El día 15 de cada mes nos asomaremos al deporte desde un punto de vista relajado, tal y como se disfruta desde el sillón. Pretendemos analizar de un modo distinto al habitual cuestiones de actualidad, momentos míticos o incluso recuerdos personales. Para ello, Luis A. Blanco se aprovechará de su conocimiento enciclopédico sobre el pasado y el presente del deporte para salpicar sus historias con anécdotas, trivialidades o datos poco conocidos para el gran público.
Al igual que hacíamos el mes pasado con el deporte español, es el momento de repasar los mejores momentos y deportistas de los últimos diez años a nivel mundial, aunque esta vez sin fijarnos un número redondo de individuos o actuaciones.
Yo lo tengo claro, para mí el hombre de la década es el nadador estadounidense Michael Phelps, por dos motivos principales: ha estado los últimos diez años ganando (desde su primer título mundial, en Fukuoka 2001, en 200 mariposa, hasta sus cinco oros en los Panpacíficos de 2010), y por sus 16 medallas olímpicas, nueve oros y un bronce individuales y cinco oros y un bronce en relevos. Por supuesto, su récord de ocho oros en Pekín le garantiza un lugar en el Olimpo deportivo de por vida.
Phelps ha dominado los 200 mariposa sin oposición en estos diez años, los 100 mariposa una vez superada la dura oposición de Ian Crocker, los estilos hasta que se cansó de ellos, los 200 libres, tuvo el récord americano de los 100 y hasta compitió con los mejores en 200 espalda. Un nadador completo e inigualable.
Si hubiera que recordar sus mayores gestas, empezaríamos por una derrota en la para mí mejor carrera de la historia, los 200 libres de los JJOO de Atenas. Frente al campeón olímpico, Pieter van den Hoogenband, y el plusmarquista y campeón mundial, Ian Thorpe, Phelps no se amilanó y aguantó hasta el tramo final, cuando Thorpe cambió de ritmo hacia su último oro olímpico y el holandés mantuvo la plata. El bronce de Phelps era la tercera mejor marca mundial de la historia. Sin duda, Phelps tomó nota de lo que había pasado, y aunque se proclamó campeón mundial en 2005 con sus rivales ausentes, la gran reválida era el enfrentamiento con van den Hoogenband en los mundiales de 2007, celebrados en la pista central del complejo donde se disputa el Open de Australia de tenis. Recuerdo muy bien esa carrera porque fue el primer gran evento que vi en directo por internet. Los dos fueron muy parejos hasta que Phelps hizo un último viraje espectacular y se marchó, en un último largo esplendoroso, hacia el oro y a pulverizar el récord mundial de Thorpe.
Pocas dudas teníamos de que Phelps iba a ser capaz de conseguir ocho oros en Pekín, ya que sólo había un peligro teórico: los relevos 4×100 libres, donde Francia era superior a priori. Phelps hizo récord americano en la primera posta, pero al llegar a la última Jason Lezak se encontró detrás del plusmarquista mundial, Alain Bernard. Lezak hizo la carrera de su vida y pudo pasar al francés por muy poco margen. Los gritos de Phelps, fuera de la piscina, agradeciendo a sus compañeros el esfuerzo, fueron una de las imágenes de la década.
Sin embargo, a Phelps le salió un rival inesperado en su prueba menos fuerte, los 100 mariposa. El serbio Milorad Cavic dominó la final de cabo a rabo, pero sucumbió en los últimos centímetros.
En los mundiales de Roma, Phelps batió a Cavic por más margen, siendo ambos los primeros en bajar de 50 segundos, pero cayó estrepitosamente en los 200 libres ante el alemán Paul Biedermann y su bañador milagro.
Sin duda el mayor rival de Phelps en su ruta hacia Londres será su motivación; estaremos atentos a qué pruebas elige para aumentar más su impresionante récord.
Phelps ha eclipsado a otros grandísimos nadadores, cuyo mayor exponente es quizás Ryan Lochte, casi tan polivalente como él, su delfín en los estilos y protagonista de un gran duelo con Aaron Peirsol en la espalda. En las chicas, la primera mitad de la década fue para Laure Manoudou, pero su prematura retirada (aunque parece que puede volver) fue aprovechada por Federica Pellegrini para tomar el reinado.
