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Tele por un tubo por Ramiro Cabana

Ramiro Cabana es comentarista de radio y televisión. Tele por un tubo dejó de actualizarse en agosto del 2006.

DÍA MUNDIAL

Hola, amigas. Hoy vengo con la noticia de que hay día del espectador también en la tele. Resulta que el domingo fue el día mundial de la radio y la televisión a favor de los niños, una movida de la UNICEF. Qué aburrido, ¿no? ¿A que ni siquiera os habíais enterado? ¿A que os importa un carajo?

En TELE5 metieron a varios niños en una habitación, cerraron las puertas con llave, los pusieron a ver la tele y después los interrogaron. Los niños carecían de ductilidad verbal y era difícil entender lo que decían. Luego la entrevistadora nos informó a los televidentes que estos niños están contra el hambre, la guerra y no sé qué más. Uno sugirió que se repartiera dinero entre los pobres. No nos lo han enseñado, pero estoy seguro de que a ese proto-comunista lo sacaron al patio y le hicieron cosas feas. ¿Pero qué clase de educación reciben estos niños? ¡Mira que decir que hay que repartir dinero entre los pobres!

Después, cuando entrevistaron a uno de los supervivientes de la purga efectuada para librarnos de esa gentuza que piensa que hay que ayudar a los demás, nos enteramos de que por la tarde sólo echan cotilleo y telenovelas. Claro, el chaval llega a casa después de un arduo día en la escuela disfuncional, y no tiene en la tele nada con qué reducir el estrés. Además ya se sabe que los niños no entienden toda esa conversación adulta de la prensa del corazón. Todo ese rollo maduro, ¿eh, amigas?

Lo que habría que explicarle al chaval es que en la tele nunca dan nada interesante. Que lo vaya aprendiendo desde niño, que se resigne, y así tendrá una edad adúltera mucho más fácil, menos llena de decepciones. Bueno sí, sí que dan algo bueno. Es Hospital Central, cuyos guionistas merecen un premio por su longevidad. Por lo demás, ya podéis ir al videoclub, queridas.

Lo que yo propongo es un día mundial de la televisión a secas. Televisión pura y dura. ¿Y qué ocurriría? No tengo ni idea. Ese es el problema. Que nadie sabe lo que es la tele ni para qué sirve. (Y no vale decir que sirve para tirarse el en sofá a no hacer nada porque esa es la función del sofá, no de la tele).

Y mientras tanto, queridas amigas personas lectoras, está el comité de sabios encerrado en una habitación a pan y agua, dale que te pego, discutiendo amargamente sobre lo que debe ser la televisión (en este caso pública, pero da igual). Y vosotras y yo aquí, en ascuas, esperando la sentencia.

¿Qué tal si montamos el día mundial del cotilleo? ¿Eh, amigas? Podríamos contratar a Sardá para que viniese a teledirigirlo. Y saldríais vosotras, todas, las catorce que sois. Y saldría yo. Y podríamos grabarlo en la capilla del palacete, donde tengo mi grandiosa tele de plasma, tan inútil la pobre. Y saldría Borja, agarrado incesantemente a la pierna de una de vosotras. Y saldría mi chavala, diciendo: ¿Qué coño hace aquí toda esta gente? Y yo le contestaría: ¡Es el día mundial de la tele y han venido a grabar un programa de 24 horas en el que sólo habrá cotilleo!

Y entonces mi chavala lo estropearía todo, diciendo: ¡Pero si la tele ya es así, ya es 24 horas de cotilleo, siempre, siempre, siempre! Y yo me quedaría carientontecido. Y habría unos segundos larguísimos, infinitos, de un silencio vergonzante. Y vosotras me miraríais y yo os miraría, y miraría a Sardá y Sardá diría: Yo cobro igual, ¿eh? Y nos quedaríamos todos, vosotras y yo y Borja, totalmente chafados.

Y entonces mi chavala salvaría toda la operación diciendo: ¿Por qué no cotilleáis entre vosotras sin parar? Y tú, Cabana (porque me llama Cabana), no te rías y para de saltar. Ve a la cocina y di que traigan de comer y de beber. Sardá fuera, no lo necesitamos. Haremos nuestro propio reality show infinito. El baño está al final del pasillo. Borja, estate quieto de una vez. A ver, ¿de qué vamos a cotillear?

Y habría otro silencio vergonzante.

Porque todas vosotras y yo sabríamos que lo único que nos queda en cuanto a cotilleo, esa gran arma arrojadiza para la cohesión social, es lo que dicen en la tele. Pero eso ya lo dicen en la tele, y si lo repetimos nuestro programa telerreal sería más inútil que inútil. Y además en la tele, programas de inútil repetición del mismo cotilleo de ayer ya los hay. Y del de anteayer. Y del del día antes. Y así hasta el infinito. El inútil infinito de la tele.

Chao, amigas.

Ramiro Cabana | 14 de diciembre de 2004

Comentarios

  1. mary
    2004-12-15 21:37 Ay Ramy, perdona mi tuteo,pero es que tienes una razón total…Guay
    Con lo que hay que hablar del prójimo y lo vamos a dejar , para pensar, ö,leer, con lo que eso cuesta. Yo creía que en UNICEF, había cabezas pensantes, pero me convencí de lo contrario, me “desapunté” y me olvidé.Ahora, me recuerdas que no estaba equivocada.
    Cambio y sigo.Creo lo que dices, pero me jubilé hace trés años, escapando de la “quema” y acerté, como en UNICEF

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