Agustín Ijalba es escritor. Durante dos años mantuvo la columna de análisis de la realidad Por arte de birlibirloque En este espacio publicará Retales todos los lunes. Retales dejó de actualizarse en febrero de 2007.
Se perciben aires de tormenta en los alrededores de París. Las imágenes nos llegan hoy con una simultaneidad un tanto obscena, y orillan un tratamiento de la noticia más como espectáculo aparente que como hiriente realidad. El fuego en la oscuridad añade una estética ciertamente atractiva a los ojos del espectador pasivo, que sentado placenteramente en su sillón con una jarra de cerveza no alcanza ni siquiera a preguntarse por las razones de semejante función. Las volutas se elevan por encima de los edificios sembrando aromas pestilentes a su alrededor. El asfalto quemado expele un hedor pringoso e insoportable, y en las casas se cierran las persianas para evitar que el humo entre en las habitaciones, mientras se encienden las pantallas de los televisores para ver en tamaño virtual lo que no se quiere ver en la realidad.
Para no ver, quizás, las hechuras de una miseria que crece al compás de los excesos provocados por un bienestar que narcotiza. La historia nos enseñó que cuando los adoquines de París vuelan por los aires, conviene estudiar detenidamente el trazo no siempre azaroso que tales empedrados provocan en las cabezas bienpensantes. Las contradicciones que alimentaron al escéptico y los nihilismos de salón ya no nos sirven. Hoy un adoquín es un adoquín, y un coche en llamas un coche en llamas. Identidad tan elemental no pretende pasar por pueril sino por precavida. Hay demasiadas hogueras en el ambiente, y no es momento de escribir metáforas sobre los muros. Hace daño la escasez cuando trata de vestirse con el ropaje ajado de los suburbios. Estamos a un paso del abismo.
Parece que en los alrededores de París sí hay algo interesante en juego, patrias de carne y hueso, naciones que dejan huellas de alpargata a los pies de su soberanía. Se debaten cuestiones elementales, espacios para respirar, recursos para vivir, pan para comer. Los conceptos sobran cuando las carencias son tan palpables. Vendrán si acaso después a confirmar o a desmentir los hechos, pero primero se impone la acción. Y con ella, una vez más las desigualdades crecerán a nuestro alrededor y seguiremos sin verlas, sin tomar verdadera conciencia de su calibre porque nacemos y crecemos con ellas, y en ellas nos sentimos como reflejados y en casa, a buen recaudo, refugiados frente al caos que sólo nosotros, desde la tribuna oculta de nuestros hogares satisfechos, hemos provocado.
2005-11-11 03:36 Antes no entendia lo que pasaba en Paris. Despues de leer el articulo entiendo menos. Ya se sabe que un adoquin es un adoquien, pero eso que explica??