El día 15 de cada mes nos asomaremos al deporte desde un punto de vista relajado, tal y como se disfruta desde el sillón. Pretendemos analizar de un modo distinto al habitual cuestiones de actualidad, momentos míticos o incluso recuerdos personales. Para ello, Luis A. Blanco se aprovechará de su conocimiento enciclopédico sobre el pasado y el presente del deporte para salpicar sus historias con anécdotas, trivialidades o datos poco conocidos para el gran público.
Termina ahora una década que para el deporte español ha servido para derribar barreras históricas, con éxitos que se conseguían por primera vez, y algunos que no se repetían desde hacía bastante tiempo. Una década en la que los hijos de Barcelona 92 dieron un paso al frente y asomaron al mundo, provocando admiración y envidia (no siempre sana). Una década en la que España se sintió orgullosa de sus deportistas, especialmente en tiempos difíciles, pero en la que además de luces también hemos tenido sombras, y muy oscuras. La década del deporte de equipo, pero también de algunas individualidades muy sobresalientes. Repasaremos los diez hechos más importantes de estos diez años, pero sin olvidarnos de algunos otros, quizá menos mediáticos, que merecen ser reseñados también.
Diciembre de 2001. España gana por primera vez la Copa Davis
Durante toda la vida habíamos oído aquello de que España era el mejor equipo que jamás había ganado la Copa Davis. Y la verdad es que era extraño, porque grandes generaciones de tenistas habían pasado sin siquiera jugar alguna final, fuera de aquellas dos que Manolo Santana y compañía habían perdido en Australia, víctimas de un sistema que favorecía enormemente al campeón, en los años 60. Pero la Davis era una competición que requería algo más que la sangre de horchata que habían demostrado los tenistas españoles en los últimos años del siglo pasado. Hasta que en 2001 se juntó un equipo temible, se jugaron las eliminatorias importantes en casa (5-0 a EEUU en la semifinal), y se llegó a la final, contra Australia, pero esta vez en casa. En la tierra batida del Palau Sant Jordi, bajo techo, Albert Costa perdía el primer partido tras una dura batalla contra Lleyton Hewitt, pero Juan Carlos Ferrero derrotaba fácilmente a un tocado Patrick Rafter. La clave iba a estar en el doble: la mejor pareja del mundo quedaba rota porque la mujer de Todd Woodbridge estaba a punto de dar a luz, así que Mark Woodforde se vio acompañado de Sandor Stolle. Enfrente, una pareja casi de circunstancias, con el mejor español en el ránking individual, Álex Corretja, y un cuasidesconocido, Joan Balcells. Los españoles, con un apoyo impresionante de la grada, vencieron en tres sets, y todo estaba muy encarrilado: Ferrero derrotó tras cuatro horas a Hewitt en cuatro sets el domingo, y la copa se quedaba en España por primera vez.
La verdad es que, una vez roto el maleficio, España se acostumbró a llegar lejos: una final perdida, en Australia en 2003 en hierba, con dos derrotas muy apretadas de Ferrero que pudieron darle la vuelta, puesto que Moyà jugó increíble; la victoria ante EEUU en Sevilla en 2004, con un jovencísimo Rafael Nadal (51º del mundo), ganando contra pronóstico a Andy Roddick, complementando perfectamente a Carlos Moyà; la heroica, y muy meritoria, victoria en Argentina en 2008, sin Nadal, con Fernando Verdasco y Feliciano López derrotando al bullicioso público en Córdoba; y, finalmente, el rutinario aplastamiento que sufrió la República Checa en 2009, de nuevo en Sant Jordi, ante Nadal y David Ferrer. Parece difícil que en los próximos años se consiga de nuevo esa máxima implicación de todos los tenistas españoles.
Febrero de 2002. Johann Mühlegg da positivo por EPO tras sus tres oros olímpicos en esquí de fondo
Al comienzo de la década, en los medios se informaba de que un español había conseguido varias victorias en la copa del Mundo de esquí de fondo. Se trataba de un alemán, llamado Johann Mühlegg, que había sido nacionalizado en busca de éxitos para el deporte blanco nacional. La verdad es que el personaje era un poco rarito. Entrenaba casi siempre al margen del resto del equipo, se federó en la Federación de Deportes de Invierno de la Región de Murcia (un poco extraño, la verdad), e iba siempre acompañado por un grupito muy pintoresco en el que destacaba una especie de santera. Pero bueno, como conseguía victorias todo el mundo miraba hacia otro lado. La clave era ver si en Salt Lake City lograba aumentar el bagaje blanco para España, que contaba con dos medallas de los hermanos Fernández Ochoa.