El otro gran protagonista de la década ha sido el atleta jamaicano Usain Bolt, a pesar de haber estado en la cima únicamente dos años, 2008 y 2009. Ya conocido por los entendidos por haber hecho los récords mundiales juveniles y júnior de 200 metros con unas marcas estratosféricas, era cuestión de tiempo que explotara, y desde luego no pudo elegir un mejor lugar, el Nido de Pekín. Sus 9.69 en los 100, entrando prácticamente de lado y frenando los últimos metros, fueron realmente escandalosos. Pero batir el récord de Michael Johnson en los 200, esta vez dándolo todo, rompiendo con 19.30 una marca que muchos pensábamos que íbamos a ver en las tablas durante cincuenta años, tuvo quizás más mérito. Además cayó un tercer récord del mundo en el relevo.
Un año más tarde, en Berlín, las marcas de Bolt fueron todavía más superlativas: 9.58 y 19.19 con viento contrario. Su propensión a las lesiones debido a su atípico físico para la velocidad puede lastrar su imparable progresión. Y soñamos con verle intentar cosas muy grandes en los 400 metros y en el salto de longitud…tiene toda la próxima década para intentarlo.
Pero ha habido más atletas imponentes en estos años. Un momento muy emotivo para mí fue la victoria del marroquí Hicham El Guerrouj en los 1500 metros de los JJOO de Atenas, porque hacía justicia con uno de los mejores mediofondistas de la historia; además, El Guerrouj iba a hacer doblete al vencer también en los 5000. En 2011 repasaremos en esta columna las hazañas de este genial atleta.
Y no podemos olvidarnos, por supuesto, del etíope Kenenisa Bekele. Múltiple campeón del mundo de campo a través, imbatible en 10.000 metros, consiguió el doblete olímpico con los 5000 finalmente en Pekín, tras haber sido derrotado por El Guerrouj en Atenas. Poseedor de un final esplendoroso, sabe también llevar altos ritmos, y sus récords mundiales estarán muchos años en las tablas. Quizá el segundo mejor fondista de la historia, por delante de su compatriota Haile Gebrselassie, que en estos años llevó los registros del maratón a una nueva dimensión, Bekele tiene todavía bastantes años para derribar del primer escalón del podio a Emil Zatopek.
En cuanto a las mujeres, caída en desgracia por dopaje la que creíamos iba a ser la reina de la década, Marion Jones, tenemos que mirar hacia el salto con pértiga, una prueba de reciente implantación. La rusa Yelena Isinbayeva consiguió mantenerse imbatida durante varios años, proclamándose campeona europea, mundial y olímpica. Ha sido la única en superar los cinco metros, y su táctica de batir las plusmarcas centímetro a centímetro recuerda al gran Sergei Bubka. Además Isinbayeva sabe brillar también fuera de las pistas, conviertiéndose en un gran icono mediático. Tras un año ausente, volverá seguramente para buscar su tercer oro olímpico en Londres.
Fuera de los dos grandes deportes, hay por supuesto un gran puñado de nombres que han brillado con más luz de la habitual en las diferentes disciplinas. En tenis, el suizo Roger Federer se ha convertido por derecho propio en el mejor de la historia, tras ganar 16 títulos del Grand Slam, completando los 4 torneos, y otra cifra aún más escandalosa, 23 semifinales consecutivas. Poseedor de una clase superlativa, su único punto débil es que no está muy acostumbrado a luchar para ganar, puesto que suele vencer de manera aplastante. Cuando se le plantea un partido igualado, su mentalidad no es la mejor y muchas veces es superado en esta faceta por su rival, especialmente si se llama Rafael Nadal. El español trata de superar los números del suizo, pero no lo tendrá nada fácil.
En ciclismo, cabe reseñar por supuesto los cinco tours de Lance Armstrong para completar un total de siete o las grandes victorias en clásicas y mundiales de gente como Tom Boonen, Fabian Cancellara o Paolo Bettini. Pero lo que de verdad nos asombró fue lo que pasó en el Tour de Francia el 20 de julio de 2006, porque parecíamos haber retrocedido 40 años en el tiempo.
