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Quiero una segunda opinión por Santiago Viteri

La salud, la enfermedad y sus tratamientos son una fuente inagotable de noticias, suplementos especiales y comentarios con la vecina. Una gran cantidad de entendidos de salón y “expertos” en salud opinan sin criterio mientras que la clase médica suele responder con tecnicismos incomprensibles que solo aumentan la confusión. Por eso, Santiago Viteri (médico especialista en Oncología), escribirá una columna sencilla sobre medicina el 29 de cada mes. Porque él siempre tiene una segunda opinión y si hace falta, muchas más.

¿Hay algún médico en la sala?

Lo habrán visto en un montón de películas. Un avión de pasajeros sobrevuela silenciosamente el océano, las azafatas reparten sonrientes sus refrescos y galletitas entre el pasaje cuando de pronto, un cierto revuelo, un momento de confusión y una voz nerviosa pregunta tímidamente por la megafonía: ¿Hay algún médico entre los pasajeros?

La pregunta suele quedar colgando en el aire durante un interminable lapso de 30 segundos, cuando una mano resignada se levanta en la quinta fila , y muerto de miedo, el médico en cuestión se acerca a ver cual es el problema.

Esto, que resulta tan cinematográfico, ocurre con una insistente frecuencia (al menos a mí) en vuelos, vacaciones, restaurantes… en fin, en toda clase de situaciones.

El problema es que, por ejemplo, a lo mejor nuestro médico del avión es oftalmólogo, y lleva 15 años curando enfermedades que pueden dejarle a uno ciego, pero que no tiene más idea de tratar un infarto que cualquier persona de la calle. Y no digamos nada si se trata de una mujer que se ha puesto de parto.

Sinceramente, espero que nadie se escandalice, yo he asistido (como espectador)  exactamente a 2 partos en toda mi vida. Uno fue natural y otro una cesárea. El primero era niño y le pusieron de nombre Hector. La segunda era chica y sus padres la iban a llamar Nerea.

Si tuviera que ayudar en un parto, la verdad no sabría por donde empezar. Pediría que pusieran agua a hervir, que me trajeran unas toallas y luego confiaría en la sabia madre naturaleza.

Otro problema de los aviones, o de los restaurantes, o de la calle, es que no tienes nada. Ningún instrumental, ningún medicamento, ni un triste suero. Es decir, te tienes que enfrentar a una situación que no conoces, sin el equipamiento adecuado.

Así que cuando oyes ¿Hay algún médico…? lo que de verdad quieres hacer es esconderte bien lejos para que no te encuentren, pero…Pasan los 30 segundos de rigor en los que esperas que algún otro médico, uno de esos médicos de verdad curtidos en mil urgencias y adicto a las ambulancias haya saltado como un tigre sobre la persona en apuros. Entonces no te queda más remedio, levantas tu mano temblorosa y te acercas pensando que al menos intentarás tranquilizar a la gente y buscarás ayuda en condiciones lo más rápidamente posible.

Santiago Viteri | 01 de marzo de 2011

Comentarios

  1. Rosie
    2011-03-01 18:25

    Entiendo perfectamente el nerviosismo, pero creo que la gente entenderá que un oftalmologo no es especialista en partos o viceversa. Sin embargo tranquiliza aunque solo sea porque el medico tendrá mas idea que el común de los mortales en cuanto a urgencias medicas, digo yo….
    Lo digo por experiencia propia. Volando de Barcelona a Londres mi media naranja se nos desmayo (creemos que una bajada de azucar o tensión o similar). El susto fue enorme y se preguntó si había algun medico a bordo. Nos atendieron dos simpaticas medicas inglesas que volvían de vacaciones. La verdad es que no tengo ni idea de cual era su especialidad, y tampoco se les pedía que hicieran un diagnostico “in situ”. Se trataba de calmar a los pasajeros y evaluar si hacía falta que nos esperase una ambulancia o no a pie de pista (no era el caso, por suerte).
    Claro que la cosa sería distinta si se tratase de una urgencia seria en un vuelo de 14 horas encima del oceano…

  2. Miguel A. Román
    2011-03-01 21:18

    Lo chungo es cuando la azafata pregunta si hay entre el pasaje algún PILOTO.

    Por otro lado también hay una cuestión legal. Si a un tipo, que se ha atragantado con un hueso de níspero, intento hacerle una traqueotomía y lo degüello, me pueden acusar de homicidio, y en tu caso, como mucho te acusaría de malpraxis.

    Coincido con Rosie, y en el caso de parto, es más una cuestión de tranquilizar a la madre. Un médico amigo mío asistió un parto mientras estaba de turista en un autobús en Hungría bajo una fuerte nevada. “Relax, I’m a doctor”, le decía, porque no sabía ni una palabra de húngaro. Todo fue bien, anudaron el cordón con hilo de coser y lo cortó con una navaja de explorador esterlizada a mechero. Cada vez que lo cuenta (y lo cuenta mucho) se ríe al pensar qué cara hubieran puesto si hubieran sabido que es psiquiatra.

    Y no me seas modesto. Tú eres “un médico de verdad”. Conozco algunos “veteranos de urgencias” que no soportarían charlar con pacientes sentenciados a muerte por un cancer.

  3. Oute
    2011-03-04 19:35

    jajaja
    a un amigo mío enfermero (recien acabado) en un vuelo transatlantico, tuvieron una parada, había un pediatra y él, el pobre pediatra me decía que a veces solo “animaba” a mi amigo (que tuvo 2-3 meses en urgencias de prácticas, incluso practica de IOT…), lo dieron sacado, había DESA y material para vía aerea, luego lo sedaron (tambien habia algo de fcos.) y mantuvieron con IOT.

    Me mola tu blog!


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