Agustín Ijalba es escritor. Durante dos años mantuvo la columna de análisis de la realidad Por arte de birlibirloque En este espacio publicará Retales todos los lunes. Retales dejó de actualizarse en febrero de 2007.
Franco
Se cierne sobre nuestras cabezas una sombra ya demasiado alargada por la historia. Hemos tardado mucho, demasiado, en explicar a nuestros hijos la barbarie. Quizás por un temor oculto a que la mera dicción de su nombre activara al monstruo. Encerrado bajo siete candados en alguna celda olvidada de nuestra memoria, su voz de falsete sigue escuchándose en las plegarias del odio. Su mención todavía despierta urticarias. Ni el escozor de las ortigas dura tanto.
No merece la pena seguir ocultando que el dictador murió en la cama, bendecido por los ángeles y bajo el palio que le extendieron los obispos, siempre dispuestos a salir a la calle cuando la causa es noble. No pudimos matarlo a tiempo. Se nos murió en la cama de puro viejo, y así nos quedamos, como helados en una fría mañana de noviembre, pensando algunos si la muerte realmente tuvo un precio. Demasiado cara se cobró la pieza. Por las veces que lloraron quienes murieron bajo su yugo, por los corazones que sangraron atravesados por sus flechas, se reconoce la huella de una historia que hila sus cadencias sobre el olvido innoble de las víctimas. No hay precio que consuele, no hay dolor que mitigue el adiós.
Son quienes se escudan en el futuro para obviarlo quienes mantendrían de nuevo el palio y la sotana, el crucifijo y la espada. No lo olvidemos nunca. Es la única manera de evitar que vuelva. Los fascismos renacen cuando las alertas se relajan y la libertad encalla. Quizás porque la libertad es un trabajo excesivo como para acometerlo en solitario.
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2005-11-21 17:31 Escuchaba hoy en la radio las primeras palabras del Rey al tomar posesión: advertía de que no se podía olvidar el “legado” franquista. Claro tenía que hacerlo se dirá, pero tampoco debería olvidarse que su monarquía se forjó en el franquismo, y que es la herencia del General.
2005-12-02 23:24 Para saber de historia, la verdad es que hay muchas cosas que te “saltas”, y muchas otras que simplificas. No voy a justificar a los del palio, ni al nacionalcatolicismo, porque no tienen justificación más que por la cobardía de los que preferían plegarse al poder en vez de procurar hacer realidad sus propias palabras. Pero olvidas a todos los que, desde dentro de esa Iglesia a la que le tienes tanta manía, lucharon contra la dictadura, hicieron posibles muchos movimientos de izquierdas que el exilio no podía hacer, e incluso la amenaza de excomunión que pesó sobre el dictador. ¿Eso no es historia? ¿Tampoco los dos obispos que se negaron a darle su adhesión a Franco después de la guerra civil y murieron en el exilio? ¿Y los curas vascos mandados asesinar por el dictador nada más ocupado el norte? ¿Y los policías secretos que vigilaban los sermones de bastantes curas? A esos últimos los vi yo. Pero igual eso no es historia. O igual el problema es que muchos no pueden olvidar que, pese a todo, dejaron morir al dictador en la cama, e igual también fueron a ver su cadaver para asegurarse de que estaba muerto.
2005-12-04 00:53 Sencillamente: de un manotazo vuelcas la balanza histórica. En pocas palabras : la iglesia católica estuvo desde el primer día con los golpistas y un par de golondrinas no hizo primavera. Si prefieres cantar a las golondrinas, allá tú, pero eso es lo que hubo (y hay).