Era el primer tour sin Armstrong y se notaba porque no había un patrón claro. De los Pirineos había salido de líder el antiguo lugarteniente del tejano, Floyd Landis. Pero en una escapada bidón como la que le dio el título a Roger Walkowiak en 1956, Óscar Pereiro recuperó la media hora que había perdido y se hizo con el maillot amarillo. Maillot que recuperaría Landis tras subir a L’Alpe d’Huez, y que perdería al día siguiente al sufrir una monumental pájara en la etapa que terminó en La Toussuire, donde se dejó ocho minutos.
La etapa que nos ocupa fue la del día siguiente a La Toussuire, y llevaba desde Saint Jean de Maurienne hasta Morzine, escalando los duros puertos de Saisies, Aravis y la Colombière antes de afrontar el infernal Joux Plane y su famoso 10 al 10. Landis atacó a punto de coronar Saisies y fue aumentando la renta con el grupo, mientras daba alcance a la fuga del día. Creo recordar que se quedó solo en la Colombière, y siguió aumentando la ventaja sobre un pelotón en el que no quería tirar nadie, ni el Caisse d’Épargne de Pereiro, ni el CSC de Carlos Sastre, ni el T-Mobile de Andreas Kloden. El caso es que Landis llegó con unos siete minutos a la base del Joux Plane; lo lógico era que acusara el esfuerzo y perdiera más o menos la mitad de su renta en ese infernal puerto, pero lo cierto es que sacó fuerzas de no se sabía dónde y fue capaz de mantener la distancia con todos sus perseguidores, salvo con Carlos Sastre, que atacó al grupo. Tras la etapa Pereiro mantenía el maillot con sólo 12 segundos sobre Sastre y 30 sobre Landis, que lo recuperaría en la última contrarreloj por únicamente 59 segundos de margen. Pero habíamos vivido una etapa sensacional, sólo comparable en nuestra memoria a la gran cabalgada de Claudio Chiappucci camino de Sestrieres en 1992. Y Landis era nuestro nuevo héroe, comparable en nuestra imaginación a las hazañas de Gaul, Bahamontes, Ocaña o el mismísimo Merckx camino de Mourenx.
El final de la historia ya lo conocen, tras la pájara en La Toussuire Landis se metió absolutamente de todo y ganó en Morzine bajo los efectos de un dopaje escandaloso, perdiendo el Tour y no volviendo a competir nunca más. Pero, ¿podemos poner la mano en el fuego por los demás deportistas que reseñamos hoy o el mes pasado?
Finalmente, es obligado hablar del deportista con más ingresos del mundo, el golfista Tiger Woods. Dominador absoluto de una disciplina tan igualada y tan poco dada a hegemonías, vencedor de 14 majors (nueve en esta década), Woods ha ganado más en contratos publicitarios que en sus magníficas victorias, entre las que cabría destacar un Open Británico en el que el segundo, Miguel Ángel Jiménez, quedó a la friolera de quince golpes de diferencia. Pero la idílica vida de Woods se fue al traste cuando salió a la luz, tras un tremendo incidente en que que estuvieron involucrados su esposa, su todoterreno, y un palo de golf, su no menos impresionante historial de infidelidades y relaciones sexuales, a finales de 2009. Desde entonces Woods ha pasado por seis meses de retiro, una terapia contra la adicción al sexo, un divorcio y su primer año sin títulos del circuito profesional. Aun así, ha seguido siendo el golfista mejor pagado del mundo.
Hay por supuesto muchos más nombres (Michael Schumacher, Valentino Rossi, la selección griega de fútbol, Ivano Balic y Nikola Karabatic, Kobe Bryant, Lauren Jackson, Janica Kostelic, Simon Ammann, Ole Einar Bjoerndalen), pero me gustaría por una vez no abrumar a mis lectores con un artículo muy extenso y dejarles espacio para que comenten sus impresiones sobre la década que acabamos de dejar. De lo que sí estoy medianamente seguro de que, cuando repasemos los próximos diez años en 2021, hablaremos de deportistas que ahora mismo ni conocemos.