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Retales por Agustín Ijalba

Agustín Ijalba es escritor. Durante dos años mantuvo la columna de análisis de la realidad Por arte de birlibirloque En este espacio publicará Retales todos los lunes. Retales dejó de actualizarse en febrero de 2007.

El agua

En torno a las políticas de gestión del agua se vierten argumentos de difícil encaje en la comprensión de la realidad. Se sabe que hay escasez, pero frente a ella no se actúa sino por puro afán revanchista frente al partido político que se tiene enfrente. La escasez de agua es el gran argumento para el enfrentamiento político visceral con el contrario, pero la solución concreta y real de esa misma escasez le trae al pairo al gobernante, y no le duelen prendas en utilizarla como arma política, antes que ponerle remedio urgente.

Sorprende ver en nuestros días los resortes de que dispone el discurso político para doblar la cerviz de las cosas y darles la vuelta hasta hacerlas aparecer ante el público como algo diametralmente opuesto a lo que en realidad son. Los discursos del poder en nuestros días llevan tras de sí la algarabía del espectáculo como garante del éxito inmediato. Le bastan dos o tres frases apenas, dos o tres ideas rodando cuesta abajo hasta hacerse demoledoras cual aludes léxicos que arrasan con todo lo que encuentran por delante. Hasta la sensatez más asentada duda de su apoyatura cuando repasa con indisimulado estupor la insistencia en la retórica manipuladora y falaz.

El agua que falta no es obstáculo para seguir construyendo grandes extensiones de viviendas de primera, segunda o tercera residencia con piscina y campo de golf anexo. El agua que falta no impide seguir adelante sin pudor con una política excesivamente dependiente del agua, curiosamente ajena al esperpento. Al político que gobierna le basta con añadir en su discurso unas gotitas del agua que falta por culpa de la indisimulada propensión del gobierno central a dañar todo lo que huela a progreso y riqueza de nuestra tierra. Y mientras el consumidor teleadicto se apresta a sentir su orgullo herido por semejante afrenta, se palpa la cartera para averiguar si también se la han birlado, estos de la capital ya se sabe.

El robo del agua y de la cartera. Esa es la grave afrenta que soporta el ciudadano de a pie que se cree sin rechistar las bazofias que le entregan a plazos desde el púlpito del poder. Y mientras, el agua que falta huye por las cañerías buscando algo de racionalidad y buen hacer. No hay salida. La sequía se extiende sin remedio por un barrizal de neuronas putrefactas, hinchadas de tanta humedad visceral. Y repletas de votos por doquier.

Agustín Ijalba | 16 de octubre de 2006

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