La salud, la enfermedad y sus tratamientos son una fuente inagotable de noticias, suplementos especiales y comentarios con la vecina. Una gran cantidad de entendidos de salón y “expertos” en salud opinan sin criterio mientras que la clase médica suele responder con tecnicismos incomprensibles que solo aumentan la confusión. Por eso, Santiago Viteri (médico especialista en Oncología), escribirá una columna sencilla sobre medicina el 29 de cada mes. Porque él siempre tiene una segunda opinión y si hace falta, muchas más.
A principios de este mes, entre los días 3 y 7 de junio, tuvo lugar en Chicago el congreso de la American Society of Clinical Oncology (ASCO). A pesar de los chistes más obvios que se les puedan ocurrir al leer esas siglas, se trata probablemente del congreso más importante del mundo pues congrega a más de 20.000 médicos e investigadores de todo el mundo y sirve para presentar los resultados más relevantes del año. Concretamente en la sesión plenaria de este año se presentaron los resultados de dos ensayos clínicos realizados con sendos medicamentos que han demostrado utilidad para tratar el melanoma metastático. Esto ha supuesto una revolución para los pacientes con esta enfermedad (y para sus médicos), pues esta enfermedad se encontraba prácticamente huérfana, sin un tratamiento que pudiera ofrecer alguna esperanza. Pero ya haremos una columna concreta para tratar de lo mejor de ASCO 2011
Lo que quería explicar hoy es que, buceando en el extenso programa de ASCO 2011 me llamó mucho la atención una sesión educativa que tenía lugar el último día cuyo título era: “Efective time managing for the busy oncologist” (Gestión del tiempo efectiva para el oncólogo ocupado). El mero hecho de que existiera una sesión con este tema me resultó tremendamente revelador y la marqué en mi programa (y en la excelente aplicación gratuita que había este año para dispositivos móviles) con el máximo interés. Leyendo por encima el resumen de la conferencia vi que se iban a desarrollar temas como el equilibrio entre la vida personal y la profesional o estrategias para proteger el “tiempo protegido”.
Paradójicamente, al final no tuve tiempo de asistir.
Esto que parece un chiste en realidad no lo es. Muchos médicos que conozco viven estresados saltando de “deadline” (fecha tope de entrega) en deadline. La misma palabra en inglés ya es un poco tenebrosa y es la causante de que más a menudo de lo que quiero tenga que trasnochar ante el ordenador, o por ejemplo de que siempre entregue mi columna de Segunda Opinión en el último momento, o peor como hoy, unas horas después de mi “deadline” y pidiendo disculpas.
Tenemos “deadlines” para todo. Cada semana me enfrento a dos o tres de ellos, suficientes para estresar a cualquiera. Ya me imagino que esto no es patrimonio de los médicos ni de los oncólogos (otros profesionales tienen entregas, lanzamientos, presentaciones…) pero creo que entre los médicos hay una proliferación exageradas de estas fechas mortales.
Yo ya me he decidido, me pienso olvidar un poco de los “deadlines” para dedicarme a mis “lifelines”