Mühlegg ganó sin problemas aparentes tanto la prueba contrarreloj inicial, de 15 km, como la persecución, que entonces era contrarreloj en estilo clásico más prueba en hándicap en estilo libre, ambos de 10 km. Y se sobrepuso al cansancio ganando el último día los 50 km salida en masa. Pero la UCI había desarrollado un nuevo método de detección de EPO y cazó al español en la última prueba, retirándole no sólo esa medalla de oro sino también las otras dos. No fue el único. Desde entonces, Mühlegg perdió todos los apoyos que tenía en la federación y el COE y pasó al ostracismo deportivo y mediático. Prácticamente no se volvió a saber más de él.
Mal España en estos diez años en deportes de invierno. Sólo destacar las tres victorias en copa del Mundo de la esquiadora alpina María José Rienda, que sin embargo para el gran público es una fracasada, puesto que no pudo ganar una medalla en gigante en los JJOO de Turín 2006. Así de cruel es la vida en los deportes minoritarios.
Febrero de 2005. España gana el mundial de balonmano
Irregular década para el balonmano español. Como siempre, muy bien a nivel de clubes (cinco copas de Europa entre Portland, Barcelona y Ciudad Real), pero la selección siempre se quedaba a las puertas de un gran triunfo. Hasta que llegó el mundial de Túnez, en año postolímpico. A punto de quedar fuera en la fase previa, el equipo se fue creciendo hasta llegar a la final contra el campeón olímpico, Croacia. La paliza fue fundamental, basada en un novedoso sistema defensivo del nuevo entrenador, Juan Carlos Pastor, y en el juego del mejor pivote del mundo, Rolando Uríos. Los croatas se tomarían la revancha en la final del Europeo de 2006, y España entraría en una crisis que se palió en parte con el bronce en los JJOO de Pekín 2008, en parte gracias a la suerte en los cruces. De todas formas, en esta década hemos vivido partidos muy igualados, decididos en muchas ocasiones por la parcialidad de la pareja arbitral (recuerdo una final de Champions donde el Portland sufrió una encerrona memorable en Montpellier, o los cuartos de final del mundial 2007, donde España jugó contra Alemania y la impresentable pareja ucraniana). Siguiendo con el balonmano, es justo reseñar el gran crecimiento de la selección femenina, plata en un Europeo y cuarta en un Mundial. Y en cuanto a otros deportes de equipo, el oro mundial de la selección de waterpolo en 2001, y el campeonato de Europa conseguido en voleibol en 2007.
Septiembre de 2005. Fernando Alonso se proclama campeón del mundo de Fórmula 1
Otro terreno vedado abría su palmarés a un español. La revolución que ha habido en el país en la última década por culpa de un asturiano, Fernando Alonso, prácticamente no tiene parangón. La Fórmula 1 se ha convertido en el segundo deporte con más audiencia, sólo por detrás del fútbol, y los derechos televisivos han costado auténticas millonadas.
Alonso ha ido evolucionando; de ser directamente arisco y muy introvertido en su juventud, cuando ganó los dos títulos (2005 y 2006), a ser más abierto y generar más simpatías en su madurez deportiva, en los tiempos difíciles. Un fenómeno a debatir sería la fuerte existencia de antianlonsistas en España, algo difícil de explicar. Estos estarán contentos con la mala racha del asturiano, certificada con la pérdida de dos mundiales (2007 y 2010) que bien pudieron ser suyos.
Como es un deporte que no deja de ser peculiar, es curioso que más que las victorias de Alonso, se recuerden los errores o peripecias de sus rivales: el reventón de Kimi Raikkonen en Nürburgring 2005, la explosión del motor de Michael Schumacher en Suzuka 2006 o el celebérrimo aparcamiento de Lewis Hamilton en la puzolana junto a los boxes, en Shanghai 2007. Y que la carrera más evocada de Alonso fuera una en la que se retiró: Hungría 2006, cuando salió en la mitad de la parrilla, se puso primero bajo la lluvia, y con la carrera ganada una tuerca mal apretada le hizo perder una rueda y la victoria.
