Agustín Ijalba es escritor. Durante dos años mantuvo la columna de análisis de la realidad Por arte de birlibirloque En este espacio publicará Retales todos los lunes. Retales dejó de actualizarse en febrero de 2007.
Al parecer, la religión es una cuestión de puentes. Llevan un mes construyendo un grandioso altar sobre un puente valenciano, destinado a servir de escenario para que la visita del Papa Benedicto sea todo lo grandiosa y excesiva que una audiencia multitudinaria se merece.
Y es que los puentes son una metáfora recurrente. Saber llegar al otro lado sin perder de vista el lugar del que se parte es como un rito para toda religión que pretenda la salvación eterna. Los hay que tras alcanzar ese otro lado se elevan hasta divisar las cosas como diminutas volutas de humo. Los hay que construyen altares en mitad del puente, y desde ellos tratan de anunciar caminos como si anunciaran refrescos de cola. Los hay, en fin, que se quedan debajo del puente, a cubierto de la luz y con su miseria a cuestas.
Sobre estos últimos descansan todos los pilares que sostienen el altar. Ellos no saben de extremos, ni de ritos, ni de religiones. Observan con pesadez en sus ojos la mala distribución de los soportales del templo. Hay como un terremoto en sus miradas que les pide alzarse sobre los cartones que les cubren del frío y decir basta. Pero desisten. Creen que su tormento ya no es de este mundo. Y que viven un maldito sueño bajo las faldas de un pope que les regala frases enigmáticas y felices sufrimientos.