perfumes, perfumes y más perfumes. Es la época de oler mal, por lo visto.
Los anuncios de perfumes que a vuestro Quijote (estamos de aniver) más le gustan son esos en los que aparecen lugares ideales, paraísos, lugares increíbles llenos de flores o donde no hay coches y la chica está en medio de la calle diciendo el nombre del perfume sin que le pase por encima un autobús. Son anuncios de compresas reconvertidos. Ha de haber algo en el manual de psicología femenina consultado por las agencias de publicidad, que diga que a las chicas les gustan esos lugares solitarios y perfectos. Algo que tenga que ver con la paja, claro, porque lo que vende es el sexo, todo el mundo lo sabe.
Os escribo esta misiva el martes de madrugada. No podía dormir. Por la cabeza me rondaban nombres de perfumes. Yo me reía y el sueño huía como el cobarde que es. GUANO, the new fragrance for men by Lorrath Pennat. Cosas por el estilo. EAU DE RIGNON, by Kidney. Hablan mucho inglés y mucho francés en los anuncios de perfumes. FECALITÉ, le nouveau parfum de Sphintère. Es una pequeña muestra de lo que me mantiene despierto por la noche. Imaginaos, queridas amigas, que habéis pasado por el túnel de la perfumería del Corte Inglés, esa parte de la tienda donde unas señoritas muy guapas os agreden con espray de olores, una tras otra hasta que quedáis oliendo a todo. Y que eso no os deja dormir. Y ya lleváis dos duchas de agua fría. Y es que se utilizan cosas horribles para hacer perfumes, orina y placentas, cualquier cosa que le pueda hacer una mala pasada a nuestro cerebro reptiliano.
Pero no puedo escribir sobre perfumes porque veo los anuncios y no entiendo nada. Para escribir sobre cosas que no entiendo, prefiero hacerlo sobre cosas que nadie entiende, como el campeonato mundial de bailes de salón que echaron ayer por La 2. Me lo encontré por pura casualidad mientras canaleaba entre señoras con pito, perfumes y compresas en busca de anuncios de juguetes. Algo es algo, ¿no, queridas amigas personas lectoras?
Pues bien, estaban varias parejas bailando extravagantemente en el gimnasio municipal de alguna localidad desconocida, y estaba yo rebuscando en mi memoria, tratando de averiguar qué conyo era aquello cuando la comentarista dijo que ella creía que el baile no tiene fronteras. ¡Pero yo no vi a una pareja de zulúes bailando al estilo de su cultura, ni oí que tocasen música india o china! Luego supe que el comentario venía de que al comentarista masculino le había parecido que los concursantes de los países del norte y centro de Europa mostraban gran sensualidad en la rumba (“la sensualidad de la rumba”) y pasión en el pasodoble (“la pasión del pasodoble”). La verdad, a mí me pareció que lo bailaban todo igual, más rápido o más despacio, pero con los mismos movimientos.
Y estaba yo preguntándome si esto era un deporte o un arte, como la gimnasia rítmica pero sin esclavitud infantil, cuando la comentarista me sacó de cualquier duda: ” El pabellón está que no cabe ni un alfiler, eso demuestra que en España [se refiere a Espein, claro] hay una gran afición a este deporte.” Es la primera noticia que tengo de tal verdad. Quizá el Barça, que tiene tantas secciones, tenga también una de danza deportiva. Todo es posible. Y resulta que no sólo era una competición en toda regla, sino que era ¡el campeonato del mundo de bailes de salón, modalidad bailes latinos, 2004! Menos mal que no me lo he perdido.
El comentarista masculino, que hablaba en valenciano-catalán, o como se llame ahora la lengua de mis antepasados, estaba en contra de las parejas concursantes venidas del norte o centro de Europa. El tío no quería mostrar su antipatía pero la mostraba. Cuando la cosa se ponía caliente y estábamos llegando al momento más reñido de la competición, exclamó (y os lo traduzco para que no me acuséis de separatismo todas aquellas de vosotras que pensáis que el monolinguismo es obra de dios y por tanto lo más natural del mundo): “Un pasodoble un poco de merendero de Benidorm, muy del gusto alemán.” A mí todo me parecía música de casét a la venta en restaurantes de carretera, pero claro, el experto es él. Yo me callo siempre ante la voz de los expertos.
Una cosa que me llamó la atención es que la mayoría de las señoras competidoras estaban como un tren. Ha de ser parte integral de este deporte desconocido para vuestro Quijote de la tele (aniversario, ¿recordáis?) porque los comentaristas comentaban mucho el cuerpo de las señoras competidoras. De la que estaba más buena decían que admiraban “el atletismo de su cuerpo”. Quizá yo esté un poco desfasado y ya no se diga “tía, qué buena estás” sino “tía, admiro el atletismo de tu cuerpo”. Y también, “¿dónde has comprado ese chándal tan bonito?” Las competidoras parecían todas mujeres de la segunda edad, esa misma que está tan minusvalorada. Pero esos cuerpos son mucho más bonitos que los de las adolescentes pierceadas que nos muestran habitualmente, o los de las tías que van infladas a golpe de hostia de bisturí. No vi un solo tatuaje, cosa de agradecer en la era del tuning permanente de todo.
En fin, queridas. Al final ganó una de las parejas espeinolas, como el comentarista masculino alegó que debía de ser, ya que esto era un campeonato de bailes latinos. Yo me quedé como el héroe que soy, apuntando este deporte en mi lista de deportes que aspiro a comprender. Y con esa noble aspiración os dejo hasta la semana que viene.
Chao.