¿Mantendrá la Fórmula 1 este nivel de seguimiento en España cuando no haya un piloto español capaz de luchar por la victoria? Hablemos al final de la próxima década…
Septiembre de 2006. España gana el mundial de baloncesto
Los júniors de oro dieron el salto a la cima del baloncesto mundial en esta década, capitaneados por un Pau Gasol que se convirtió en el mejor jugador de Europa y que culminó su viaje a la NBA fichando por Los Angeles Lakers y siendo decisivo en la conquista de dos anillos de campeón. Antes, había decidido él solo los títulos nacionales en 2001 y había liderado a la selección española a su mejor racha en toda la historia, con seis medallas en diez años. Tras el fiasco de los JJOO de Atlanta, donde un cruce cruel acabó con un equipo que había ganado en la fase de grupos a los dos que jugaron la final, España se presentó en el mundial de Japón con la base de la generación del 81 (Gasol, Navarro, Reyes o Calderón), junto a un par de veteranos en el mejor momento (Jiménez y Garbajosa), algún joven muy adelantado a su tiempo (Rudy Fernández) y un entrenador que supo entender al grupo y formar parte de él, Pepu Hernández. España llegó invicta a semifinales, donde esperaba el campeón olímpico, Argentina. Un partido muy igualado que se decide en la última jugada, cuando Nocioni falla el triple de la victoria. Grecia había ganado a EEUU en la otra semifinal, pero Gasol, faro indiscutible del equipo, era baja para el último partido tras lesionarse en los últimos minutos de la semifinal.
Grecia tenía un gran bloque, campeón de Europa, y un pívot que había sido el terror del campeonato, Schorchanitis. Pero una defensa excelsa de los españoles, juramentados para suplir la baja de Pau, y ejemplificada en la sequía que sufrió Baby Shaq a manos de un debutante Marc Gasol, hizo que la final se acabara en el descanso. Victoria sin paliativos, y primer título para el segundo deporte nacional.
Porque después llegarían la plata olímpica en Pekín, en un memorable encuentro donde EEUU tuvo que tirar de los mejores jugadores del mundo y de una interpretación sui generis de las reglas, y el oro europeo en Polonia; el cénit de una generación impresionante.
No podemos olvidar en baloncesto las dos Euroligas ganadas por el Barcelona ni la sensacional actuación de la selección femenina, con cinco medallas consecutivas en campeonatos de Europa, coronada por un bronce en los últimos mundiales de Chequia.
Junio de 2008. España gana la Eurocopa de fútbol
¿Y el fútbol, qué? Pues se seguía con éxitos a nivel de clubes (de nuevo tres Copas de Europa entre Barcelona y Real Madrid, y varias Copas de la UEFA), pero la selección seguía cayendo en cuartos de final…y a veces antes. Unas veces por los árbitros, como en el mundial de Corea, otras por incapacidad del técnico y jugadores (en la Euro 2004 donde Xavi Hernández no fue utilizado ni un minuto por Iñaki Sáez), y otras por luchas internas y menospreciar al rival (ejemplar el repaso que nos dio Francia en el Mundial de Alemania). Por eso, nadie esperaba nada nuevo en la Eurocopa de Austria de 2008.
Pero algo había cambiado. Luis Aragonés decidió hacer caso omiso a cualquier influencia de la prensa e impuso su alineación y su sistema. Tras una fase de clasificación accidentada, encontró la luz en una genial victoria en Dinamarca, y de allí no se bajó. Jugaría con un solo medio centro, imperial Marcos Senna (gracias Koeman por cargarte a Albelda en el Valencia), y los jugones en el medio campo. Xavi, Iniesta y Silva maravillaron al mundo. Delante Villa y Torres formaron la mejor pareja de delanteros de la competición.
Tras una primera fase normal, con victorias sobre Rusia, Suecia (in extremis) y Grecia, llegó la tradicional frontera: los cuartos de final. El rival se las traía, la campeona del mundo, Italia, a quien sólo se había ganado en partido oficial en los JJOO de Amberes, en 1920. España dominó y tuvo las mejores ocasiones, pero no pudo batir a Buffon, mientras que Casillas salvó el partido en un par de ocasiones aisladas, pero muy peligrosas. Llegaron los penaltis y, por una vez, España pasó. Quizá fuera el gafe de los italianos, o la baraka de Casillas, o que ya tocaba. Pero cuando Fábregas hizo el gol definitivo, el éxtasis colectivo recorría las calles. Por primera vez en 24 años España llegaba a unas semifinales de algo.
