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Retales por Agustín Ijalba

Agustín Ijalba es escritor. Durante dos años mantuvo la columna de análisis de la realidad Por arte de birlibirloque En este espacio publicará Retales todos los lunes. Retales dejó de actualizarse en febrero de 2007.

Nación e individuo

Nación e individuo, de nuevo frente a frente. Pedir al nacionalista que someta la nación, su nación, a la voluntad del individuo, quizás sea pedirle demasiado: implica torcer el mástil de una bandera labrada sobre el mito de una fantasía secular. Sería como pedirle que se tirara por el balcón de la historia. Pedir al individuo libre que someta su libertad a la libertad de una nación, también es pedirle demasiado: es encadenarlo al derecho de autodeterminación de un ente metafísico que lo desborda. Al fin y al cabo, pedir a un pueblo que se defina a sí mismo es pedírselo a todas y cada una de las personas que lo componen. El conflicto, así planteado, es irresoluble.

Con el nacimiento de la nación moderna, el individuo cede soberanía a cambio de que lo dejen en paz. Por ello Hobbes propuso el pacto social como única salida viable a la guerra. ¿A qué viene, entonces, tanta insistencia? ¿Tal vez, porque en España nunca hubo pacto social? Tal vez, porque nunca lo hemos necesitado, y vagamos por la historia a golpes y zarpazos. Hay algo, al menos, que sí debería ser resuelto, y no es precisamente el nombre de la tierra que pisamos al enconar nuestras disputas, que importa poco. Lo que de verdad importa es saber que la definición de ese suelo es básica para civilizar nuestras desavenencias. Y ante todo saber que si no ponemos remedio, nuestra mutua destrucción está asegurada. Reinventemos Westfalia.

Todas estas trifulcas provocan dolor de cabeza y cansancio. Es agotador discutir cada día acerca de la estructura sin poder vivir en paz, sin poder vivir sin más ¡sin menos! y dedicarnos a hacer las cosas que realmente sabemos hacer: no podemos preguntarnos eternamente qué somos, cómo nos llamamos o en qué país vivimos. Si no es posible el acuerdo, disolvámonos, eliminemos de raíz los términos de un pacto que no nos vincula. Quizás la clave resida en la abolición del derecho que nos liga en origen: si no reconocemos nuestras leyes como instrumentos válidos de convivencia, ¿para qué su objeto? Pero si aún creemos en la posibilidad de vivir en paz con el vecino, reclamo altura de miras, esto es: saber mirar más allá del momento presente, e ir más allá.

Agustín Ijalba | 07 de febrero de 2005

Comentarios

  1. Cayetano
    2005-02-07 16:39 Una entrevista como complemento, y por si sirve de algo a mi tambien estas trifulcas me provocan cansancio aunque no necesariamente dolor de cabeza :)

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