Agustín Ijalba es escritor. Durante dos años mantuvo la columna de análisis de la realidad Por arte de birlibirloque En este espacio publicará Retales todos los lunes. Retales dejó de actualizarse en febrero de 2007.
Asistimos perplejos a una campaña de intoxicación desbocada, dirigida metódicamente por gente que sabe bien lo que se hace. Gestores aventajados de las técnicas publicitarias y de comunicación de masas, no dudan. Van a por la pieza y no cejarán hasta cazarla. Cuando Robert K. Merton nos advirtió acerca de cómo hay profecías que se cumplen a sí mismas, muchos de nosotros aún no habíamos nacido, y el resto ignoraba todo acerca de la política electoral, porque simplemente en este país no había elecciones. Hoy sin embargo podemos constatar en nuestras propias carnes la veracidad del método: cualquier situación, debidamente rescatada de la realidad, es sutilmente modificada a conciencia por el gestor del plan de modo que la transforma en otra situación distinta a la de partida, haciendo que esta última aparezca ante los ojos del espectador como situación más real incluso que la inicial. La tergiversación se convierte a sí misma en fuente de lo real, y se hace más real que la realidad misma.
¿Ejemplos? Varios: Decir que hay crisis cuando esa crisis eres tú quien la provoca constantemente mediante una pertinaz batería de instrumentos al uso, y que no dejarás de utilizar hasta lograr que realmente se extienda la sensación de crisis generalizada entre una población que asiste indefensa a un espectáculo farsante pero que acaba creyéndoselo a pies juntillas. Decir que se rompe el Estado cuando es tu política y tus gestos y tu palabrería la que pone en riesgo la estructura de un Estado capaz de autorregularse en condiciones normales de supervivencia, salvo cuando es puesto en solfa diariamente por quienes tienen la osadía de llamarse salvadores de no se sabe bien qué patrias. Decir que el Estado ha cedido y se ha rendido y se ha entregado al terrorismo cuando no hay cesión ni rendición ni entrega porque no ha habido ni siquiera oportunidad de ponerlas en práctica, pero da igual: esa cadena infernal de cesión-rendición-entrega es repetida a diario con palabras gruesas y cala, seguro que cala. ¿Sigo? El oído acrítico se queda perplejo y convencido de que algo falla y de que algo de razón tiene quien así grita. Y llega un día en el que convencido hasta el tuétano del estado de crispación y desasosiego que asola su país, decide que la culpa de todo la tiene quien está en el gobierno. Y se cierra el círculo.
Debemos estar alertas. Discernir, hoy, es un verbo difícil de conjugar. Pero merece la pena intentarlo, aunque sólo sea por la satisfacción de sentirse libres.
2006-02-20 17:29 Brillante, simplemente. De todos modos, esa campaña de desestabilización entra dentro de una general espectacularización de los medios, que se limitan a acompañar estúpidamente la propaganda de unos y otros como si fuesen noticias.