Y en las semifinales jugó el mejor partido que yo le recuerdo. La segunda parte contra Rusia fue sensacional. Los rusos habían maravillado ante Holanda en cuartos, pero se vieron desarbolados por el juego rápido y preciso de los jugones. Tres goles en la segunda parte y a la final.
Uf, Alemania. Otros que nos tenían la moral comida, sólo batidos por aquel mítico gol de Maceda en el Parque de los Príncipes. Torres marcó el gol más importante de su vida mediado el primer tiempo, y el equipo no supo cerrar el partido, porque fue muy superior a los rivales. Los típicos apurillos del final, pero había ganado el mejor. Lo que no sospechábamos era lo que nos íbamos a abonar al 1-0…
Julio de 2008. Rafael Nadal bate a Roger Federer en la final de Wimbledon
Si histórica ha sido la década para el tenis español a nivel de equipos, qué decir a nivel individual. Albert Costa y Juan Carlos Ferrero ganaron en Roland Garros, y el alicantino fue número 1 en el otoño de 2003. Pero todos los éxitos se iban a quedar pequeños ante la aparición de Rafael Nadal, quien empezó a despuntar muy joven. No pudo disputar Roland Garros en 2004 por una lesión, pero aquel año fue crucial para ganar la Copa Davis, como ya hemos reseñado. En 2005 comenzó su leyenda, ganando dos finales épicas en Montecarlo y Roma ante el rey de la tierra, Guillermo Coria, antes de vencer en París, derrotando a Roger Federer en la semifinal y, algo nervioso, a Mariano Puerta en la final. Comenzaba una racha de más de dos años sin perder en tierra batida. Irían cayendo los títulos en París, siempre ante un Federer impotente, pero el suizo se tomaría la revancha en las finales de Wimbledon, ganando cómodamente en 2006, en cuatro sets, pero ya más apretado, en cinco, el año siguiente.
En 2008 Nadal estuvo imperial. Tras un inicio de temporada dubitativo, ganó a Federer en Montecarlo y Hamburgo, esta última final bastante apretada, en tres sets. Sólo cedió ante Ferrero en Roma, aquejado de ampollas en las manos. En París Rafa dominó como nunca antes. No cedió ningún set y, en la final, Federer fue un juguete en sus manos, como indica el marcador (6-1, 6-3 y 6-0). Pero Rafa quería más, y su adaptación a la hierba fue rápida, como demostró ganando en Queen’s.
En Wimbledon Rafa sufrió los típicos problemas de las rondas iniciales, pero no cedió ningún set a partir de la tercera ronda; igual que Federer, por otro lado. En la final el español comenzó muy bien, dominando con su saque y, sobre todo, haciendo mucho daño al suizo con el resto. Ganó los dos primeros sets por un doble 6-4 y parecía que tenía el partido en el bolsillo. Pero fueron llegando las interrupciones por la lluvia, que rompieron el ritmo del balear e hicieron recapacitar al suizo. Federer empezó a servir mejor y se llevó el tie-break del tercero por 7-4. En el cuarto Nadal tuvo sus oportunidades, pero de nuevo cayó en el desempate, 10-8. El quinto set fue memorable, con una sucesión de puntos de break desaprovechados por ambos bandos, mientras la noche caía sobre Londres. Por fin Nadal consiguió el break salvador para ganar por 9-7, casi siete horas después de haber empezado. Había caído el primer Grand Slam fuera de la tierra batida.
Después llegarían el número 1 del mundo, los JJOO, el Open de Australia, las lesiones, otro Roland Garros, otro Wimbledon, el Open USA para conseguir lo que los franceses llaman el Pequeño Slam… La apoteosis del, probablemente, mejor deportista español de la historia.
Septiembre de 2008. Alberto Contador gana su tercera gran vuelta ciclista
Parecía difícil que el ciclismo español pudiera superar la gran década anterior, centralizada en Miguel Indurain, pero creo que en esta se han conseguido nuevos hitos que la superan. Y aunque el más mediático –-y por eso lo reseño— sea sin ninguna duda las cinco grandes de Alberto Contador (tres Tours, un Giro y una Vuelta), con las que iguala a Anquetil, Gimondi, Merckx e Hinault como únicos ganadores de las tres pruebas, para mí hay otro ciclista español con mayores éxitos, que es Óscar Freire. El cántabro ganó su segundo y tercer mundial, igualando el récord de Binda, Merckx y Van Steenbergen. Además, venció en tres Milán-San Remo, tuvo innumerables victorias y abrió el panorama de las clásicas de nuevo al ciclismo español, lo que se vio reflejado en victorias en carreras tan prestigiosas como la Flecha Valona (Igor Astarloa, Alejandro Valverde) o la Lieja-Bastogne-Lieja (Valverde en dos ocasiones).
Pero, como decía, mediáticamente en España el ciclismo es igual al Tour de Francia. Y tras el estrambótico triunfo de Óscar Pereiro en 2006 (no tanto por la descalificación por dopaje del vencedor, sino por el hecho de que se metió en carrera gracias a una escapada que llegó a meta con casi media hora), Contador se llevó la carrera del 2007 casi por eliminación: todos los favoritos iban cayendo víctimas del dopaje. En 2008 ganó Giro (sin haberlo realmente preparado) y Vuelta, ambos por escasísimo margen; su obligada ausencia en Francia fue aprovechada por Carlos Sastre en un memorable ataque en L’Alpe d’Huez para llevarse otro maillot amarillo para España. En 2009 Contador consiguió su victoria más holgada en el Tour, en un memorable duelo interno contra Lance Armstrong. Cerró la década con otra victoria ajustada en Francia, polémica por no haber esperado a su rival Andy Schleck^cuando tuvo una avería.
Bien, ¿no? Un momento, por desgracia mediáticamente ciclismo es igual a dopaje. Y en España hemos tenido de todo. La Operación Puerto encausó a algunos ciclistas importantes, pero fue gestionada desastrosamente por las autoridades, quizá asustada por la magnitud de lo descubierto. De los no ciclistas implicados allí nunca se ha sabido nada, pero los rumores apuntaban a atletas y futbolistas españoles de primera línea. El caso es que, mientras los Mancebo, Sevilla o Basso cumplieron su sanción, Valverde tuvo que vivir con la sombra de la duda hasta que al final no pudo eludir el castigo. Contador probablemente estaba también en la lista de Eufemiano Fuentes, pero tuvo que esperarse a un descuido en el Tour 2010 para ser cazado; la excusa del solomillo gigante no se sostiene por ningún lado. A mi juicio, su estrategia de defensa los días posteriores a la revelación le delata.
Agosto de 2009. Marta Domínguez se proclama campeona del mundo de 3000 metros obstáculos
Mala década para el atletismo español (y en general en los tres grandes deportes olímpicos, excepción de Gervasio Deferr y las chicas de la natación sincronizada). Además, el mejor atleta español, Paquillo Fernández, ha sido suspendido por dopaje, lo cual hace sus triunfos cuanto menos sospechosos. Aparte de la marcha y el fondo, grandes triunfos nos dieron Mayte Martínez y Eliseo Martín. Pero, sobre todo, siempre hemos podido refugiarnos en la palentina Marta Domínguez.
Ya desde júnior destacó Marta, primero en los 1500 metros y, posteriormente, en la que creo que es su mejor distancia, los 3000. Pero al cambiarse la distancia en las pruebas oficiales a los 5000, tuvo que compaginar ambas, hasta que se decidió por esta última. Con un gafe olímpico de consideración (nunca ha podido ser siquiera finalista en la máxima competición, ya sea por inexperiencia, gripes inoportunas, lesiones o caídas crueles), Marta empezó a darnos alegrías en categoría sénior muy joven, con un bronce en los europeos de 1998. Los dos grandes éxitos de la primera mitad de su carrera fueron dos medallas de plata en campeonatos del mundo: en Edmonton 2001 sólo cedió ante Olga Yegorova, pero su plata no corrió peligro. Pero el sprint que hizo en la recta final en París 2003 fue impresionante. Destacada Tirunesh Dibaba, Marta sacó fuerzas de flaqueza y, cuando parecía rebasada, rescató la plata ante Linet Masai. Entre medias, un oro en los europeos en otro memorable sprint ante Sonia O’Sullivan. Y, tras probar en los 10000, revalidó su título europeo en 2006, al que añadió otro, esta vez en campo a través, en Toro. Pero en competiciones mundiales empezó a darse cuenta de que las africanas estaban varios cuerpos por delante. Y tomó una decisión muy valiente: pasarse a los 3000 metros obstáculos, justo para los JJOO de Pekín.
Y desde el inicio se vio que había acertado. Récords de España, mejores marcas mundiales, y sólo el lógico desconocimiento de la prueba, junto a una excelsa Gunara Samitova-Galkina, que dinamitó la carrera, provocó la caída que le evitó luchar por las medallas. La revancha iba a llegar en Berlín. Desde el principio la carrera se presentó como una lucha entre Galkina y Domínguez, que tomaron el mando del paquete; Marta, como es habitual, por la cuerda. Tras varios cambios de ritmo, se vio que Galkina no estaba como el año anterior y que la principal rival iba a ser su compatriota Zarudneva. Marta controló muy bien y en la recta final pegó su último hachazo, entrando triunfante en la meta. Era el primer oro en una competición universal para el atletismo español desde 1999. Zarudneva iba a tomarse la revancha en los europeos de Barcelona este año, pero a buen seguro Marta volverá tras su embarazo para luchar por lo único que le queda, la medalla olímpica, en Londres 2012.
Julio de 2010. España gana la Copa del Mundo de fútbol
La última barrera era ganar un mundial de fútbol. La competición más importante del deporte más practicado en el mundo, aquella donde siempre no estrellábamos, donde llevábamos 60 años sin formar parte de los cuatro mejores. Y con la presión añadida de ser favoritos, con la baja forma de jugadores clave, con el cansancio acumulado tras una larga temporada. Y perdiendo el primer partido, contra Suiza, tras haber demostrado muy poco. De todo ello se repuso la selección española, con un Vicente del Bosque con las ideas muy claras, y un grupo irrepetible de jugadores, prácticamente todos en la plenitud de su carrera.
Honduras fue fácil y contra Chile se pasó mucho miedo, pero David Villa sacó casi él solito los partidos adelante. Como ante Portugal en octavos, venciendo el cerrojo luso. Como ante Paraguay en cuartos, el partido clave, otra vez la barrera, pescando en el río revuelto tras los penaltis fallados –-de nuevo Iker Casillas en plan estelar—, cada vez el centro del campo de los jugones (Iniesta, Xavi) volviendo a desesperar a los rivales, con las espaldas bien guardadas por Alonso y Busquets. Alemania costó más que en la Eurocopa, con un equipo mucho mejor (¿qué habría pasado si juega Müller?), pero con una defensa inexpugnable (irreconocible Ramos, fantásticos Piqué o Capdevila, y qué decir del más veterano, Puyol, que se marcó un golazo de córner. Y esos cambios (un día Navas, otro Llorente, al otro Pedro, sin olvidar a Cesc) con los que el míster siempre parecía dar con la tecla adecuada.
Y llegó la final, lo que algunos nunca pensamos que viviríamos. El juego brusco holandés nos sacó del partido, y tuvo que ser el Santo el que evitara la decepción sacando dos mano a mano a Robben. Pero hubo un tipo que decidió que no podía haber llegado hasta allí para morir en la orilla. Andrés Iniesta se puso el equipo a la espalda, provocó ocasiones, sacó una roja, y finalmente marcó el gol de nuestras vidas. ¿Qué mejor manera de cerrar diez años inolvidables para el deporte español?
O O O O O O O O O O O
Posdata: Esta lista fue realizada antes de la detención de Marta Domínguez en una operación contra el dopaje en el deporte.
2010-12-16 17:05
Una buena década por supuesto, sobretodo en el deporte colectivo en el cual siempre nos ha costado destacar. Lo del balonmano fue una sorpresa mayúscula para todo el mundo, aunque se contara en el banquillo con el entrenador mas estudioso y metódico que existe. Lo de la “armada invencible” por fin sumaron a sus respectivos éxitos individuales, los éxitos conseguidos en grupo. Un apunte, lo que corrió Patrick Rafter en aquel partido de la Davis 2001, frente a Ferrero, no lo ha corrido en toda su vida. De ahí que terminara con calambres hasta en el lóbulo de las orejas. Bueno lo de Poner la postdata porque con lo de Marta te iban a caer palos por todos los lados.
Un saludo